El hermano pequeño
Lo peor del italiano Gabriele Muccino no es que haya tenido un gran éxito con sus melodramas rodados en Estados Unidos al servicio de Will Smith. Lo peor de Muccino no es que En busca de la felicidad (2006) y Siete almas (2008) pretendan configurar un nuevo cine místico para paladares poco (o nada) alérgicos al triunfo de lo melifluo. Lo peor de Muccino no es que tenga un hermano pequeño, llamado Silvio, hasta ahora actor, que pretenda ser también director. Lo peor de Muccino ni siquiera es que tal hermano quiera seguir su senda procedimental de grandilocuencia y lágrima fácil. Lo peor de Muccino es que su hermano Silvio, de 27 años, no le llega a la suela del zapato en el manejo de los sentimientos de cierto espectador de piel sensible y baja expectativa artística, y que Háblame de amor, el debut de éste como guionista y director, es un monumento a la impostura emocional.
HÁBLAME DE AMOR
Dirección: Silvio Muccino.
Intérpretes: Silvio Muccino, Aitana Sánchez-Gijón, Carolina Crescentini, Geraldine Chaplin.
Género: drama. Italia, España, 2008.
Duración: 109 minutos.
Basada en una novela previa, coescrita por el propio Silvio en compañía de Carla Evangelista, la película, coproducida con España y con el protagonismo de Aitana Sánchez-Gijón, comienza como una seductora comedia romántica, para después ir desarrollando su drama a partir de infinidad de clichés del cine americano aplicados a la vida romana. Así, como brochazos de existencia trágica que nunca parecen reales, se van presentando temas como la drogadicción, la adicción al póquer, el suicidio o la pedofilia, mientras la vehemente banda sonora de Andrea Guerra calca en algún pasaje las piezas de Thomas Newman para las películas de Sam Mendes. Aunque quizá lo peor de Háblame de amor sean sus pretensiones culturales: es genial que Silvio tenga el gusto de acompañar los créditos con For what it's worth, de Buffalo Springfield, que sus protagonistas bailen al ritmo de Chet Baker, o que vayan al cine a ver L'Atalante. Asunto distinto es que tales obras de arte tengan alguna armonía con lo que se está contando.
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