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Entrevista:Wangari Maathai | Premio Nobel de la Paz

"Degradación ambiental y pobreza van juntas"

La voz de Wangari Maathai llega por teléfono desde Nairobi -está a punto de viajar a Oslo- con la energía de una msichana (chavala, en suajili).

Pregunta. Es la primera africana que recibe el Nobel de la Paz, y la primera vez que se concede a una luchadora medioambiental. ¿Cómo se vive con eso?

Respuesta. Es un reto con el que hay que cargar. En el GBM nos sentimos muy felices de que el comité haya unido democracia, medio ambiente y paz. Por vez primera el comité ha ido más allá de los conflictos y apreciado precisamente el trabajo que puede hacerse para prevenir conflictos.

P. Estar en un Gobierno democrático, ¿le permite realmente trabajar por dotar de poder a las mujeres?

R. Creo que es cierto. El que hayamos llegado al Gobierno pacíficamente tras muchas luchas muestra que se puede crear espacios democráticos sin violencia. Es un buen mensaje para Africa. Respecto a las mujeres, ahora hay más en el Parlamento. Y si las parlamentarias lo hacemos bien, inspiraremos a más mujeres. Tenemos una Constitución que vela por mejores oportunidades para la mujer de adquirir liderazgo. Y ello se alcanza mejor si estamos en el Gobierno que sólo en la sociedad civil.

"Plantar árboles sirvió para que las mujeres identificaran sus necesidades y cómo superarlas. Fue como abrir una puerta y entrar en la casa"
"Queríamos que los hombres se comprometieran, porque no siempre están muy ocupados, no hacen más que mirar cómo trabajan las mujeres"
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P. ¿Cómo se le ocurrió que plantar árboles era el camino?

R. No empecé a plantarlos sabiendo qué pasaría. Lo hice para acercarme a las necesidades básicas de las mujeres en las zonas rurales. Y, trabajando con ellas, vi que degradación ambiental y pobreza van juntas, vi que hay un nexo entre esa degradación y la falta de agua potable. Conecté la degradación con el reto de solucionar necesidades básicas. Cuanto más me involucraba, veía que muchos de los problemas se relacionan con la degradación ambiental y el mal gobierno. Y saqué la conclusión de que sin espacios democráticos es imposible proteger el medio ambiente y solucionar las necesidades de las comunidades. La pobreza es un problema multidimensional: falta de recursos, de información, de oportunidades, de poder y de movilidad.

P. ¿Cómo convenció a las mujeres de la estrategia de plantar?

R. Cumpliendo con ellas. No me limité a decir: plantemos árboles. Yo estaba en el Consejo Nacional de Mujeres y las mujeres alertaban de que en las áreas rurales faltaban agua corriente, comida, madera para cocinar y construir. El árbol sirvió para que las mujeres identificaran esas necesidades. Todo ello pasó de modo muy inocente: fue como abrir la puerta y entrar en la casa; y hallar mucho más de lo que esperabas. Pero una vez dentro encuentras tanto por hacer. Algo que aprendí desde el principio es que muchos de los problemas a que nos enfrentamos resultan ser síntomas, y hay que localizar las causas para lidiar con ellas más que con el síntoma.

P. ¿Cuánta gente trabaja en el GBM?

R. En la secretaría hay unas 40 personas, pero el trabajo principal es en zonas rurales, y somos unas 30.000. Hay muy poca estructura burocrática. Trabajamos en grupos que se apañan bien, funcionan con autonomía y suministran información vital. Desde la sede central interactuamos con las comunidades, entrenamos al personal. Es una red no burocrática, sino muy flexible.

P. Vista desde el aire, Kenia está erosionada. Un informe de la ONU de hace 15 años ya hablaba de que sólo tiene un 2% de cubierta forestal. ¿Van a poder ganar esa batalla?

R. Nadie esperaba que gente corriente llegara a prestar atención al medio ambiente. Se esperaba que sólo el Gobierno se preocupara de ello. Y teníamos un mal gobierno, que no sólo no se preocupaba del medio ambiente sino que lo destruía. Nosotros llevamos el problema a la opinión pública de Kenia, hasta convertirlo en prioridad no sólo para la gente sino para el Gobierno. Y hemos sido capaces de extender esto a otras partes de África. Ésa es la fuerza del GBM, la capacidad de movilizar a gente corriente para que puedan cuidar su medio más cercano. Por eso estoy segura de que estamos ganando. Y con el premio va a ser más fácil, reuniremos más fondos. El Gobierno anterior nos impedía trabajar, y es penoso, porque podríamos haber logrado mucho más. Pero ahora estamos en el Gobierno y va a ser mucho más fácil enviar nuestro mensaje adentro y afuera.

