Juegos Olímpicos sí, pero ¿cómo se pagan?
La tercera candidatura de Madrid a la cumbre deportiva llega en plena recesión y con las arcas públicas asfixiadas - Las sedes se benefician en años siguientes - Urge movilizar dinero privado
¿Corazonada o cabezonada? Madrid tiene un sueño -o al menos su alcalde-: quiere ser olímpica. Pero Madrid también es la capital de un país en recesión, acosado por los mercados financieros, que ronda el 20% de desempleados y cuyas administraciones autonómicas tienen las arcas tan vacías que no son capaces de pagar a sus proveedores. El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, quiere que la ciudad acoja los Juegos Olímpicos de 2020. Es la tercera vez que lo intenta. Y es la primera en que el resto de partidos políticos no le han dado su apoyo en bloque. Surgen voces críticas. ¿Se puede permitir ahora Madrid organizar unos Juegos? ¿Cómo los va a financiar y qué beneficios le reportarán? ¿Es una prioridad?
"Los Juegos son una inversión, no un gasto", asegura un economista
Por primera vez, Gallardón no tiene el consenso de los grupos políticos
Asociaciones de vecinos y ecologistas recuerdan la deuda y critican el momento
La organización de Londres 2012 también ha generado polémica
Gallardón es consciente de que no es el mejor momento para hablar de dispendios. En su discurso abunda la palabra austeridad. Ha prometido no gastar ni un euro en nuevas infraestructuras hasta 2013, cuando el Comité Olímpico Internacional (COI) decida al ganador. Asegura que se lo puede permitir porque ya tiene el 80% de lo necesario construido. Le falta, sin embargo, el estadio olímpico, el centro acuático, la villa... Otra cosa es la candidatura en sí (viajes, informes, promoción...), el dinero que hay que gastar hasta entonces. Madrid empleó 38 millones de euros la última vez, de los que 21 procedieron de patrocinadores privados. Esa será la fórmula low cost que quiere aplicar Gallardón. El objetivo es que, si se puede, el 100% de la inversión sea privada. Pero la crisis es para todos, también para las empresas. El alcalde no sabe y no puede saber qué porcentaje acabará teniendo que pagar el sector público.
"La crisis no tiene por qué disuadir a los patrocinadores de la candidatura: habrá emprendedores inteligentes que sepan ver el interés en invertir en negocios que pueden ser importantes. Además, esperemos que en 2020 la crisis esté ya lejos", opina Ferran Brunet, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), autor del Estudio de impacto económico de los Juegos de Barcelona 92 y consultor de Londres 2012 y Rio 2016.
La mayoría de informes que maneja hablan de beneficios para las ciudades organizadoras. En el caso de Madrid, Brunet augura que "los réditos solo serán positivos, y pueden ser muy grandes. Incluso en el supuesto peor -esto es, que una decisión positiva para Madrid se demorara otra vez-, de la misma candidatura se deducirán beneficios". Porque estos no son solo tangibles, añade: "Los beneficios intangibles, relacionados con la mayor visibilidad de Madrid, y con el trabajo de excelencia que la candidatura realizará, pueden ser importantes. En el contexto de competencia global, es clave poner a Madrid entre las regiones creativas del mundo".
Los Juegos Olímpicos se autofinancian, coinciden los expertos. Esto es, únicamente la organización. Los patrocinios privados, la venta de entradas y los derechos de televisión permiten cubrir gastos. Otra cosa son las inversiones, las infraestructuras. Y es ahí donde hay que hacerlo bien. "La inversión pública debe hacerse siempre pensado en el uso que se vaya a dar después a las instalaciones", asegura Miquel Benosa, coordinador del Centro de Estudios Olímpicos de la UAB, cuyo teléfono fijo acaba, y no es ninguna casualidad, en 1992. "Ahí han pinchado algunas ciudades como Atenas, que fue un fiasco, y en cierto modo Pekín, con el estadio Nido. Hicieron inversiones que no respondieron a las necesidades posteriores". Sin embargo, Benosa tiene claro que "hay que considerar los Juegos como una inversión y no como un gasto".
Y hay que mirar al futuro. El beneficio final no se mide en el momento, insisten los expertos. Madrid, por ejemplo, calcula que organizar los Juegos supondría una entrada de entre 1,5 y 2 millones de nuevos turistas. Desde el año anterior a la celebración y en los cinco siguientes el aumento del turismo representaría 2.500 millones de euros y 35.000 puestos de trabajo. "Que le den unos Juegos Olímpicos a una ciudad equivale a ponerla en boca de todos", asegura Jaime Lissavetzky, ex secretario de Estado para el Deporte y portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, donde ha sido el único que ha apoyado a Gallardón.
