Peligro, tóxicos
En España, cada habitante produce al año unos 0,3 kilos de residuos peligrosos. Son elementos que están en casa, pero que requieren un tratamiento especial para su eliminación
A Peter Parker le picó una araña radiactiva. El joven estudiante estaba de visita en un laboratorio, en pleno centro de Nueva York, cuando el insecto, que había sido expuesto a unos líquidos contaminados, introdujo su veneno y le transformó en Spider-Man. Cómics y películas relatan sus aventuras; de los líquidos contaminados que dieron origen al superhéroe no se supo nada más. Eran residuos peligrosos. Como los tres millones de toneladas que, según datos del Plan Nacional de Residuos, se generan al año en España. Y aunque los metales pesados, las sustancias ecotóxicas o los fluidos nocivos son mayoritariamente industriales, una porción de esos deshechos se genera en casa. Son la cara peligrosa de la basura.
Las mañanas empiezan con cadmio, el que llevan las pilas del despertador
Interesa reaprovechar los caros y escasos metales que llevan los móviles
En el siglo XXI, las mañanas empiezan con cadmio, el que llevan las pilas del despertador. Los fluorescentes están cargados con tungsteno, los móviles tienen batería de litio, la tele está llena de xenón y radón, y un litro de aceite usado en la cocina puede limitar la vida de mil litros de agua.
De los cerca de 1,5 kilos de residuos generados de media por habitante al día en España, 0,82 gramos son peligrosos, según un estudio del Gobierno vasco. Una fracción mínima. Pero igual que los líquidos que contaminaron al hombre araña, los materiales con estas características (aparecen todos en el listado del Real Decreto 952/1997), así como los envases que los han contenido, tienen su destino propio: un punto limpio, donde se recogen desde frigoríficos hasta termómetros de mercurio.
El hospital madrileño de La Paz tiene uno propio. En 2010 generó 8.000 kilos de desechos. Un 10%, peligrosos. "Las jeringuillas o la sangre son algunos de los restos que hay que gestionar aparte", explica Sara Gusi, responsable de la unidad de gestión ambiental del centro. Desde 2005 cuentan con un sofisticado depósito controlado donde se separan. "Esto es como una pequeña ciudad, por lo que se decidió tratar las basuras aquí", comenta Ana del Prado Catalina, subdirectora de servicios generales del hospital, que puso en marcha la instalación donde se almacenan efluvios rabiosos, restos de tratamientos oncológicos o radiografías (residuos tóxicos, citotóxicos y químicos, respectivamente).
"La inversión inicial fue de un millón de euros, y aunque no realizamos el tratamiento, facilitamos el proceso", añade. Cada cierto tiempo, diaria o semanalmente, según la categoría del residuo, un gestor autorizado por las comunidades autónomas traslada lo almacenado. Son subcontratas privadas que llevan la mercancía a una planta de tratamiento.
En una planta de gestión, Abeja Negra, uno de los archienemigos de Spider-Man, trabajaba como guardia de seguridad y mutó a malévolo en un incidente. Lo tóxico se pega, por eso se aísla. Y hay productos aparentemente inofensivos que implican un grado de peligrosidad, como los sobres de ibuprofeno o las aspirinas caducadas. Los medicamentos se recogen en las farmacias y, como el resto de residuos peligrosos, se trasladan a plantas donde se valorizan; es decir, se intentan aprovechar. La parte no explotable se recicla. Lo que queda, ya inerte, se deposita en vertederos controlados.
La basura es valiosa. Por lo menos esta. Muchos de los metales usados en iPad, móviles o netbooks, además de contaminantes, son escasos y limitados. A los productores les interesa aprovecharlos. "En 2010 recuperamos 3 de cada 10 pilas que se utilizaron en España", muestra con orgullo José Pérez, presidente de Ecopilas.
Es otro modelo de gestión de residuos peligrosos: organizaciones sin ánimo de lucro financiadas por los propios generadores del desecho, que lo recogen y lo llevan a la planta de gestión. Se financian con una ecotasa que los productores pagan, y aunque en teoría solo deberían encargarse de los residuos de las empresas pagadoras, acaban recogiendo todas las pilas que les llegan. "Hay un 20% de pilas ilegales que acaban en nuestros puntos de recolección. Muchas tienen niveles de mercurio muy por encima de lo permitido, pero nos sale más barato gestionarlas que devolverlas", continúa Pérez, cuya organización controla el 70% del mercado y tiene acuerdos con las 17 autonomías.
"No es normal que cada comunidad tenga su propia nomenclatura, normas, y que necesites un permiso en cada una. Me parece ridículo", asevera Pérez. La gestión de residuos es competencia autonómica y municipal. El Estado establece una legislación marco acorde con la norma europea y luego cada comunidad legisla la manera de cumplirla. "Es un pequeño caos burocrático que cambia según el territorio. Al final, las propuestas son similares porque, por mucho que quiera innovar, el problema es el mismo", explica María Pérez, técnico de Ambinor Consultoría y Proyectos.
Sobre la manera de realizar la segregación de residuos se debate en el Congreso; la última cita fue el miércoles pasado. En marzo, el Gobierno aprobó un anteproyecto de ley para cambiar la legislación actual. "Incluye novedades como la creación de un consejo de homogeneización que pretende coordinar las diferencias autonómicas y la supervisión a posteriori de las medidas tomadas. Eso es un poco arriesgado, pero va en la línea europea de responsabilidad ambiental ciudadana", resume Rafael Sarricolea, profesor de gestión de residuos de la Universidad de Alcalá. De manera continua aparecen en nuestra vida los residuos peligrosos. Por suerte, no con la intensidad con la que marcan la vida del hombre araña, pero implicar a la ciudadanía con la basura tóxica es importante.
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