"Dejó de hablar, de comer, de respirar"
Las dos víctimas de las 'vacas locas' en León sufrieron un rápido deterioro y una dura agonía - José Emilio no tenía contacto con ganado y debió de infectarse comiendo
Mes y medio tardó Beatriz Cuevas en conocer la causa de la muerte de su marido, José Emilio Fanjul, el pasado día 6 de febrero. "La médica me dijo que fue por comer carne en malas circunstancias". De esta manera explicaba Beatriz el final de José Emilio, una de las dos víctimas que ha habido en León de la variante humana de las vacas locas (científicamente, enfermedad de Creutzfeldt-Jakob).
El diagnóstico, que fue emitido por el hospital de Alcorcón (Madrid), se basa en una necropsia, por lo que sólo puede obtenerse una vez que el paciente fallece. Es la única manera de establecer cuál de los cuatro tipos de encefalopatía padece la persona. Los síntomas de José Emilio podían corresponderse con multitud de enfermedades neurológicas: "Andaba mal, se le olvidaban las cosas, dejó de hablar, de comer y le falló la respiración", cuenta Beatriz.
"A José Emilio le gustaban mucho las vísceras", recuerda su esposa
"La médica me dijo que murió por comer carne en mal estado"
"Era joven, con un cuadro de demencia clásico. Murió en pocos días"
Detectado otro caso sospechoso en un paciente de 38 años en Lugo
Ayer, en su casa de Villoria de Órbigo, un pueblecito a 33 kilómetros de León, donde vive con su hijo de 5 años, la mujer hacía frente, resignada, a una popularidad que nunca deseó. "Todo empezó hacia mediados de julio. Empecé a notarle raro, se alteraba mucho, su comportamiento era muy raro, no dormía, decía que tenía depresión y hasta le llevamos a un psiquiatra que le aturulló de pastillas. Creía que estaba loco", cuenta Beatriz. Pero, José Emilio no tenía un trastorno psiquiátrico. Su cerebro estaba sufriendo la infección causada por los priones, un tipo anómalo de proteína que se acumula en el cerebro y causa la enfermedad. Según las autoridades sanitarias, probablemente contrajo la enfermedad por comer carne de vacuno contaminada antes de 2001.
José Emilio llegó a Urgencias del hospital de León tras las Navidades. De allí le trasladaron a la Unidad de Psiquiatría. No había camas y le enviaron al Hospital Salamanca. "Sufrió un deterioro muy grande en pocos días. Se caía, empezó a comer mal, le faltaba la respiración", relata Beatriz. "Pensé que se le habían juntado varias cosas para sufrir una depresión. Había ascendido en el trabajo y le preocupaba la operación de vegetaciones del niño".
Aunque vivían en un pueblo, José Emilio no tenía ninguna relación con el ganado vacuno, como cuenta su hermano desde Valladolid: era informático y trabajaba en la Azucarera de La Bañeza. Pero, Beatriz apunta a otra de las posibles vías de infección: "A José Emilio le gustaban mucho las vísceras. Aquí en casa no comemos mucha carne de ternera. Nos gusta más el cerdo, el pollo y el conejo. Pero su madre le hacía unos sesos rebozados porque a él le encantaban". Sesos, tuétanos, bazo, estómago y vísceras en general son las partes de la vaca que más riesgo tienen de trasmitir la enfermedad y por eso se hace un seguimiento sanitario especial desde 2000, cuando empezó la alarma.
La otra víctima, Camino L. R., de 50 años, padeció unos síntomas similares a la demencia senil. "Era joven, pero padecía un cuadro de demencia clásico que evolucionó rápidamente y en pocos días murió", señala Teresa Rivas, jefa del servicio de Anatomía Patológica del Hospital de León.
Rivas hizo una primera necrópsia cerebral de la mujer, cuyo resultado fue ratificado por el Centro de Referencia de Alcorcón. Aunque la Consejería de Sanidad de Castilla y León se negó ayer a facilitar más información sobre el caso, este periódico ha podido saber que, en contra de lo que se dijo al principio, Camino vivía en el centro de León y no en un pueblo cercano. Ahí vive todavía su marido, Antonio, con su hija, muy cerca ambos de la madre de la víctima, Angelines. Ninguno de los familiares cercanos de Camino, que murió el pasado 28 de diciembre, quiere hacer ningún tipo de comentario al respecto.
Rivas reconoció ayer que en septiembre de 2006 se produjo en el Hospital de León una muerte por Creutzfeldt-Jakob, pero del tipo esporádico, es decir, por causa desconocida. Para Rivas, es normal que se produzca un fallecimiento por esta causa cada dos años en una provincia como León, con cerca de 500.000 habitantes. Desde que en España se creó un registro en 2000, el Instituto de Salud Carlos III ha registrado 812 casos de Creutzfeldt-Jakob, de los que 778 han sido catalogados como esporádicos.
Por otro lado, la Xunta de Galicia confirmó ayer la existencia de un caso sospechoso de la enfermedad en un paciente de 38 años ingresado en el complejo hospitalario Xeral-Calde de Lugo; la misma provincia en la que se detectó en España el primer caso de Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB), en una granja de Carballedo el 22 de noviembre del año 2000, informa Arcadio Silvosa. Por ahora se trata de de una sospecha entre tres posibles diagnósticos. Al paciente se le ha practicado una biopsia de amígdalas cuyos resultados se conocerán dentro de un mes.
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