La cara oculta del biodiésel
La producción de soja amenaza la Amazonia brasileña
Brasil es, tras Estados Unidos, el segundo mayor exportador de soja del mundo. Además, el programa de producción de biodiésel podría acabar teniendo a esta semilla como principal materia prima. ¿Bendita soja, entonces? Según la voz de alarma lanzada por Celso Marcato, coordinador de Seguridad Alimentaria de la ONG ActionAid Brasil, en el diario O Globo, más bien se podría decir “maldita soja”, desde el punto de vista ecológico y medioambiental.
Según Marcato, la producción de soja está invadiendo no sólo el serrado, similar a la meseta castellana, sino que está empezando a comerse la Amazonia, con el agravante añadido de que el monocultivo de soja en la Amazonia no sólo va destruyendo la selva, sino que acaba expulsando a comunidades enteras de agricultores familiares, acrecentando la miseria de las poblaciones de esas áreas.
La actual producción de soja estaría enriqueciendo más bien a un pequeño grupo de multinacionales y dos grandes empresas nacionales que comercializan e industrializan la soja, sin que las ventajas lleguen a la gran masa de los brasileños. La soja representa hoy el 47% de las plantaciones de grano del país. En 2005 era sólo el 22%. El área plantada de soja en el país aumenta alrededor de un 300% al año y se prevee que el ritmo de crecimiento se mantenga los próximos años.
Según los ecologistas, la expansión de las plantaciones de soja no sólo destruye la selva, sino que también pone en peligro los acuíferos, provoca la contaminación de los ríos y de los suelos por tóxicos y fertilizantes y reduce la biodiversidad animal y vegetal, que en la Amazonia es de las mayores del mundo.
El Gobierno del presidente Luis Inácio Lula da Silva está entre la espada y la pared, pues la producción y exportación de soja supone una de las principales entradas de divisas, mientras, por otra parte, el ministerio de Medio Ambiente, que dirige la ministra ecologista Marina Silva, ha tenido ya varios desencuentros con algunas medidas del Gobierno, hasta el punto de que más de una vez se habló de la posibilidad que Silva presentase su dimisión a Lula. Uno de los momentos más tensos fue cuando el presidente se quejó en público de la rigidez de algunas leyes medioambientales, que estarían impidiendo el desarrollo económico del país. La ministra firmó un comunicado de su Ministerio que rechazaba dichas afirmaciones.
Dos programas actuales del Gobierno hacen aún más difícil la posibilidad de detener ese crecimiento de la producción de soja: el programa de producción de biodiésel, considerado pionero en este país y el nuevo programa de aceleración del crecimiento, que dirigido a la ampliación de las infraestructuras y que supone la ampliación de puertos y autopistas para facilitar el transporte de la soja.
Una de las pruebas de la voluntad del Gobierno de Lula en su segundo mandato va a ser la permanencia o no en el Ejecutivo de la ministra Silva, conocida por su intransigencia en materias medioambientales.
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