Dios contra Darwin
El Museo del Creacionismo explica 'científicamente' que Dios "creó el mundo en seis días"
Se diría que se está ante otro reino mágico de Disney. Pero los libros que se venden en la tienda no tienen en sus aventuras al pato Donald o al perro Pluto. En su gran mayoría son libros de texto que aseguran que la Tierra se creó en seis días y tiene sólo entre 6.000 y 10.000 años de antigüedad. El hombre apareció en el día sexto y, en el séptimo, Dios descansó. Por supuesto, los humanos no evolucionaron. Fueron creados a imagen y semejanza del Señor.
La estructura y la tecnología refieren a un parque temático. Y los inmensos dinosaurios que pueblan el edificio hacen pensar en un museo de historia natural. Pero... ¿no son esos Adán y Eva? Y... ¿no juega esa cándida niña con un Tyrannosaurus rex, que satisfecho masca una rama de árbol? Hasta la fecha, estos animalitos de 8.000 kilos, una docena de metros de altura y mandíbulas inmensas... eran carnívoros.
No en el Museo del Creacionismo. Aquí los Tyrannosaurus rex conviven en plácida armonía con los seres humanos y el mundo se explica a través del Génesis, el primer libro de la Biblia que relata la creación de la Tierra. Todo bajo la línea argumental de las siete letras C de la Historia: creación, corrupción, catástrofe, confusión, Cristo, cruz y consumación. Finalmente, una C más: Creacionismo. Museo del Creacionismo. Un Arca de Noé de 12 metros de alto. Un espectacular planetario que explica cómo Dios creó las nebulosas. Una colección de fósiles (¿verdaderos?). Medio centenar de vídeos, en uno de los cuales se explica la devastación de Nueva Orleans por el huracán Katrina, el sida, la homosexualidad, el tsunami asiático y la prostitución como el castigo al hombre por alejarse de la religión. 27 millones de dólares (20 millones de euros) invertidos en Petersburg, un pueblo de Kentucky, pero a una distancia mínima del aeropuerto de Cincinnati (Ohio), lugar del que dos terceras partes de la población de Estados Unidos viven a menos de 400 kilómetros y cinco horas de coche.
Lo tenían todo pensado sus creadores. Nada se ha dejado al azar. El ambicioso proyecto espera recibir a más de un cuarto de millón de visitantes durante el primer año, que pagarán una media de 20 dólares (15 euros) por entrada. De hecho, antes incluso de su inauguración el próximo 28 de mayo, la cafetería está siendo ampliada. Para Ken Ham, fundador y presidente de Answers in Genesis (Respuestas en el Génesis, AIG, en sus siglas en inglés), el museo representará un paso muy significativo para la cristiandad. "Nadie antes ha construido un lugar donde se puede experimentar la historia de la Biblia mezclada con la ciencia", pontifica Ham, alto, con una barba que le asemeja a los profetas del Viejo Testamento.
Cierto. Pero ¿quizá esto sea porque la Biblia no menciona a los dinosaurios? Aunque esta obviedad carece de argumentación para los fundadores del museo que, una vez más, echan mano de la Biblia para explicarlo todo. "El libro de Dios habla de forma general de animales en la tierra creados por Dios a la misma vez que Adán y Eva...". Y punto. El lema a la entrada del recinto lo explica todo: "Prepárense para creer".
Todos los empleados del museo rubrican sin temblarles el pulso la creencia de que la vida fue creada en seis días y rechazan la evidencia científica de que se necesitaron millones de años de evolución de la materia para que los seres vivos fueran como lo son ahora. Es Dios contra Darwin. Creación frente a Evolución. Fe frente a razón. Y contra la fe nada se puede. "¿Qué es el dinosaurio?", cuestiona en alto Mark Looy, cofundador del proyecto. "El símbolo de los evolucionistas", se responde. "Pues bien, nosotros echamos abajo ese símbolo al afirmar que el dinosaurio convivió con el hombre, al demostrar que la Biblia presenta la verdadera historia del mundo. Usamos dinosaurios y personas a la vez para probar la creación".
Cierto. Al menos para tres candidatos del Partido Republicano que aspiran a la Casa Blanca en 2008. Sam Brownback, Mike Huckabee y Tom Tancredo. Los tres levantaron la mano cuando, durante el debate de la semana pasada, se preguntó quién de los diez políticos que estaban en el escenario y aspiran a dirigir la nación más poderosa del planeta no creían en la evolución.
Y cierto al menos para una parte importante de la población. En Estados Unidos, el 45% de las personas cree que Dios creó a los humanos tal y como son hoy hace sólo 10.000 años (o menos) y que el hombre no comparte ningún ancestro común con el mono. Sólo el 26% de la población cree en el principio fundamental de la evolución: que la vida desciende de un solo antepasado. Otra encuesta señala que el 65% de los estadounidenses quiere que el creacionismo se enseñe en las escuelas a la vez que el evolucionismo. Los libros ya existen y Answers in Genesis los vende a 19,99 dólares (14,77 euros) en el Museo del Creacionismo.
Picapiedra
Para la corriente dominante dentro del pensamiento científico, el museo de Kentucky es, sencillamente, el Museo de Pedro y Wilma Picapiedra. Una vuelta a la prehistoria. O a 1925. ¿Vuelven los tiempos del llamado Scope Monkey Trial, que representó el hito en la controversia entre creacionistas y evolucionistas?Entonces se juzgó la validez de una ley en la que se prohibía a los maestros de escuela de ese Estado enseñar en las escuelas públicas cualquier teoría que "negara la historia de la Creación Divina del hombre tal y como se enseña en la Biblia".En resumen: se prohibía el darwinismo. La oposición a la ley le costó al maestro John Scopes un juicio en el que fue declarado culpable y obligado a pagar una multa de 100 dólares de la época.La ley estuvo en vigor hasta 1968.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.