_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Pedregal

Manuel Vicent

Un día nuestro planeta se convertirá en un pedregal absoluto lo mismo que Marte, pero gracias a cierta divinidad eso sucederá dentro de miles de millones de años. Desaparecido el hombre de la faz de la Tierra, en ella reinarán todavía los lagartos, los berberechos, el bacilo de Koch y otras criaturas que resistan hasta el final la adversidad del universo. Tal vez el último superviviente será una bacteria semejante a aquella mediante la cual se inició la vida en una charca africana. El tiempo no existe. Entre estas dos bacterias hermanas, el tiempo se habrá constreñido en un punto inmaterial en cuyo interior se hallará toda la historia de la humanidad como un episodio secundario de la bioquímica. A pesar de esto, hay gente que saca el pecho y dice: usted no sabe con quién está hablando. Antes de que la materia se desintegre en las infinitas tinieblas se sucederán los días y las noches durante otros miles de millones de años sobre este absoluto pedregal sin que en él aliente un solo microbio. Se habrá conseguido la asepsia total, puesto que todas las almas. en ese momento estarán navegando por otras galaxias en busca de nuevos cuerpos donde transmigrar y en ellos esta vez serán gallos, escarabajos, oficinistas,. salmonetes o registradores de la propiedad, según los méritos que hayan cosechado en la vida anterior. Mientras tanto, por encima del polvo yerto de la Tierra vagarán las emociones que los humanos crearon. En un espacio sin una sola bacteria pervivirá el amor de Beatriz, la duda de Hamlet, el idealismo de Don Quijote, el esfuerzo de Ulises, la imagen de La Primavera de Botticelli, el sonido de algunos versos de Milton. También seguirá adherida a la corteza terrestre la acción del cuchillo de Jack el Destripador, las cenizas del incendio de, la Biblioteca de Alejandría, las sombras de la matanzas en la Noche de San Valentín, el humo de los hornos crematorios y todas las esmeraldas del Museo de Constantinopla. Aunque el mundo termine, nadie podrá decir que esa belleza e. ignominia no hayan existido y tú con ellas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_