Analfabetos sexuales
Una educación deficiente y la banalización de la pornografía impiden madurar una relación serena con el sexo.- Breves apuntes para reinventar el erotismo
Hay una tierra mítica que se encuentra más allá de las rutinas sexuales, del solitario consumo de pornografía, de las aberraciones lícitas o ilícitas y de la tristeza de sentirse un náufrago en un mar de estímulos libidinosos. Este país se llama conciencia sexual y para llegar a él hay un solo camino, áspero, que se llama educación. Justamente, la que falta. En España hay solo un máster oficial en sexología patrocinado por una universidad, la de Almería. "La educación lo es todo y en ámbito sexual, si ha habido una en nuestra sociedad, ha sido represiva, es decir la menos deseable", afirma Rosa María Zapata, directora de este curso de postgrado.
Antes solo era un título propio de la Universidad, pero desde hace tres años es un máster oficial que cada año incorpora treinta alumnos provenientes de las facultades de Medicina, Enfermería y Psicología. Los que salen de allí serán los únicos en España en tener un título de sexólogo válido a nivel europeo. "El déficit que tenemos frente al resto de Europa es brutal. Pero en general, el estudio del tema desde siempre es visto con recelo; basta con decir que las disfunciones sexuales de las mujeres se empiezan a estudiar de manera independiente de las masculinas solo a partir del 1999, con una investigación hecha por la Universidad de Boston ", explica Zapata. Hasta ahora, los sexólogos trabajan de forma privada, pero la apuesta es que la formación impartida sirva para los entes públicos, empezando por los centros educativos: "Hace falta que la sexualidad entre en el sistema escolástico desde el principio, una sociedad con conciencia sexual es una sociedad más feliz y respetuosa con los demás".
La Universidad de Almería es el único ateneo en el que figura un master oficial en Sexología
"Para mí es un orgullo ver cómo una abuelita se baja del taxi, entra en la tienda, y se lleva uno de nuestros juguetes", explica la dueña de una ludoteca erótica
Los espacios de erotismo social intentan aproximarse a la sexualidad de una manera consciente, sin los estereotipos transmitidos por la pornografía
"La educación lo es todo y en ámbito sexual, si ha habido una en nuestra sociedad, ha sido represiva", afirma una experta
A falta de maestros, cada uno tiene que buscarse la vida, así que las calles están repletas de alumnos despistados que buscan alguna orientación. Es muy difícil encontrar espacios públicos donde vivir la sexualidad en sus múltiples aspectos, sin que todo se reduzca a los escaparates rebosantes de pornografía de un sex-shop o a la sordidez de un prostíbulo. Uno de los pocos sitios en los que se intenta esta aproximación diferente, según los fundadores el único en España, es el Consentido, en la calle Barco de Madrid. Se autodefinen como "un espacio de erotismo social" y su principal problema es justamente el de explicar la naturaleza de su comercio: "Mucha gente no entra porque cree que se trata de un local de intercambio de pareja o de un vulgar sex-shop. En realidad el nuestro es un espacio donde madurar los conocimientos, estimular la información y promover un consumo responsable". El que habla es Víctor Álvarez, gallego de 32 años y co-fundador del Consentido junto a un amigo madrileño, José Salas, de 34. Hace tres años empezaron a recorrer los países extranjeros para ver cómo se enfrentaba la temática allí y cómo poder proponer algo nuevo. El resultado de la investigación fue este local, que nació en junio de 2008: "No he visto nada similar y de esto podemos presumir. Lo único que se acerca a la filosofía del Consentido es el Amora, un museo de Londres que no se limita a exponer símbolos fálicos y cuadros del kamasutra, sino que también se dedica a la educación sexual".
El Amora tiene el honor de ser el primer parque temático sexual. Enclavado en la céntrica plaza de Piccadilly Circus, pasará a la historia por ser pionero a la hora de conjugar divulgación y entretenimiento, depojando al erotismo y a la práctica sexual de la caspa habitual y apostando por una opción desinhibida de entender el placer sexual. El "túnel del orgasmo" o el "muro de los penes", algunas de sus atracciones estrella, han sido claves para reinventar un nuevo modo de acercar la erótica al ciudadano, por medio de la interactividad y utilizando un diseño pensado para aprender jugando. Salvando las distancias, el Museu de l'Eròtica de Barcelona opta también por esta vertiente divulgativa y normalizadora del erotismo. Y lo hace por medio del arte. Desde la antigua Grecia hasta nuestros tiempos, el visitante de este museo barcelonés podrá repasar el mundo de la erótica a través de sus diferentes representaciones artísticas.
