La crisis pide un mesías
Un líder, un mesías, un iluminado, un enviado de Dios. Cada día que pasa casi cualquiera de estos personajes excepcionales se daría por bueno para sacarnos de la crisis. "Estosololoarreglamosentretodos.org" tiene el aroma del voluntarismo, el buenismo, el wishful thinking o el marketing, pero basta ojear el contenido de las 400.000 entradas que tiene la página en la Red para darse por muerto.
En La rebelión de las masas, publicada el año siguiente a la Gran Depresión del 29, decía Ortega: "Hay un hecho que, para bien o para mal, es el más importante en la vida pública europea en la hora presente. Este hecho es el advenimiento de las masas al pleno poderío social. Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentar la sociedad, quiere decirse que Europa sufre ahora la más grave crisis que a pueblos, naciones, culturas cabe padecer". Asombrosamente, parece copiar, punto por punto, el artículo de Carlos Mendo que EL PAÍS publicó ayer.
La ausencia de líderes se corresponde fielmente con el paso de la excelencia a la mediocridad
Actualmente, el verdadero objetivo político europeo es producir presidentes al estilo de Berlusconi
No hay líderes lúcidos, y cuando parece que de lejos oteamos uno, sea Obama o Merkel, al primero lo boicotea incluso un grotesco conglomerado autodenominado Tea Party y, a la segunda, según dice Mendo, no le da la gana dedicarse a liderar.
La ausencia de líderes se corresponde fielmente con el paso de la excelencia a la mediocridad, de la voz diferente a la voz del sondeo, de la creación minoritaria al best seller. Los libros, las músicas, la historia, la ciencia tienen que hacerse comprender por todos de modo que si el autor ha dedicado años a pensar e investigar sobre un tema deberá exponerlo no sólo para que cualquiera lo entienda, sino para que pueda, además, opinar y discutir sobre el asunto.
Ésta es la temida sociedad de masas que diagnosticaba Ortega hace 90 años, cuando la humanidad se hallaba lejos de llegar a la tercera parte de los habitantes actuales y el consumo, como puede suponerse, apenas ofrecía oportunidades de elección, pese a su tremendo escándalo.
A ese tiempo político, sin embargo, se le llamaba "hiperdemocracia", que curiosamente viene a ser el término que se emplea hoy para describir la millonaria participación social, política o cultural de las webs, los blogs o los SMS.
La enorme lista de libros exaltando en estos años el poder de los muchos (The Power of Many) o la inteligencia de la muchedumbre (The Wisdom of Crowds) ha promovido la ideología del conocimiento compartido, horizontal y wikipédico, al que corresponde el bendito movimiento "estosololoarreglamosentretodos.org". Es decir, no es que esto pueda arreglarse entre todos sino que, solamente, lo arregla la aglomeración.
¿Una nueva doctrina profética? ¿Un grito de desesperación? En todo caso, esto es simplemente lo que hay. Los líderes sucumbieron tras la II Guerra Mundial y desde hace años nos valemos de sustitutos paródicos. ¿Berlusconi? Umberto Eco decía hace poco que así como durante decenios se ha creído que el destino de Europa consistía en parecerse a Estados Unidos, en la actualidad el verdadero objetivo político europeo es producir presidentes al estilo de Berlusconi. Con ello, la historia habrá llegado a su crisis perfecta, el momento idóneo de una enfermedad que rozando su punto extremo se colapsa y metamorfosea.
Pedir líderes ahora es igual que pedir peras al olmo. Para que volviera a ser un peral es incalculable el número de injertos y tanteos que requeriría. Ocurre como con los equipos de fútbol. Prácticamente todos se han quedado sin el importante liderazgo del organizador (el mítico número 10) desde el centro del campo, y de ahí las exageradas aclamaciones que recibe Guti o Xavi. Hace años, tipos como Gerson, Suárez, Colunna, Rivera, Zito o Schiaffino comandaban el rumbo del equipo. A la vez, todos los entrenadores famosos, desde Helenio Herrera a Muñoz, Zagalo o Michels se apoyaban en un líder culminante, fuera Di Stefano, Kubala, Pelé o Cruiff, extraordinarios no ya para lo suyo sino extraordinarios para el grupo. ¿Un gran líder político hoy? ¿Se han fijado, por ejemplo, en el actual presidente de turno de la Unión Europea?
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