“Los clientes piden carne fresca”
El hallazgo de una chica de 15 años en un burdel de Padrón no es un caso aislado “La mayoría de los hombres exige jovencitas”, apuntan feministas y sociólogas
“Lo de la niña rumana de 15 años que tenían como reclamo en el club La Perla de Padrón no es una anécdota. Lo convertisteis en anécdota los periodistas, porque lo publicasteis, pero no es nuevo”, asegura Carmen Lago, presidenta de la Asociación Faraxa de Vigo contra la explotación sexual. “En los clubes hay chicas muy jóvenes, aunque solo un médico podrían determinar su edad, si no se tiene acceso a su verdadera documentación [retenida, generalmente, por los proxenetas]”. “En los pisos, las chicas nos cuentan que, cada vez más, los clientes les piden que se vistan de colegialas. Hoy es lo que se demanda: lolitas, carne fresca; cuanto más fresca mejor”, sigue esta mujer que pasó por la prostitución y ahora ayuda a las demás a salir del agujero.
Hace poco más de un año, otra menor rumana fue rescatada de un piso de Vigo en el que una mafia de su país la mantenía retenida como esclava sexual. El anterior caso que trascendió sucedió en A Coruña. El pasado marzo, durante la presentación del Plan de Igualdade de la Xunta para el periodo 1013-2015, la secretaria general, Susana López Abella, anunció en Vigo el propósito de promocionar un equipo especializado en la “atención de menores víctimas de trata, fundamentalmente con fines de explotación sexual”.
“A los hombres que van al club no les importa que sean menores, eso no lo preguntan, les da igual. Ellos pagan para cubrir una necesidad fisiológica como otra cualquiera, y si ellas no llegan a los 18 años no es de su incumbencia. La mayoría de los puteros exigen jovencitas, que lo hagan sin condón y que consuman drogas”. A Lago no le extraña que esta vez, como tantas otras, ningún cliente denunciase lo que estaba pasando en La Perla (un sórdido local paradójicamente ubicado junto al pueblo de Escravitude), y que la niña solo fuese rescatada por la policía cuando se la topó huyendo despavorida de una paliza a la entrada de Santiago.
Tampoco le sorprende a Águeda Gómez, socióloga de la Universidade de Vigo, que acaba de concluir con Silvia Pérez Freire y dos investigadores más, por encargo del Instituto de la Mujer, un estudio de tres años, con entrevistas a clientes, proxenetas y trabajadoras de burdeles de nueve comunidades, sobre el Consumo de prostitución en España. “La mayoría de los hombres ni se plantea salir con remordimientos; no ven a las prostitutas como personas, sino como objetos de consumo, una forma más de ocio que se les ofrece y compran”, expone Gómez. “Ni siquiera buscan sexo de calidad. Para ellos es como ir a McDonald’s, los burdeles son el McSexo. El 20% de los clientes entran en el perfil del misógino: de la mujer, solo les interesa la vagina. Y otro 40% son lo que clasificamos como consumistas: alguno llegó a decirnos que las prostitutas son como máquinas tragaperras”.
Abundando en la misma idea, otro hombre, en otro prostíbulo distinto, les espetó: “Si quieres una relación afectiva, te compras un perro, que te va a dar más cariño que una puta”. Los que hacen más comentarios en este tono son, precisamente, los clientes más jóvenes. La mitad de los consumidores de sexo de pago con los que se toparon los autores del estudio eran menores de 30 años. “Había muchos de 19 o 20”, dice la socióloga, pero Faraxa ha constatado en sus charlas en institutos de toda Galicia (casi 400 al año) que también entre la clientela abundan cada vez más los menores, a los que obviamente ningún portero les pide el carné. “Tienen 15, 16, 17 años. A veces nos llaman de los propios centros para que demos las charlas porque han detectado un consumo de prostitución entre sus alumnos de la ESO”, cuenta Lago. “Juntan las pagas de todos los amigos para poder ir. Cada semana le toca follar a uno”.
“Allí saben que ligan seguro. Es más cómodo esto que intentarlo, sin éxito, en la discoteca”, ilustra Águeda Gómez. “Aunque muchos jóvenes terminan yéndose a la cama con las prostitutas de más edad, porque generalmente son las que pasan la droga. Se drogan juntos, lejos de todas las miradas, en la habitación y luego hacen lo demás. Ese es el vínculo que los une”.
Galicia es sitio distinto también para la prostitución. Más allá de sus límites, las rumanas sobre todo, y otras inmigrantes de Europa del Este, son mayoría. Aquí, sin embargo, en los clubes las brasileñas rondan el 80%, seguidas de las rumanas (5%), que van en aumento junto a las paraguayas y las dominicanas. Aunque las españolas han vuelto a prostituirse después de una década de bonanza en la que se apartaron de este mundo, todavía no llegan a representar el 10%. Pero entre todas estas víctimas del proxenetismo, las rumanas, por lo general menudas, son las que empiezan más jóvenes, próximas a la virginidad. Lago recuerda que las tramas no lo tienen tan fácil para introducir en el país a latinoamericanas menores de edad porque no pueden esquivar el filtro policial del aeropuerto.
Según un informe de la policía rumana, en este país diversos clanes familiares captan jóvenes de entre 16 y 20 años, sobre todo en Moldavia, en zonas rurales económicamente muy deprimidas, por medio de ojeadores-intermediarios del propio pueblo que se ganan la confianza de las chicas y las convencen de que aquí (además de en otros países de Europa) les espera un trabajo digno. Por servirles de gancho, estas personas (vecinos también muy jóvenes e incluso señoras que se hacen amigas de las madres de estas crías) reciben 100 o 200 euros. Aquí, luego, las chicas son vendidas y revendidas por cantidades que van de los 400 a los 2.000 euros.
Cae en Vigo una red que operaba en varios países
Con el caso de la adolescente explotada en un prostíbulo de Padrón todavía reciente, la policía dio ayer un nuevo golpe en Vigo a las redes que trafican con mujeres para su explotación sexual. La redada permitió desarticular un grupo que estaba dirigido por nigerianos y distribuía mujeres para obligarlas a ejercer la prostitución en varios países europeos.
Tres de los detenidos por la policía ingresaron ayer mismo en prisión, según fuentes judiciales citadas por Europa Press. En Vigo fueron capturadas en total seis personas, todas ellas de nacionalidad nigeriana, y otra más en Barcelona. Cinco de los arrestados en la ciudad gallega pasaron a disposición judicial, imputados por tres delitos: trata de seres humanos, favorecimiento de la inmigración ilegal y pertenencia a grupo criminal.
Los otros dos detenidos en Vigo que también comparecieron ante el juez de guardia han quedado en libertad con cargos con la obligación de comparecer en el juzgado uno cada mes y otro cada 15 días. La operación se fraguó a principios del pasado mes de octubre, a partir del seguimiento policial a una mujer que ejercía la prostitución en la calle. Los agentes comprobaron que la chica era forzada a vender sus servicios sexuales. Las mujeres esclavizadas solían trabajar en polígonos y calles, tras ser captadas por el método habitual en estos casos: contraían una deuda con una organización dedicada a introducir inmigrantes ilegales en Europa, tras lo que eran vendidas a otras mafias de proxenetas.
Esta red, según han señalado las mismas fuentes, operaban en media docena de países europeos como España, Italia, Francia y Luxemburgo. En el operativo participaron agentes de la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional de Vigo y del grupo de Policía General de Extranjería de Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.