Tercera noche de protestas y altercados en Gràcia
Según los vecinos un quiosco municipal almacena piedras y palos para la protesta
La tercera noche de protestas en Gràcia por el desalojo del llamado Banco Expropiado degeneró este miércoles de nuevo en disturbios. Una persona quedó detenida y otras 11 necesitaron asistencia de los servicios sanitarios del Sistema de Emergencias Médicas (SEM), entre ellas seis agentes de los Mossos d'Esquadra, y varios periodistas, que resultaron heridos leves al recibir impactos de porra durante los disturbios.
Después de una manifestación pacífica que pretendía rodear la sede del antiguo banco, decenas de personas encapuchadas empezaron a organizar barricadas, volcar y quemar algunos contenedores, además de destrozar mobiliario público y privado de manera diseminada por las calles del barrio. Antes, un fuerte dispositivo policial acordonó los alrededores del banco e impidió que los protestantes lo reokupasen.
Los Mossos d’Esquadra avisaron por megafonía en diversas ocasiones de posibles cargas a las personas que tenían delante, algunas de las cuales se estaban armando con piedras y palos. Finalmente, ante la amenaza, los allí reunidos abandonaron a la carrera el lugar, dejando un reguero de contenedores volcados y alguno quemado en la calle de Gran de Gracia.
Paralelamente, algunas personas concentradas en la plaza del Diamant destrozaron la sede de Caixabank, y otros elementos de mobiliario urbano. Los Mossos cargaron en varias zonas de la ciudad.
A las once de la noche, el barrio recuperó una situación de relativa normalidad, sobre todo en comparación con los altercados que se vivieron el lunes. Durante las dos horas que duró la protesta, varios vecinos apoyaron a los manifestantes, que eran bastante más numerosos que en los dos días anteriores, haciendo sonar cazuelas desde los balcones.
El origen del conflicto en Gràcia empezó el lunes por la tarde, cuando los Mossos d’Esquadra acabaron el desalojo de la sede del antiguo banco, en el 181 de la Travessera de Gràcia. Desde entonces, las protestas se han ido repitiendo cada día y amenazan con seguir.
La policía catalana actuó por orden del juzgado de primera instancia número 57 de Barcelona, en un litigio entre los okupas, que llevan en el centro desde 2011, y los dueños del local. Desde entonces, los jóvenes están fuera del centro social, pero permanecen todavía en posesión de un pequeño inmueble situado a menos de sesenta metros del antiguo banco. Un lugar donde varios vecinos aseguran que se guardan algunos de los palos, piedras y productos que utilizan los violentos contra los Mossos. El lugar está a la vista de todo el mundo pero camuflado entre el mobiliario urbano.
Se trata de un viejo quiosco de prensa en desuso situado en la plaza de la Revolución. Una suerte de caballo de Troya que permanece todavía en posesión de los okupas.
La batalla campal en la que se convirtió el barrio de Gràcia el pasado lunes hizo que vecinos, comerciantes e incluso los propios manifestantes buscaran un culpable de lo sucedido. La decisión fue casi unánime y la cabeza de turco elegida fue la de Ada Colau. El 181 de Travessera de Gràcia lleva okupado desde 2011, el propietario primero fue Caixa Catalunya y posteriormente un particular que solicitó al juzgado el desalojo. Trias compró —antes de las elecciones municipales— la paz social pagando 5.500 euros mensuales al propietario del local en concepto de alquiler. El convergente permitía a los okupas seguir allí haciendo talleres educativos con el local a cargo del Ayuntamiento. Colau no renovó el contrato. Sin alquiler el propietario volvió a pedir el desalojo y el lunes lo consiguió. Ese mismo día se organizó una de las manifestaciones más violentas desde las protestas de Can Vies, que justo hoy cumplen dos años.
Había guerrilleros urbanos con sus acciones perfectamente planificadas. Cuando la manifestación llegó a la plaza del Sol media docena de encapuchados recuperaron bolsas de piedras que habían previamente preparado. Los protestantes iban cambiando su indumentaria y tapando sus rostros. En la plaza de la Revolución accedieron al quiosco okupado. Allí se proveyeron de todo aquello con lo que estaban dispuestos a hacer frente a los Mossos d’Esquadra.
Los comerciantes de la plaza no querían dar muchas explicaciones. “Tenemos miedo, estos tipos te pueden destrozar el negocio en minutos”, aseguraba un camarero. El quiosco sigue okupado. “Es su almacén, aquí se montan paellas, fiestas, guardan cosas e incluso a veces lo abren y venden revistas anarquistas”, señalaba un anciano sentado en un banco de la plaza.
Si el banco no era propiedad de Colau, el quiosco sí que es propiedad municipal. Desde el Ayuntamiento aseguraron que el tenderete destinado a la venta de prensa lleva en desuso más de un año y medio. “Se barajó la posibilidad de desmontarlo pero existe un convenio publicitario y se colocan anuncios en la fachada lateral, igual que en las marquesinas de los autobuses”, admitió una portavoz. El Consistorio es consciente de que “alguien” lo está utilizando “como almacén”.
“No hemos recibido ninguna queja, ni incidencia sobre este tema y por lo tanto no está entre las prioridades del Gobierno municipal realizar ninguna actuación en el quiosco hasta que no haya alguien que pretenda alquilarlo”, concluyó ese mismo portavoz.
En la plaza también hay algunos vecinos que apoyan la labor de los okupas. Incluso una joven lucía, a modo de denuncia, el pasado lunes un proyectil de foam lanzado por los Mossos d'Esquadra. Otros, en cambio, aseguran que “el quiosco es un verdadero peligro, nadie sabe lo que guardan en el interior y el otro día agredieron a los mossos con productos químicos”.
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