La firma del vertido se lava las manos y ofrece compensaciones ridículas
La balsa ya tenía grietas en junio - Hungría comunicó en 2001 a los países del Danubio que era peligrosa - La alcalinidad del río cae pero aún es alta
La empresa Magyar Aluminum (MAL) se desentiende del vertido que causó el lunes y que amenaza el Danubio. En un comunicado, califica la ola roja como "una catástrofe natural" y afirma que fue "imposible de predecir". La rotura de una de sus presas de residuos abrasivos ha dejado siete muertos -el último falleció ayer por las quemaduras-, 150 heridos, centenares de desplazados y ha anegado un valle de barro rojo tóxico. Sin embargo, MAL, firma del orgullo comunista privatizada y vendida a un millonario húngaro en 1995, insiste en que su residuo no es peligroso y ha ofrecido unos 110.000 euros en ayuda de emergencia a las dos localidades afectadas. La reparación del escape costará millones de euros.
La empresa dispone 110.000 euros de ayuda urgente a los pueblos afectados
MAL guardaba un atronador silencio desde el lunes. Sus portavoces ni devolvían las llamadas. Ahora admite que su política de comunicación quizá no fue la adecuada por ser demasiado "poco emotiva" hacia las víctimas. "Es un caso sin precedentes en la historia de la producción de aluminio con el proceso Bayer", sostiene. Es el que la planta de Ajka (a 160 kilómetros al sudoeste de Budapest) usa desde 1943.
La firma explica que se deslizó la esquina de su balsa número 10, pero que entre el 96% y el 98% del barro rojo sigue en la presa. Y dice que la UE no incluye el barro rojo en su lista de residuos tóxicos. El director de WWF en Hungría, Gábor Figeczky, juzga un sarcasmo la respuesta: "La mayor parte del barro sigue dentro, pero lo que ha salido es el líquido que estaba encima del barro. Eso es lo que es muy alcalino y corrosivo. Ha muerto una persona por las quemaduras, que le digan que no es tóxico". El químico de la Academia de Ciencias de Hungría László Kótay coincide: "El líquido tiene mucho hidróxido sódico, que es muy alcalino. El barro que se queda en la balsa no es muy peligroso". Ese líquido, el que salió y abrasó a decenas de personas, tiene un pH de 13, según Kótay, eso supone una alcalinidad un millón de veces mayor que la de un líquido neutro. La escala que mide la acidez o la alcalinidad de una sustancia es logarítmica: una diferencia de un punto en la escala supone 10 veces de aumento en la concentración. El experto señala que al llegar al pueblo, tras mezclarse con el agua del río, el barro y el aire, el pH del vertido bajó a 11, aún así suficiente para quemar a la gente.
WWF denuncia que la balsa estaba ya al borde de su capacidad en junio. Para ello aportó una imagen tomada por una empresa que fotografía el país desde el aire. La balsa muestra estrechamientos en las paredes y alguna fuga. "No decimos que el accidente sea ahí, pero sí que esa balsa tenía problemas y serias fugas, porque se ve el líquido rojo bajo la pared, algo que no debería ocurrir".
Que la balsa era un riesgo era conocido. En 2001, Hungría la incluyó en la lista de instalaciones potencialmente peligrosas para el Danubio a instancias de la Comisión Internacional para la Protección de Danubio. Su secretario ejecutivo, Philip Weller, afirmó ayer que "el resto de países siguen con preocupación" la evolución del vertido, pero que confían en que Hungría sea capaz de detenerlo.
Ayer Budapest dio la primera señal de contención del vertido. Si el día anterior el pH en la confluencia del Raba y el Danubio era de 9,3, ayer bajó a 8, cerca del valor neutro de siete. "Hemos visto peces muertos en el Danubio, pero confiamos en que los haya llevado hasta allí la corriente de los ríos afectados", explicó Gyorgyi Tottos, portavoz de emergencias. Según el Ejecutivo, esa alcalinidad es compatible con la flora y la fauna -en el río Raba había ayer patos que no parecían muy molestos-, aunque Tottos explicó que la biodiversidad no es la prioridad. "Ha muerto gente y hay cientos de desplazados. Estamos intentando frenar el vertido y que no llegue al Danubio", dijo.
Los trabajos se centran en neutralizar la alcalinidad, según Kotáy. "Añadimos sales que compensan el exceso de alcalinidad sin dañar el ambiente". La segunda prioridad es la limpieza de las calles. Después de dos días sin llover, el barro comenzó ayer a convertirse en el polvo en Kolontar, situado unos kilómetros abajo de la balsa. Se notaba el picor en la garganta.
El pueblo nota el paso de los días. El miércoles se podía circular con ropa de calle entre los militares y asomarse al arroyo Torna, que bajaba rojo intenso. Ayer, los controles policiales limitaban el acceso al pueblo, había puestos de reparto de mascarillas y botas y la población parecía más concienciada. Los militares rociaban las calles con agua a presión pero después de un rato volvían a estar cubiertas por el polvo rojo.
Mientras los vecinos de Kolontar piden el cierre de la fábrica, aguas arriba, en Ajka, donde está la planta de aluminio, la firma comienza a recibir apoyos. Su presidente, Lajos Tolnay, ha señalado a la prensa local que se perderían 3.000 empleos si cierra la fábrica. Tolnay posee el 40% de MAL y, con 84 millones de euros de fortuna (según el periódico económico Napi Gazdasag, citado por la BBC) está en el puesto número 21 de los húngaros más ricos.
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