"España va a sufrir mucho si no empieza a innovar"
España está en apuros. Decenas de empresas industriales están planteándose la fuga a países con menores costes laborales y, en menos de dos años, este país dejará de recibir fondos comunitarios. La mano de obra ya no es barata, así que España no puede competir con China o los países del Este de Europa, y está a la cola de los países que investigan, así que está muy lejos de ponerse a la altura de EE UU. Atrapada en este bocadillo -el empleo no es barato pero tampoco innovador-, la triste realidad es que la quinta economía de la UE es la número 14 en lo que se refiere a la inversión en I+D (Investigación y Desarrollo).
Nathan Rosenberg (1927, Nueva Jersey, EE UU) está considerado uno de los mayores expertos del mundo en políticas de innovación. Es miembro electo de la Academia de las Ciencias de Estados Unidos y trabaja en el Departamento de Economía de la Universidad californiana de Stanford, donde ocupa la principal cátedra. Está en España para impartir una serie de conferencias sobre innovación, ciencia y tecnología y, para empezar, lanza una advertencia a todos aquellos -políticos, empresarios, trabajadores- que todavía no son conscientes del grave peligro que corre el país: "Ustedes tendrán que cambiar de dirección. No podrán explotar nunca más la mano de obra barata, porque ya no lo es. Si no desarrollan nuevos productos, y los incorporan después a sus procesos industriales, van a tener problemas. Van a sufrir".
"Ustedes ya no pueden explotar la mano de obra barata. Sin nuevos productos que implantar en los procesos industriales, van a tener problemas"
"La educación superior es lo más importante. Para que un país desarrolle tecnología compleja, necesita personas con capacidades complejas"
La necesidad de mejorar la capacidad española para innovar científica y tecnológicamente es algo que nadie discute. España está especializada en manufacturas tradicionales, poco intensivas en tecnología y con una mano de obra escasamente cualificada y, por tanto, sustituible. La idea es que los españoles innoven, investiguen, utilicen inteligentemente la tecnología y cuenten con profesionales altamente cualificados y, por tanto, capaces de seguir alimentando esa industria en un futuro.
El debate está en cómo conseguirlo. Rosenberg, que ha sido asesor de distintos gobiernos en este tema, reconoce que no hay una fórmula secreta de fácil aplicación para transformar un país científicamente atrasado en otro tecnológicamente innovador. La receta que él aplica contiene una mezcla de políticas públicas que faciliten la creación de proyectos y de empresas, una mayor inversión privada, una difusión constante de las ventajas de la tecnología entre la población, la continua colaboración entre la universidad y la empresa, y una educación superior de calidad. De todos estos elementos, y si tuviera que elegir uno, Rosenberg no duda: la clave está en ofrecer educación técnica y superior de calidad.
"Para que un país desarrolle tecnologías complejas, necesita tener gente con capacidades complejas", explica. La educación superior es, para él, la razón principal por la que Estados Unidos es la primera economía del mundo, y la más innovadora.
"EE UU invierte un 2,3% de su PIB en educación superior, mucho más que cualquier país de la Unión Europea y que la media de toda la UE, que ronda el 1,3%", explica Rosenberg. "Y esto nos ofrece una ventaja competitiva tremenda". Los niveles que, ahora mismo, tiene la UE en empleo, investigación y productividad son los que tenía EE UU en los años 80, según un estudio de la Asociación de las Cámaras Europeas de Comercio. Y así como Inglaterra lideró la primera revolución industrial en el siglo XVIII, y Alemania consiguió superarla gracias a la pujanza de su industria del acero, la era de la informática y las comunicaciones está monopolizada, prácticamente, por las empresas estadounidenses.
Rosenberg, que ha sido también profesor en Harvard, Oxford y Cambridge insiste en la importancia de la calidad de la educación para que cualquier otro país pueda competir, algún día, con EE UU: "Todo esto se reduce, en buena parte, a tener una base de población formada en determinadas especialidades, como las matemáticas, la ingeniería, la informática, las telecomunicaciones o la biotecnología. Y el secreto del éxito de EE UU", añade "es que esa población no es sólo estadounidense sino que hemos sido capaces de atraer a estudiantes europeos, asiáticos o latinoamericanos. Los mejores, además, permanecen allí". Esta capacidad para atraer talento extranjero es, según Rosenberg, "un arma enormemente poderosa para un país, porque esos estudiantes alimentan después nuestras empresas más avanzadas. Así que", concluye, sonriendo, "España no tiene elección. Ustedes necesitan este tipo de gente, que tenga conocimientos profundos de tecnología, que sepa idiomas y que pueda crear productos y procesos innovadores. Todo se reduce a eso".
A sus 77 años, Nathan Rosenberg no parece cansarse de explicar sus teorías. Ha ofrecido conferencias en Madrid y Bilbao sobre cómo interactúan las universidades estadounidenses con las empresas -especialmente las pequeñas-, y sobre cómo éstas consiguen sacar adelante sus investigaciones a través de las universidades y, sobre todo, de la poderosa industria de capital riesgo, que financia proyectos muy arriesgados pero con muchas posibilidades, también, de ser rentables.
Éste es el motivo por el que Rosenberg no cree que la UE necesite aumentar sus inversiones públicas en I+D y ofrecer más subsidios sino, más bien, modificar sus políticas para la creación de empresas y ayudarles a encontrar financiación privada. "Crear una empresa cuesta cuatro veces menos de tiempo en EE UU que en la media de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico)", explica. "Y lo cierto es que la industria de la alta tecnología ha tenido mucho éxito en mi país porque los inversores tienen muchas perspectivas de hacer dinero". El catedrático de Stanford añade, sonriendo: "A nosotros no nos incomoda hablar de dinero, como a ustedes. Y el dinero prestado no genera dinero, porque hay que devolverlo. Me entristece mucho cuando escucho a los europeos, que creen que el Gobierno va a solucionar sus problema. No puede hacerlo porque no tiene la capacidad para asumir riegos. Los creadores de Google", concluye, "no pidieron dinero prestado al Gobierno".
Según un reciente informe publicado por Jordi Gual, del IESE, y Lluís Torrens, de la Universidad Pompeu Fabra, el 15% del tejido industrial español está amenazado por el traslado de empresas a otros países. Entre los últimos afectados están los 454 trabajadores de la fábrica riojana que Electrolux plantea llevarse al Este de Europa, o los más de 100.000 que podrían perder su empleo en el sector textil por el empuje de la industria china.
Rosenberg asegura que no hay tiempo que perder, y recomienda a España analizar cuáles son sus fortalezas para concentrase en modernizarlas y, después, explotarlas: "En el caso de España, los lazos afectivos y económicos con América Latina y la potencia de su industria turística son claras ventajas", explica. E insiste: "La educación superior es lo más importante.
Si no tienen la capacidad humana para desarrollar todo lo demás, es muy improbable que España se convierta en un país competitivo".
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