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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Puntos fuertes y débiles en política

Podemos ha explotado a la perfección la táctica de atacar al PP y al PSOE en aquellos puntos en los que se sienten más seguros

Una de las cosas que Michael Ignatieff aprendió de su breve periplo en la política institucional es que hay que atacar al adversario no en sus puntos débiles, sino allí donde el adversario se siente seguro y fuerte. Ignatieff, autor de una buena biografía sobre Isaiah Berlin y de un libro reciente en el que cuenta qué significó abandonar su cátedra en Harvard para involucrarse en una fallida carrera política en Canadá, parece afirmar que la razón por la que no hay que atacar al adversario en sus puntos débiles es porque estos tienden a ponerse de manifiesto por sí mismos. Uno puede señalar un punto débil del adversario, pero el punto débil ya estaba allí antes de ser señalado por el contrincante. El beneficio de una estrategia semejante existe, pero es cualitativamente menor.

En cambio, si uno consigue desarmar al adversario allí donde este último se presume que es fuerte, habrá creado, y no simplemente mostrado, un lugar por el que hace aguas el adversario. Atacar con éxito al adversario en el terreno en que se siente más cómodo suele acarrear un beneficio cualitativamente mucho mayor.

Si la tesis de Ignatieff es cierta — algo que, visto su fracaso en política, imagino que solo habrá entendido ex post facto—, en el panorama español actual hay un partido político que parece haberla explotado a la perfección. Me refiero a Podemos y a su portavoz más conocido, Pablo Iglesias. Según tengo entendido, el núcleo fundador de Podemos, incluido el mismo Iglesias, proviene del ambiente intelectual y político de Izquierda Unida. Sin embargo, cuando uno escucha a Pablo Iglesias en un debate solo habla de cuestiones ideológicamente ligadas al ideario comunista cuando alguno de los contertulios le acusa —como hizo hace poco Esperanza Aguirre, en una bizarra intervención por teléfono en un programa de televisión, al más puro estilo berlusconiano— de prácticamente cualquier cosa.

Cuando no son los demás los que sacan el tema, Iglesias no menciona ni los argumentos ni los ejemplos asociados tradicionalmente al ambiente político e intelectual del que dicen que proviene. Cuando él toma la iniciativa, sus diatribas siempre están dirigidas al PSOE y al PP. Pero sus argumentos no están basados casi nunca en una defensa del socialismo o del marxismo. Sus argumentos son los argumentos que el PSOE y el PP suelen usar habitualmente; sus argumentos se mueven en el terreno en el que estos partidos se sienten fuertes; sus argumentos se basan en que ni PSOE ni PP actúan como si fueran el PSOE y el PP.

Ataca al PP acusándole de no ser un partido liberal, ya que nadie ha intervenido más que los gobiernos del PP en la economía o en los medios

Al PSOE le ataca en el frente social, su terreno a priori natural. Acusa al PSOE de haber abandonado el discurso de la redistribución de la riqueza y haber entrado a formar parte de la élite que gobierna de arriba hacia abajo. No importa mucho cuánto haya de exagerado o no en tal ataque, lo relevante es que consigue hacer mella allí donde el PSOE se siente seguro, el flanco social. No pone énfasis en los puntos débiles del PSOE (la fractura interna, el problema territorial), porque estos se revelan por sí mismos.

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Al PP, en cambio, le ataca por el flanco patriótico al señalar que ha olvidado a los españoles porque ha cedido la soberanía a un conjunto de personas (la llamada troika) que no ha sido elegida por los españoles. El PP, a fin de cuentas, no defiende los intereses de los españoles porque se pliega a órdenes que vienen del exterior. Por otro lado, ataca al PP acusándole de no ser un partido liberal, ya que nadie ha intervenido más que los gobiernos del PP en la economía o en los medios y, además, buena parte del núcleo dirigente del PP lleva décadas instalado en las instituciones públicas sin saber qué quiere decir batirse el cobre en el libre mercado que tanto dicen admirar. De nuevo: poco importa que Iglesias abuse o no de ciertos rasgos de algunos miembros del PP. Lo relevante es que asesta golpes allí donde el PP no se lo esperaba porque se consideraba imbatible en estos terrenos. El PP presagiaba golpes allí donde es débil: en la economía que no termina de arrancar o en su rigidez respecto de cuestiones morales como el aborto o el matrimonio gay. Pero Iglesias no suele abundar en estos puntos, porque tienden a aflorar por sí mismos.

Ahora bien, sería un error pensar que con esta estrategia Podemos intenta capturar votantes de ambos partidos. Puede que algún votante desorientado del PP pase a votar a Podemos. Pero esto será más bien marginal. El propósito fundamental de esta estrategia es capturar el mayor número posible de votantes del PSOE y ocupar su espacio. ¿De qué manera? En primer lugar, intentando mostrar que el PSOE no es en realidad un partido socialdemócrata e, implícitamente, que Podemos sí lo es. Y en segundo lugar, haciendo el trabajo que consideran que debería hacer el PSOE, es decir, haciendo oposición directamente al PP, atacándole en sus puntos fuertes y presentándose como su interlocutor cuasi natural.

Pau Luque es investigador en Filosofía del Derecho en la Universidad Federico II de Nápoles

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