¿Le gustaría ser paciente de House?
Dos médicos debaten sobre los claroscuros de este singular personaje televisivo
¿Le gustaría ser paciente de House?. Esta pregunta flotaba en el debate que Aula EL PAÍS organizó en la sede de la redacción de Barcelona el martes. Bajo el título "La práctica House", sin adjetivos, dos médicos debatieron sobre esta figura de la ficción televisiva. Antoni Sitges-Serra, catedrático y jefe de la Unidad de Cirugía Endocrina del Hospital del Mar, y Jordi Desola, director de la Unidad de Terapéutica Hiperbárica de Barcelona y analista radiofónico de House, fueron descifrando los claroscuros del carácter y la conducta de este irrepetible personaje.
Para Sitges-Serra, hay una frase del propio House en el primer episodio de la serie que aclara muchas cosas. Cuando su amigo Foreman le comenta que "nos hacemos médicos para tratar pacientes", House replica tajante que él es médico "para tratar enfermedades, tratar pacientes es lo peor de la profesión". Un tipo que está convencido de que "cuando te estás muriendo le caes bien a todo el mundo" parece vacunado para la empatía y la amabilidad con el enfermo. Para Sitges-Serra, House es un personaje excéntrico, que sabe que su discapacidad despierta el interés de los otros y la aprovecha para manipularlos. Además, presenta los rasgos típicos de un adicto: mal humor, negligencia en el vestir, provocador...Un adicto, por otra parte, a un analgésico basado en la codeína, el Vicodin, con el que tienen tratos uno de cada dos norteamericanos (más de 124 millones de recetas en un año).
La condición de cínico persistente de House fue matizada por el ponente. La palabra está asociada popularmente a una pésima imagen, pero remite a una escuela filosófica de grandes solitarios que predicaba la austeridad, el acceso a la felicidad a través de las cosas sencillas. Un médico, además, que prefiere la observación al estudio de la historia clínica. Sitges-Serra señaló el empleo de la mentira por parte de House como herramienta para descubrir, a su vez, las mentiras de los pacientes, lo que ocultan y dificulta el diagnóstico. Lo hace, por ejemplo, cuando comunica a una enferma que la analítica detecta su consumo de cocaína. Una analítica que no existe pero que induce a la paciente a reconocerlo. El manejo de la mentira por parte de House es obra del guionista de la serie, David Shore, quien, como abogado, ha tratado con ella asiduamente.
Para Sitges-Serra la estructura de los capítulos es musical. Un solista, House, y una orquesta, el coro de sus colaboradores, que recorren una trama en la que hay la apertura, el adagio, el esquerzo (un problema repentino) y la coda con la solución final.
Desola recorrió brevemente las ficciones en las que un médico es protagonista para terminar con el extenso catálogo de series televisivas existente. Desde los Gannon, Kildare, Marcus Welby, El fugitivo, MASH hasta las más recientes (Urgencias, Hospital Central, Anatomía de Grey o Doctor en Alaska). "La mayoría son un producto típico de Hollywood cuya trama tiene la misma arquitectura que otras series como, por ejemplo, Perry Mason. En ésta se describe un ambiente y unos protagonistas, surge el crimen, se consulta a los detectives, todo culpabiliza al protagonista hasta que el detective derrumba las pistas falsas y resuelve brillantemente el caso. En las series médicas volvemos a encontrar el perfil del protagonista, la aparición de la enfermedad, la consulta al médico protagonista que contradice los falsos diagnósticos y resuelve el problema con una idea brillante. En esta historia de las series, Desola detectó un giro en las preferencias de la audiencia. Frente al modelo de La Casa de la Pradera, donde reina la bondad, lo que está ahora de moda es el modelo Dallas, done impera la maldad.
Desde el punto de vista científico, la serie House, según Desola, no engaña. Lo que ocurre es que se escogen enfermedades raras o más habituales, pero que desarrollan complicaciones extremas. La parte más increíble, aseguró, es que en los hospitales de verdad no encontraremos a este médico "pluriomnipotente" que parece saber de todo. En cambio, esta serie, y algunas otras del mismo género, tienen la ventaja de desmitificar la figura del médico que se equivoca, se enfada, tiene problemas con los colegas.., nos aproxima a la enfermedad como un hecho natural y ayuda a comprender las limitaciones de los médicos y la Medicina.
El error médico
En el debate con los asistentes, surgieron otros temas como, por ejemplo, la frecuente aparición en la serie de enfermedades infecciosas y autoinmunes (en las que el sistema inmunitario agrede al cuerpo en lugar de protegerlo) como el lupus. Y, en general, de casos muy raros. Casos que también se presentan, con menos frecuencia, en los consultorios españoles. Los ponentes citaron dos experiencias personales, de una monja que se había provocado lesiones con una plancha y la de un preso que, para intentar la fuga, se había inyectado con jeringas de insulina aire en el cuello. Las comparaciones entre el hospital norteamericano donde trabaja House y las condiciones de trabajo en la medicina pública española fue otro tema recurrente. Así como el diferente contexto legal. En España, el paciente tiene derecho a negarse a un tratamiento y los enfermos de House padecen múltiples pruebas clínicas sin ser preguntados. Otro tema fue la creciente intolerancia ante el error médico. Los dos ponentes distinguieron entre el error ineviatable y la negligencia. De todas formas, como dice House, "los errores siempre son tan grandes como sus consecuencias".
Este debate, organizado por Aula EL PAÍS y el Observatorio de la Comunicación Científica de la Universidad Pompeu Fabra, cuenta con el apoyo del Instituto Novartis de Comunicación en Biomedicina.
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