P. ¿Qué es para usted la sostenibilidad ambiental?

R. Algo que hay que trabajar en diversos niveles. Uno, el alimentario, inseparable de la lucha contra las enfermedades asociadas con la malnutrición. La seguridad alimentaria ha sido un elemento muy importante en las actividades del GBM. El otro nivel es la educación medioambiental y cívica, porque así aprendemos a autogobernarnos y por tanto a proteger el medio ambiente.

P. El GBM ya no se compone sólo de mujeres.

R. Como sabe, empezamos mujeres. Pero las mujeres interactúan con los hombres, y ellos son parte de la comunidad. Queríamos involucrar a todos los miembros de la comunidad, incluidos hombres y niños. Y vimos que algunos trabajos los hacían más fácilmente los hombres que las mujeres. Por ejemplo, lo que llamamos explorador verde [agente del GBM sobre el terreno] porque para eso se necesita movilidad, no temer que caiga la noche, y caminar sin descanso si hace falta ir lejos. De esa forma encontramos un papel a muchos hombres. Queríamos también que los hombres se comprometieran, porque hay muchos y no siempre están muy ocupados, no hacen más que mirar cómo trabajan las mujeres. Era muy importante canalizar la energía de los hombres.

P. ¿Qué obstáculos se alzan ante las mujeres africanas?

R. El principal es la pobreza. Las mujeres no pueden hacer mucho por sí mismas, porque son económicamente muy vulnerables. Incluso sus hombres son pobres. No puedes lograr que los pobres tengan libertad siendo pobres. Para alcanzar la libertad de las mujeres, necesitamos pensar primero en toda la comunidad y en el nivel de vida. El otro obstáculo son las enfermedades, malaria, sida, tuberculosis, y tantas que se asocian con la pobreza: cuando la gente es pobre no está bien alimentada y es muy vulnerable. Otro obstáculo es la actitud generalizada de la sociedad hacia las mujeres, que las despoja de muchas responsabilidades y no concibe que ocupen puestos de liderazgo, de gestión, de negocios. Pero pienso que mucho de eso lo ha superado la educación. Si has tenido formación y cuentas con herramientas y conocimiento, superas obstáculos, y las mujeres como yo somos buen ejemplo de lo que las mujeres pueden, si se les dan medios y confían en sí mismas.

P. Pero en muchas culturas africanas perviven prácticas peligrosas para la mujer, como la ablación de clítoris o el sexo seco (desecación de la vagina mediante hierbas o detergentes).

R. Estoy definitivamente en contra prácticas de que violan el cuerpo y los derechos de las mujeres. He leído que hay gente que dice que yo apoyo eso, y no sé de dónde lo han sacado.

P. Una vez fue usted noqueada por un policía; el juez que la divorció falló que usted era "terca, de mucho nivel educativo, demasiado fuerte y difícil de controlar". ¿Sigue viviendo experiencias así?

R. Con Moi había corrupción: policía, jueces, funcionarios... Daba vergüenza tanta gente con cobardía, que no quería hablar. Sabemos que en una dictadura cada uno trata de salvarse y hace lo que le mandan aunque no lo crea. Pero hoy ya no. Y ya no me pego con nadie.

P. También se hizo famosa por presidir una manifestación de mujeres desnudas.

R. Eran fundamentalmente madres cuyos hijos estaban presos por sus opiniones políticas. Me pidieron ayuda. Por vez primera la gente habló en la calle de las torturas. La policía nos rodeó. Muchas mujeres, especialmente las madres, se desnudaron. Yo no, ja, ja. Es una costumbre africana que cuando mujeres mayores son atacadas por hombres jóvenes, se desnudan para avergonzarles mostrándoles la desnudez de sus madres.

P. ¿Qué proyectos alentará tras el Nobel?

R. Seguiremos tratando de hallar nexos entre la degradación medioambiental y el desarrollo de conflictos, para frenar ambos desastres. Protegeremos bosques y montañas, para que no falte agua: con sequía, muchas comunidades pelean. Pero no hay que quedarse en los síntomas, sino atacar las causas, y anticiparse al conflicto: sólo así puede prevenirse.

Wangari Maathai (Nyeri, Kenia, 1940), tres hijos, viceministra de Medio Ambiente y Recursos Naturales, recibe hoy en Oslo el Premio Nobel de la Paz. Veterana militante del ecologismo, de los derechos de las mujeres y de la democracia (desafió electoralmente la dictadura de Arap Moi hace siete años), creó en 1977 el Movimiento Cinturón Verde (Green Belt Movement, GBM), que ha plantado 25 millones de árboles y se ha extendido a los países vecinos.

Wangari Maathai, premio Nobel de la Paz, ayer en Oslo.
Wangari Maathai, premio Nobel de la Paz, ayer en Oslo.REUTERS

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