La fiebre verde acorrala a Bush
Los demócratas y republicanos como Schwarzenegger presionan para que EE UU se implique contra el CO2
El Gobierno de Bush es el único de una nación industrializada que no ha ratificado el Protocolo de Kioto (faltaba Australia, pero ha anunciado un cambio de postura). Pero la primera potencia mundial, que es la que más gases emite, puede cambiar a medio plazo. A las presiones exteriores, Bush debe enfrenarse a las internas.
La última batalla es lograr una ley para reducir el consumo de los coches
El presidente rectificó su discurso y ahora acepta el cambio climático
Anoche se vivió el último capítulo del enfrentamiento. El Partido Demócrata tenía previsto aprobar un texto legal conocido como Ley de la Energía, que supone un serio desafío a la política medioambiental del presidente. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, está dispuesta a llevar hasta el Despacho Oval una norma que impondría cambios drásticos en la industria automovilística, multiplicaría el uso del etanol por cinco y acabaría ahorrando un 40% del consumo anual de combustibles.
Bush ya ha anunciado su veto a la ley. "Parece que el Congreso se empeña en aprobar una ley que el presidente no ratificará", dijo el presidente del Consejo Económico Nacional, que depende directamente de Bush.
Si los demócratas no son capaces de aprobar su ley, el único que le podrá hacer sombra al presidente es otro republicano. El gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, ya ha denunciado a la Administración federal hace poco más de un mes. El gobernador quiere que la Agencia de Protección Medioambiental, dependiente del gobierno federal, dé plenas competencias a su Estado para imponer los límites que considere necesarios al consumo de carburantes.
Con las normas aprobadas por el gobernador en los últimos años se reducirían las emisiones en un 25% en los próximos 12 años. Se trata del equivalente a retirar casi siete millones de coches de las carreteras californianas. "Nuestra salud y medio ambiente son demasiado importantes como para seguir atrasando más estas medidas", dijo. Schwarzenegger ha paseado su discurso por todo EE UU. Tanto Nueva Jersey como Hawai han adoptado medidas similares. El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, se ha reunido con él en varias ocasiones para estudiar estrategias que reduzcan la contaminación.
La insistencia de Schwarzenegger y campañas como la del ex vicepresidente y premio Nobel de la Paz Al Gore parecen haber moderado a los halcones de la Casa Blanca. Bush sorprendió en el último discurso del Estado de la Unión, donde introdujo una inesperada referencia al calentamiento global. Es éste un cambio considerable respecto a 2001, año en el que Bush dijo que el calentamiento global había empezado con la revolución industrial, en el siglo XIX, quitándole importancia a la escalada en la emisión de dióxido de carbono de los años ochenta y noventa. Bush añadía que, aunque la Academia de las Ciencias reconocía la influencia del hombre en el efecto invernadero, "su informe no deja claro qué parte de responsabilidad tienen las fluctuaciones naturales del clima en el calentamiento".
Bush mantuvo en septiembre su propia cumbre del clima, a la que acudieron los 16 países más contaminantes del mundo. "El aumento de la temperatura está siendo causado, en gran parte, por la actividad humana", dijo en su presentación, despejando sus propias dudas de años antes. Desde allí decidió convocar su propio Kioto, una reunión de jefes de Estado que tendrá lugar antes del próximo verano y en la que se tratará de imponer unos límites a las emisiones contaminantes de cada país. Eso sí: cualquier límite que EE UU acepte será, siempre, voluntario.
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