Otro reducto barcelonés idóneo para aprender eso que llamamos "conciencia sexual" es la juguetería para adultos Kitsch. Regentada por Adeline Aránega, Kitsch abrió sus puertas en 1978 convirtiéndose así en el primer sex-shop de España. "¿Normalizar el erotismo?", pregunta Adeline, "para empezar, ¿por qué no me quitan esos cristales opacos de la entrada?". Y es que no debe ser fácil llevar a cabo una actividad divulgativa y de normalización cuando lo que ofreces aparece oculto al viandante. "Aquí no sólo se venden vibradores, ofrecemos también todo tipo de talleres impartidos por profesionales de la salud que van desde la fisiología a la psicología". Los tabúes son barreras sociales difícilmente superables, por ello y para facilitar a algunas mujeres vencer ese pudor casi congénito Adeline optó por cambiar de forma radical el concepto sex-shop y creó una juguetería para adultos, una ludoteca erótica. "Para mí es un orgullo ver cómo una abuelita se baja del taxi, entra en la tienda, y se lleva uno de nuestros juguetes".
Imágenes y palabras
El primer martes de cada mes, las paredes del Consentido cambian su piel y hospedan tres nuevas exposiciones de pintura, fotografía u otras formas de arte, siempre relacionadas con el erotismo. En la sala donde está la barra del bar cada jueves hay una representación teatral o un monólogo con temáticas sexuales. Periódicamente se pueden ver películas, documentales o asistir a otras actividades relacionadas con la educación sexual. Al lado de todo esto, también hay noches temáticas: nudismo, fetichismo y otras. "La idea que queremos transmitir", explica Víctor, "es la de que el sexo hay que vivirlo como a uno más le guste y quitándole cualquier connotación negativa, enfermiza o inmoral. Antaño, ir a un psicólogo significaba ser juzgado un loco, mientras hoy se considera una manera como otra para mejorar tu bienestar. Lo sucedido con la psicología, aún no ha pasado con la sexología. Se debería acudir a un especialista en condiciones de salud, no solo para remediar a una disfunción".
El problema es aún más profundo de lo que piensa Víctor, porque hay resistencia a encomendarse a un sexólogo hasta en momentos de dificultad, como explica la profesora Zapata: "Existe una cierta reticencia a admitir problemas porque siempre ha faltado una educación escueta y directa. Y eso que el 70% de los casos de disfunciones y trastornos sexuales a los que nos enfrentamos se resuelven con el asesoramiento, sin necesidad de terapias farmacológicas".
Otro vacío que hay que colmar es el del lenguaje, según Víctor: "Cuando hablamos de sexo, uno se desplaza solo entre erotismo y pornografía, y eso no hace más que aumentar confusiones y dudas. La falta de educación se manifiesta hasta en el ámbito lingüístico". Zapata respalda esta opinión; "es muy raro notar como no hay nada más culturizado, en el sentido de condicionado socialmente, de la esfera sexual y, sin embargo, la falta de terminología es una realidad. Nuestras clases intentan seguir otro camino, sexo o coito no son las palabras que más nos interesan, dado que en realidad estudiamos un fenómeno que enreda toda la existencia. Claro que esto en las calles aún no se asume con serenidad". La incapacidad del español medio para distinguir conceptos como erotismo, sensualidad o pornografía, y convertirlo en un totum revolutum inextricable tiene su origen, cómo no, en la educación. Según Raquel Cano, directora del Museu de l'Eròtica de Barcelona, "todavía la gente se escandaliza o simplemente se ríe cuando escucha determinados temas o frente a determinados cuadros". Y es que, nos guste o no, estamos a años luz de alcanzar la naturalidad erótica de otros países. "Especialmente en el norte de Europa, el erotismo se muestra mucho más elegante, quizá todo se deba a nuestra educación católica", explica Cano.
En el caso de España, también se debe considerar que la primera revolución sexual se produjo bastante tarde, en coincidencia con la llegada de la democracia. "En nuestro país se ha pasado de forma muy brusca de un sistema dictatorial y conservador a una libertad desenfrenada, sin la justa educación. Es comprensible porque el ansia de democracia y libertad jugaron su papel. El ambiente político y social es determinante en las costumbres sexuales de un pueblo", opina José Silvestre, de 33 años, presidente de la sociedad de sexología de Extremadura. También allí, desde hace tres años, organizan un máster en Orientación y Terapia Sexual, pero sin el patrocinio de ninguna universidad. La sensación de un salto excesivo, al que los españoles no estaban preparados, es compartida por Víctor: "Se ha pasado desde la intolerancia y la ignorancia hacia un consumismo absoluto sin hablarlo, sin madurarlo y esto está a la base de todos los problemas. Nuestra generación ha nacido y sigue viviendo dentro un modelo capitalista permisivo y queremos pasar a uno democrático progresivo, donde la educación sea central y el machismo y el miedo al sexo algo del pasado".
Los últimos conceptos que presenta, Víctor los toma en préstamo de Josep Vicent Marqués, un sociólogo y escritor valenciano que murió hace dos años después haber luchado contra prejuicios, no solo sexuales, a lo largo de su vida. Se despidió con estas palabras que podrían ser un manifiesto para contrarrestar la banalización de la sexualidad y los esquemas aún imperantes en nuestra sociedad: "Para tener vértigo, tener escaso el pene, no saber conducir ni coche ni moto ni bicicleta, no haber terminado de leer a Marx ni a Freud... he llegado muy alto".
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