La paliza que arrasó una vida perfecta
Un arrebato lleva a un triunfador ejecutivo bilbaíno a matar a golpes a su hija de dos años
Alberto Izaga, un ejecutivo bilbaíno de 36 años, parecía tener una vida perfecta que se convirtió en tragedia en un minuto: en un ataque de ira, reventó el cráneo de su hija de dos años en el lujoso apartamento familiar a orillas del Támesis, en Londres. Izaga era un alto ejecutivo de la compañía de seguros Swiss Re. Su salario de 750.000 euros al año le permitía llevar una vida desahogada, pero llena de presiones. Vivía con su esposa Lígia Barbosa, natural de Cabo Verde, y la pequeña Yanire en el mismo edificio de lujo en que vivían los protagonistas de la película de Woody Allen Match Point.
Todo se vino abajo el domingo por la mañana, cuando mató a su hija. Ahora está detenido y se le ha aplicado la ley de Salud Mental. Está en el hospital, bajo estrecha vigilancia porque la policía teme que intente suicidarse. No se sabe aún qué ocurrió. La familia ha desmentido las versiones de la prensa británica de que Izaga perdió los estribos porque la pequeña había interrumpido al matrimonio cuando compartían intimidad en su dormitorio. También ha desmentido la versión de que el ejecutivo actuó impulsado por unas voces interiores. Sólo se sabe que la policía acudió alertada por los vecinos, asustados por los gritos, los golpes y los llantos que procedían de casa de los Izaga a las 8.30 de la mañana. Encontraron a la pequeña Yanire inconsciente, con pijama, sangrando por la boca, la nariz y los oídos. Falleció el martes en el hospital de Saint Thomas.
Izaga se graduó en Derecho y Económicas en la Universidad de Deusto. Todo indica que las enormes responsabilidades del nuevo empleo, la necesidad de tomar constantes decisiones sin margen para el error, acabaron explotando el domingo, cuando quizás un incidente trivial le hizo perder el control.
Se especula también con que Izaga padeciera algún trastorno mental, pero sus amigos de Bilbao le han definido estos días como una persona absolutamente normal. Hace pocas semanas estuvo allí, asistiendo a una boda, y parecía encantado de la vida y orgulloso de mostrar a su hijita de dos años.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.