Nobel para la proteína 'chivata'
Un japonés y dos estadounidenses reciben el galardón de Química
Un bioquímico japonés y dos estadounidenses recibieron ayer el máximo reconocimiento que un científico puede esperar: el Premio Nobel, en el área de Química, por sus sucesivos descubrimientos que sirvieron para convertir una medusa en una herramienta fundamental para ver qué pasa dentro de una célula, para ver cómo funciona una maquinaria que puede medir 0,02 milímetros y que, si se estropea, produce enfermedades en el organismo.
Osamu Shimomura (de 80 años), Martin Chalfie (de 61 años) y Roger Y. Tsien (de 56 años) reciben el galardón por una proteína que se une por ingeniería genética a otra que sería invisible de otro modo, la marca y se chiva -iluminándose de verde fluorescente- acerca de los movimientos, posiciones o interacciones de la proteína etiquetada.
La historia de este descubrimiento empieza con una medusa de las aguas costeras norteamericanas, con esa proteína suya que brilla en verde cuando se ilumina con luz ultravioleta. Pero el reparto de aportaciones de los tres galardonados (en este caso se dividen a partes iguales el millón de euros de dotación del Nobel), es claro, casi como en los cuentos. Uno (Shimomura) descubrió, en 1962, la bioluminiscencia de la proteína de la medusa; otro (Chalfie) se dio cuenta, 30 años después, de que podía utilizarla, y la usó como marcador para delatar lo que había dentro de una célula; el tercero (Tsien) desarrolló después toda una paleta de proteínas de colores que se ha convertido en herramienta de gran utilidad para ver procesos celulares de otro modo invisibles.
Las biociencias ganaron así un nuevo microscopio para estudiar, por ejemplo, cómo crece un tumor, el desarrollo del alzhéimer en las neuronas del cerebro o el crecimiento patológico de una bacteria, resaltó ayer el Comité Nobel. La proteína, denominada GFP, es verdosa a la luz del sol, amarillenta a la luz de una bombilla y verde fluorescente con luz ultravioleta, y no necesita ningún aditivo para resplandecer, por lo que no se altera con ella esa delicada maquinaria que se quiere ver en funcionamiento.
Miles de investigaciones se hacen actualmente en el mundo con este peculiar microscopio, desarrollado a partir de la naturaleza de la medusa. Por cierto, destacó ayer el Comité Nobel de la Real Academia de Ciencias sueca, sigue siendo un misterio por qué la evolución hizo que brille así la medusa Aequorea victoria de Shimomura.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.