Abucheos y bravos a Béjart
Una pieza del coreógrafo francés provoca en Granada la ira de un sector del público, mientras el resto aplaude la actuación
No hay justificación alguna para que haya rechiflas al acabar el pas de deux Juan y Teresa, de 25 minutos de duración, cuyo título evoca a San Juan y a Santa Teresa y de quienes se oyen en off versos en varias escenas de la pieza, en una imaginaria y díscola juventud de ambos, con sendos harapos de buscavidas en aquel mundo ciego que les tocó vivir. En un momento dado de la obra sale por detrás al compás de una retreta profesional de tambores y cornetas de Semana Santa una imaginaria figura mixta con capa pluvial adornada barrocamente en oro, mitra arzobispal con largas filacterias y otros adornos de la iconografía religiosa. La figura se inclina como un paso en procesión. Luego Teresa hace la cruz con sus blancos brazos y Juan se postra de hinojos frente a ella como San Blas. Se oyen saetas y una siguiriya con palmeros. Los dos artistas, espléndidos (el veterano Gil Román, que pasa de la cincuentena y Elisabet Ros), se retan, pero acaban vencidos por las tinieblas. En este punto ya bailaban bajo una ruidosa confusión de abucheos ("¡fuera, blasfemos, herejes!") y bravos imponiéndose ("Béjart, ¡gracias por venir a Granada!").
Antes, Maurice, entre bambalinas, había cogido el micrófono para anunciar que la zaragozana Rut Miró bailaría un estreno mundial, dentro de la primera obra, Le croissant et la croix (La media luna y la cruz), un solo que había redactado especialmente para Granada, pero ni eso alivió la ira de algunos. Lo peor estaba por venir. Y también lo mejor: la segunda versión del Bolero de Ravel, que Béjart estrenó en Bruselas hace 46 años.
A veces, su protagónico es un hombre, y otras una mujer. Fue impresionante: 50 hombres en escena con los torsos desnudos moviéndose al sensual ritmo impuesto por la repetitiva y subyugante música de Ravel. Antes del final ya se oyeron los primeros gritos: "maricones, vaya mariconada" y expresiones como "¿Dónde están las mujeres del Bolero?". Sin embargo, haciendo justicia, hay que decir que los aplausos y bravos con el público en pie pudieron más que la intolerancia. También participaron en la experiencia como extras 25 jóvenes granadinos que reconocían estar emocionados con la experiencia. Ayer, Víctor Ullate fue el encargado de entregar la medalla de oro a Maurice Béjart en el atrio del Palacio de Carlos V de La Alhambra.
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