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Reportaje:

Unidos por una cantante

Todo Irak apoya a su finalista en la versión árabe de 'Operación Triunfo'

Ángeles Espinosa

Una joven triunfita iraquí está a punto de conseguir lo que para los políticos de su país parece imposible: unir a todos, sin distinción de credo, tras una misma ilusión. Jóvenes iraquíes de todas las confesiones religiosas y políticas se han movilizado para que Shada Hasun gane hoy la cuarta convocatoria de Star Academy (Academia de Estrellas), la versión árabe de Operación Triunfo. La joven ha logrado hacerse camino hasta la final y se enfrenta esta noche a los otros tres candidatos al triunfo.

Jóvenes de todas las confesiones religiosas y políticas respaldan a Shada Hasun ante la final de hoy

Shada, que nació en Irak en 1985 de padre iraquí y madre marroquí, vive con su familia en Marruecos, pero siempre se ha sentido iraquí y comenta que desde su infancia ha soñado con "representar artísticamente a Irak". Por eso se unió a la academia, aparcando su trabajo en el mundo del turismo durante los cuatro meses que dura el concurso.

"Me encanta el mundo del espectáculo y pensé que me ayudaría a educarme en el terreno artístico y lograr fama", afirma la joven en la página web del programa (http://www.lbcgroup.tv/staracademy/). El ganador del año pasado, el libanés Joseph Attieh, recibió el equivalente de 38.500 euros y un vehículo todoterreno. El concurso, que organiza la cadena privada de televisión libanesa LBC, reúne desde su primera convocatoria en 2003 a jóvenes de todo el mundo árabe que buscan una oportunidad.

Shada canta en varios idiomas y adora bailar salsa, dos habilidades que le han hecho destacarse en la academia de estrellas, pero que con seguridad no son del agrado de los islamistas radicales que mantienen en jaque a Irak. Aun así muchos jóvenes iraquíes, dentro y fuera del país, han lanzado páginas web en su apoyo. De hecho, todos se contagiaron con sus lágrimas cuando en un reciente programa cantó una pieza de la diva libanesa Feiruz, titulada Bagdad. "No te preocupes Shada, Bagdad renacerá", le escribieron mediante mensajes de móvil (SMS).

Sólo cuatro de los 19 concursantes iniciales han logrado llegar a la final. Como en la versión española del programa, el grupo (nueve chicos y diez chicas) vive en una casa llena de cámaras que recoge todos los aspectos de su preparación artística y vida privada. Al final de cada semana, organizan una actuación, tras la cual los espectadores descartan a uno de los participantes.

La cita con el televisor los viernes por la noche se ha convertido en una de las escasas distracciones de los jóvenes iraquíes, obligados a permanecer encerrados en sus casas a causa de la violencia. Y hoy se espera que bata récord de audiencia, en especial en Irak, donde el triunfo de Shada se ha convertido en prioridad nacional, la única buena noticia en medio de informaciones sobre atentados y asesinatos sectarios.

"Tenemos que encender el generador para poder ver el programa porque la mayoría de los días no tenemos electricidad", cuenta Husam por teléfono desde Bagdad. Husam es uno de los admiradores de Shada que esta noche enviará un SMS en apoyo de su candidatura. "En la universidad se ha organizado una colecta para comprar tarjetas de móvil, pero un SMS tampoco es tan caro y si todos enviamos uno, podemos conseguirlo", asegura este joven chií laico.

Pero al igual que sus amigos, Husam considera que la afiliación religiosa es irrelevante en este caso. "Vamos a votar por ella porque es iraquí, sin saber si es chií o suní", asegura Muzanna, que como Husam estudia electrónica en la Universidad de Munstansiriya de Bagdad. Un canal de televisión iraquí incluso ha adoptado una actitud nacionalista instando a "votar por la hija del Éufrates". Tal vez los políticos deberían tomar nota.

La iraquí Shada Hasun, durante una de sus actuaciones en el concurso.
La iraquí Shada Hasun, durante una de sus actuaciones en el concurso.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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