Selección de expertos
Con frecuencia resulta difícil orientarse en el atiborrado mundo de los discos. Las tiendas no dan mucha opción a saber cómo suena aquello que uno tiene intención de comprar y las notas publicitarias son lo que son. Las críticas más confiables están dispersas en publicaciones especializadas y, en fin, que a veces le gustaría a uno saber cuál de los discos de determinado artista es el mejor o cómo completar la mejor colección de música de determinada época.
1001 discos que hay que escuchar antes de morir es un libro con un título algo siniestro, pero que puede resultar sumamente útil en los casos mencionados, además de resultar ameno como simple lectura. El británico Robert Dimery y el norteamericano Michael Lydon, uno de los cofundadores de la revista Rolling Stone, han reclutado a una plantilla internacional de 90 críticos de música para hacer una selección bastante aceptable de discos publicados a partir de mediados de los años cincuenta y hasta el año pasado. La mayor parte procede del ámbito anglosajón (incluidos Australia, Nueva Zelanda y Canadá), pero también hay colaboradores de Italia, Polonia y España, con tres periodistas: dos de Ruta 66 (Jaime Gonzalo e Ignacio Julià) y uno de Rolling Stone y EP3 (Lino Portela).
El planteamiento se ha hecho
en orden cronológico, año a año. Desde In the wee small hours (1955), de Frank Sinatra, hasta Get behind me Satan (2004), de The White Stripes. Se incluyen diferentes géneros: jazz, rock, pop, soul, country, canción, reggae, electrónico y algún que otro estilo más. Se incluye la ficha completa de cada disco, la portada, y, en la mayoría, también la lista de temas con los autores y la duración de cada uno. También hay abundantes fotos de muchos de los artistas. Pero lo interesante, claro está, son los comentarios de cada uno de los discos. Estos gurús de la música no optan por lo más fácil: ni por los más vendidos ni por las recopilaciones. Tampoco rellenan el texto de datos biográficos del artista, más allá de lo que pueda interesar para explicar las razones de la importancia de dicho trabajo. En resumen, son comentarios razonablemente amplios como para apreciar en buena medida la relevancia de cada uno de estos álbumes. Muchos de ellos han entrado ya en la historia y otros se han mantenido en las estanterías minoritarias de la música de culto. Se pueden echar en falta algunos artistas -no hay ningún español; están Tito Puente, Rubén Blades y Willie Colón, pero no Celia Cruz- y hay panoramas más exhaustivos que otros -mucho rock, indie, alternativo-, pero digamos que la idea es señalar los músicos que abrieron caminos expresivos o que dejaron huella con su personalidad interpretativa. Un libro para "leer" los discos y descubrir lo que hay detrás de la música.
1001 discos que hay que escuchar antes de morir. Robert Dimery. Grijalbo. Barcelona, 2005. 960 páginas. 35 euros.
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