Las 20 horas agitan la enseñanza
Los profesores, irritados tras sugerir Aguirre que solo trabajan las horas lectivas - Dos autonomías del PP, Castilla y León y Valencia, descartan ampliar la jornada
A los profesores de la enseñanza pública les preocupa el aumento de horas lectivas que les exigen en Madrid, Galicia, Navarra y Castilla-La Mancha por la pérdida de calidad que aseguran que esa medida va a suponer. Pero también, y mucho, por la imagen que de ellos pintan algunos políticos en este conflicto, la de unos perezosos que se niegan a trabajar 24 minutos más al día.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, dijo ayer que "20 horas son en general menos que los que trabajan el resto de los madrileños". Ese es el número de clases que tendrán que dar a partir de ahora los docentes, insinuando que solo trabajan ese tiempo. Estos replican que ellos no son una excepción, pues al igual que el horario laboral de un cirujano no es solo el tiempo que pasa operando ni el de un abogado el que está en juicio, el suyo va más allá de las clases. "Si fuesen solo dos horas, yo las regalo, me aprieto el cinturón, pero no es solo eso, es mucho más. Claro que me preocupan mis condiciones laborales, que han ido bajando progresivamente con los años, pero me preocupa más la calidad de la educación pública, que se están cargado a pasos agigantados", dice Isabel Velasco, que imparte Matemáticas en el Instituto Gabriela Mistral de Arroyomolinos (Madrid)
"Si doy 25 horas de clase, ¿cómo diseño planes de lectura y nuevas tecnologías?"
Dos horas adicionales suponen más alumnos y un difícil seguimiento
Habrá docentes que impartirán clases que no son su especialidad
La jornada semanal del docente es de 37,5 horas, 30 de ellas en el colegio
A los recortes que empezaron en 2010 (los presupuestos educativos tienen 2.000 millones de euros menos que en 2010, sobre todo, gracias a la bajada de sueldo en la escuela pública), se suma ahora en el principio de curso este aumento de horas lectivas que ha puesto en pie de guerra a profesores, directores de centros en las comunidades afectadas (Galicia y Madrid han convocado huelga; y en Castilla-La Mancha y Navarra la estudian) y los sindicatos preparan movilizaciones de ámbito nacional reunirán para discutirlo.
El temor, además, es que cunda el ejemplo y otras comunidades copien el aumento lectivo, una medida que provocará, entre otras cosas, una reducción del profesorado a costa de los docentes interinos (sin plaza fija) de varios miles. Sin embargo, Castilla y León y la Comunidad Valenciana (autonomías, como las anteriores, gobernadas por el PP) lo descartaron públicamente. La Junta de Castilla-La Mancha, por su parte, ha convocado a los sindicatos para el próximo jueves con la intención de templar la situación: "Es imposible llevar a cabo las medidas este curso, y en la consejería lo saben", dice el responsable de enseñanza de CC OO en la comunidad, Alfonso Gil.
De momento, los docentes se revuelven contra la idea de que se quejan sin razón. Explican que, como cualquier otro trabajador público, tienen un horario laboral de 37,5 horas semanales. Una orden ministerial de 1994 establece que los profesores de primaria tienen un máximo de 25 lectivas y los de secundaria entre 18 y 21 en función de las necesidades. Lo habitual era que se quedasen en la parte baja de esta franja. Pero ahora, en Madrid pasan de 18 a 20 horas lectivas en secundaria (y supresión de dos horas de tutoría), igual que en Castilla-La Mancha, donde en infantil y primaria pasan de 23 a 25. En esta etapa, los maestros gallegos pasan de 21 a 25. En Navarra, se pasa de 17 a 18 en secundaria.
En total, los docentes deben pasar en el centro escolar un total de 30 horas, y el resto depende del tiempo que cada uno dedique a correcciones y preparación de clases. Pero incluso entre los menos esmerados, es difícil que no les lleve al menos seis o siete horas más por semana, según explican varios docentes consultados. Otros duplican o triplican esta cifra.
Guardias, claustros, coordinación entre profesores, tutorías, formación, cumplimentación de documentos académicos, mantenimiento del material, organización de la biblioteca, reuniones de departamento son algunas de las tareas a las que se dedican los profesores en el tiempo de permanencia en el centro. Elisa Freire, maestra en un colegio de Santiago de Compostela, se queja de que cada vez las exigencias son mayores: "Nos piden planes de lectura, de nuevas tecnologías, una innovación continua, pero si paso 25 horas en el aula, ¿cómo lo hago? ¿Quién atiende la biblioteca? ¿Cuándo aprendo a usar la pizarra digital?". La hora de clase que se suma en Navarra, las dos de Madrid y Castilla-La Mancha y las cuatro de Galicia son mucho más que eso, según los docentes. Cada una tiene un tiempo de preparación. Pero hay más. "Si te ponen dos horas más, también te meten nuevos alumnos. Puede que tengas que enseñar a 60 más de los que ya tenías, lo que hace que los conozcas menos, que tengas más correcciones que hacer, que resulte más difícil su seguimiento, que tengas que lidiar con más padres y que se generen más problemas", explica Antonio García, un profesor de secundaria en Málaga, que ve con alarma la "barbaridad" que se está cometiendo en comunidades distintas a la suya. Él, que además de ser funcionario ha trabajado en la educación concertada, con hasta 24 horas lectivas para los profesores en secundaria, constata cómo baja la calidad y cómo el agotamiento hace mella en los docentes. "Cada hora de clase es muy intensa", asegura.
"La falta de flexibilidad de aumentar a todos dos horas no tiene sentido. No es lo mismo preparar una clase de Química de 2º de bachillerato, con un alumno casi universitario, que otra de 1º de ESO, por eso la ley establece márgenes. También es diferente ser tutor que no serlo", relata Teresa Esteban, de la secretaría del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de Madrid (STEM).
La atención a la diversidad ser una de las grandes perjudicadas, se lamentan los docentes. En el afán de ahorro con menos profesores interinos, tampoco se tiene en cuenta el aumento de alumnos, que hace más difícil el desdoble de clases más problemáticas o la atención a la diversidad. "En mi instituto hay seis profesores menos y 90 alumnos más", pone como ejemplo Isabel Velasco. Cuantos más escolares tenga que atender un profesor, peor se va a poder encargar de aquellos que requieren de un trato más individualizado. La Consejería de Educación de Madrid, por ejemplo, también ha eliminado la hora de tutoría semanal que los profesores tenían con sus alumnos.
Las cifras de la vuelta al cole
- Más de 7,7 millones de alumnos de educación infantil, primaria, secundaria, bachillerato y FP comenzarán las clases a partir del próximo lunes (tomando las cifras del curso pasado) en toda España. Los primeros en arrancar serán los alumnos de Aragón y el País Vasco, y los últimos, los de Extremadura, el próximo día 13.
- Las plantillas docentes se verán mermadas este curso, a tenor de las medidas de contención de gasto adoptadas en distintas comunidades que afectarán a los docentes interinos de la enseñanza pública. El curso pasado hubo 496.407 profesores en la enseñanza pública en toda España, 5.000 más que en el anterior año académico. Sin embargo, cinco Gobiernos autónomicos (Canarias, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia y Madrid), además de Ceuta, redujeron su plantilla el año pasado en 2.861 docentes.
- El número de alumnos por profesor previsiblemente volverá a aumentar este curso, por tercer año consecutivo. El curso pasado creció hasta los 10,6 en las aulas públicas, volviendo a niveles del curso 2006-2007. La cifra más alta de la pública está en la comunidad de Canarias (12,2) y la más baja, en Cantabria (8,5).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.