La invisibilidad de la mujer en la calle
"La mujer no está asociada ni al mármol ni al bronce". La socióloga y profesora de Investigación del CSIC María Ángeles Durán, ejemplifica con esta frase la escasa presencia simbólica de la mujer en las calles. No hay estatuas que recuerden a grandes figuras femeninas, ni tampoco el callejero, que honra la vida y la obra de afamados personajes, recoge muchos nombres femeninos. Todo ello convierte a la mujer en una figura invisible en el ámbito público. Un estudio de Durán destaca que en 1993 no había en Madrid más que un 6% de nombres femeninos en el callejero.
Será difícil igualar ambos géneros, revertir esta gestión de la memoria, pero en los últimos años muchas políticas se han esmerado para que este aspecto vaya cambiando. Por eso Durán suele recomendar que "sean mujeres las que se encarguen de las carteras de Urbanismo" en las ciudades, algo improbable todavía, porque son destinos políticos en los que se mueve poder y dinero. Desde ese puesto, ellas podrían intervenir en el diseño de los barrios, de la vivienda y los equipamientos necesarios, en el recorrido de los transportes públicos y en la accesibilidad a los servicios. Sí hay, sin embargo, mujeres en las áreas de Educación, Cultura o Bienestar Social. "En esos aspectos ellas también tienen mucho que aportar", afirma esta socióloga, premio nacional de Investigación.
Un precio a pagar
En el ámbito público, y en las épocas más oscuras de la historia de este país en particular, el hombre ha sido soberano, mientras que el espacio privado, la casa, era el propio de la mujer, según destacan las expertas en urbanismo y género.
Ahora la mujer sale y entra a placer, pero se conservan prejuicios y lastres económicos y laborales que siguen penalizándola a la hora de acceder a una vivienda, por eso el precio no es un elemento baladí cuando se trata de construir la ciudad igualitaria.
El último informe de la Comisión Europea sobre igualdad, publicado recientemente con motivo del Día de la Mujer, revela que ellas ocupan el 75% de los nuevos empleos creados en la UE desde 2000. Sin embargo, ganan de media un 15% menos que ellos (en España un 13%). Mientras la tasa de empleo masculino es del 71,3%, la ocupación femenina no llega al 57%. Con la cuenta corriente así, hay que comprar una casa y si se tienen hijos la cosa se complica: alrededor del 85% de los hogares monoparentales están formados por madres.
El artículo 31 de la Ley de Igualdad dice textualmente: "Las políticas y planes de las Administraciones públicas en materia de acceso a la vivienda incluirán medidas destinadas a hacer efectivo el principio de igualdad entre mujeres y hombres".
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