Que se lo digan a Barcelona. "Nos puso en el mapa, abrió la ciudad al mar, ganamos en equilibrio territorial y en movilidad, recuperó barrios olvidados", enumera Enric Truñó, actualmente comisionado de la candidatura Barcelona-Pirineos para los Juegos de Invierno 2022, pero que fue concejal de Deportes de Barcelona antes y después de los Juegos del 92. "Para Barcelona fue clave agarrarse a la oportunidad. No sé si Madrid, una ciudad más hecha, la necesita tanto, pero Londres también la ha aprovechado. No es solo la construcción física de la ciudad, sino también de la marca. Barcelona es mucho mejor percibida en el extranjero que aquí, y eso se lo debe a los Juegos".
Madrid ya está en el mapa. Madrid ya ha acometido una gran renovación de infraestructuras: modernizó y amplió su aeropuerto, extendió la red de metro, soterró la vía de circunvalación M-30, recuperó el río Manzanares y construyó un parque lineal de ocho kilómetros de largo... Ha gastado ya mucho dinero. Y por eso es el Ayuntamiento más endeudado de España: 7.000 millones de euros, casi como el resto de capitales de provincia -Barcelona le sigue con 1.100 millones- juntas.
"Si todos los miles de millones de euros que se gastaron en enterrar la M-30, más los que se pretenden gastar en los Juegos, se hubiesen destinado a dotar a los barrios de los equipamientos sociales que no tienen o son muy deficientes, entonces sí que habría cambiado Madrid", aseguran en un manifiesto cinco asociaciones de barrios del sur de la capital. Lo han titulado "No es la prioridad". Eso piensa también Izquierda Unida, que se resiste a dar su apoyo a Gallardón como hizo en los dos intentos previos. UPyD, grupo que se acaba de estrenar en el Ayuntamiento de Madrid, ha dicho claramente que no. "No es que no queramos los Juegos Olímpicos, es que no es el momento. España ahora tiene problemas más importantes a los que dedicar nuestras energías, esfuerzos y dinero", aseguró su portavoz, David Ortega.
Gallardón no solo tiene que convencer al centenar de miembros del COI que votan. Esta vez, también le toca persuadir a los ciudadanos. Le han dado su apoyo en las urnas recientemente, y junto con el PSOE de Lissavetzky suman el 80% del pleno municipal. Pero los Juegos Olímpicos no figuraban en su programa electoral. El alcalde de Madrid no es el único que se enfrenta a la crítica de los suyos. La crisis también ha hecho mella en Londres 2012. En marzo pasado, a la vez que se ponían en venta las primeras entradas, un semanario lanzaba una campaña de carteles publicitarios en el metro titulada así: "Organizar los Juegos es un despilfarro".
En Londres hay debate, y en Madrid ya está empezando a surgir más allá de la política. La Federación de asociaciones de vecinos de Madrid critica el empeño del alcalde. Antes que las grandes obras, tienen que estar los barrios y sus vecinos, y más cuando hay crisis, argumentan. Ecologistas en Acción también está en contra: "El ejecutivo debería centrar sus esfuerzos y el dinero público en asegurar los servicios básicos a los ciudadanos. Sin olvidar otra prioridad: reducir la contaminación del aire", afirman. El año pasado Madrid incumplió los límites de dióxido de nitrógeno (un gas que procede básicamente del tráfico) que marca la Unión Europea y tendrá que pedir una moratoria.
La crítica al sueño olímpico de Gallardón no es nueva. Con ocasión de la candidatura para 2016 cerca de dos millares de ciudadanos de diferentes ámbitos firmaron un Manifiesto por una auditoría olímpica para Madrid. El texto exigía saber "a cuánto asciende este nuevo despilfarro megalómano". El economista y estadístico José Manuel Naredo, profesor también en la Escuela de Arquitectura de Madrid, fue uno de los que firmó. "Una decisión de ese porte exige información, transparencia y un referéndum", asegura. "Hay que consultar a la ciudadanía, saber qué prioridades tiene. Después del movimiento 15-M no se puede seguir tomando decisiones que son un atropello a la ciudadanía". Y no ha habido auditoría, recuerda.
También hay quien considera, como Gallardón, que los Juegos son una oportunidad de crecimiento económico, de empleo y de promoción internacional para Madrid que no se puede desperdiciar. El alcalde, y como él muchas voces del mundo del deporte, está convencido de que a la tercera va la vencida. "No podría dormir con la conciencia tranquila si dijera no", ha dicho Lissavetzky. El arquitecto José María Ezquiaga, premio nacional de Urbanismo en 2005, también cree que en el sueño olímpico hay una oportunidad de afrontar definitivamente los retos de futuro de la capital. Imagina un Madrid más verde y sostenible, menos hostil con el peatón y con un centro histórico revitalizado. Y cree que los Juegos serían el impulso definitivo. "Hay que rentabilizar las infraestructuras y a la vez crear un urbanismo no asociado a proyectos emblemáticos, ni a grandes estadios, sino amable, cercano a la gente".
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