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Reportaje:NARCOTRÁFICO EN EL CARIBE

Ducha de balas en Tivoli Gardens

La búsqueda del capo Dudus, jefe de la Shower Posse, descubre las relaciones entre la política y los narcotraficantes en Jamaica

Todo el mundo tiene un mote en Kingston. Algunos son fácilmente reconocibles porque suelen intercalarse entre el nombre y el apellido con un ligero énfasis al pronunciarlos y porque nadie puede haber sido bautizado como Belleza, Jefe o Azúcar. En otros casos es más complicado, porque los sobrenombres se toman de personajes famosos o artistas. Lester Coke se hacía llamar Jim Brown por su devoción por la estrella del fútbol americano y actor en películas como 100 rifles. Lester no se parecía físicamente a Jim Brown, pero era un gánster y podía hacerse llamar como a él le diera la gana.

De eso va esta historia. De gánsteres y de motes, de poder y de violencia, y del gusto jamaicano por cambiar el nombre de las cosas.

"La policía nos metió en una casa, a los cadáveres y a los que no salimos corriendo. Iban a quemarnos allí"
"Nadie acabará con la Shower Posse. Pueden matar a Dudus, pero alguno de sus hermanos tomará el relevo"
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Ni siquiera el de la capital responde a la lógica. Los jamaicanos llaman Kingston a la unión de 2 de las 13 demarcaciones territoriales o parroquias en las que está dividida la isla: la de Saint Andrew, al norte, y la que sí se llama oficialmente Kingston, al sureste del país. Esta última es un territorio más pequeño y humilde que el primero al que todo el mundo llama coloquialmente Downtown.

En el lado oeste del Downtown, en el gueto de Tivoli Gardens, fue donde la policía y la banda Shower Posse iniciaron la semana pasada una de sus periódicas guerras. La misión de los policías era detener a Christopher Dudus Coke, hijo adoptivo del mencionado Jim Brown, don de Tivoli Gardens y jefe de la organización, dedicada al narcotráfico y con tentáculos en ciudades de Canadá, Reino Unido y Estados Unidos. Fue este país el que en agosto de 2009 pidió su extradición. Tras casi un año negándose y de la noche a la mañana, el primer ministro jamaicano, Bruce Golding, cambió de opinión y envió a la policía. En los enfrentamientos murieron 73 personas. Tres de ellas eran agentes, la mayor parte del resto, civiles. Nadie sabe todavía con seguridad si alguno de los muertos pertenecía a la Shower Posse. Ni rastro de Dudus.

La búsqueda del don de Tivoli empezó el lunes y se prolongó hasta el miércoles. Las consecuencias de esos tres días son todavía muy visibles en el barrio. Es difícil encontrar una casa o un coche que no haya recibido un balazo; algunos edificios, como el mercado, están quemados y en las calles todavía quedan restos de trincheras improvisadas con sacos y neumáticos. Toda la zona está tomada por la policía y el Ejército de Jamaica, que deambula por el barrio con carros blindados. Aunque se permite la entrada de periodistas, es difícil recorrer sus calles sin que a cada paso un soldado o un agente pida la documentación o pregunte inútilmente por unos permisos que no proporciona ninguna oficina de Kingston.

Una veintena de personas hace cola a las puertas de una asociación cultural custodiada por el Ejército, a la espera de ser atendidas por los funcionarios del Gobierno para pedir que se les indemnice por lo ocurrido. "Tiraron una granada a mi casa. Lo he perdido todo. Mi nevera, mis muebles, un ordenador... Así que estoy aquí en la cola de las promesas para ver cuál es la que me hacen a mí", dice un joven rastafari.

Mientras la cola se mueve lentamente, los soldados toman refrescos en la oficina donde Dudus -llamémosle ya El Presidente, el nombre con el que se le rinde respeto- tenía una de sus empresas legales, Presidential Click, una compañía dedicada a la industria del entretenimiento. Uno de los militares asegura entender el cabreo de la población de Tivoli Gardens y explica que tuvieron que actuar con eficacia para repeler los ataques de la Shower Posse. "En realidad no fuimos muy agresivos. Dejamos que dispararan y sacamos a los que pudimos de las casas para evitar que fueran heridos. Podría haber sido peor".

Peor es un término demasiado inconsistente para describir la experiencia de Bryan. A unos 40 minutos en coche de Tivoli, en la parroquia de Portmore, el joven músico de 16 años cuenta que sobrevivió a los ataques gracias a una llamada telefónica. Prefiere ocultar tanto su nombre como su mote. Así que llamémosle Bryan. Lo que sigue es una reconstrucción de lo ocurrido en las primeras horas, según su relato:

"Poco después de las diez de la mañana del lunes sonaron los primeros disparos. Yo estaba con mis amigos en la calle. Vi un helicóptero que volaba muy bajo. Y luego recuerdo a un hombre que corría con la pierna sangrando. Nos tiramos al suelo, junto a una pared, y nos quedamos así un rato. Luego nos metimos en una casa donde había más gente. Los soldados y la policía rodearon la ciudad y empezaron a buscar en los pisos. Entraron donde estábamos y encontraron armas y chalecos antibalas. Los policías nos preguntaban: ¿dónde está Dudus?, ¿dónde está Dudus? Después de eso nos llevaron a una calle donde había varios muertos y nos dijeron que cogiéramos los cuerpos y los apilásemos. Pillaron a un rasta y le dieron gasolina para quemar los cadáveres y eso es lo que hizo. A las doce de la noche llegó un policía al que llaman Bigger Ford -un Ford más grande-. Sacó la pistola y nos puso a los que estábamos allí en tres filas. Empezó a preguntar por El Presidente y nadie le decía nada. A mí me preguntó y yo le dije que no sabía, que yo era músico y no un gánster. Me puse a cantar para demostrárselo. Luego cogió un fusil y nos dijo que corriéramos. Eso hicieron algunos. Bigger Ford y otros policías empezaron a disparar contra ellos. Yo me quedé quieto. La policía nos llevó a un campo y nos metió en una casa, a los cadáveres y a los que no salimos corriendo. Iban a quemarnos allí. Entonces sonó mi teléfono móvil. Era mi primo que me llamaba desde Londres. Bigger Ford lo cogió y le escuchó un rato. Luego colgó, me dio el teléfono y me dijo que me fuera. Creo que a los demás los quemaron porque me han dicho que la casa está incendiada".

Bryan habla en una habitación semioscura, iluminada solo por la pantalla de un ordenador y en cuyas paredes hay carteles de Bob Marley y Haile Selassie, último emperador de Etiopía, al que los rastas consideran una reencarnación de Cristo. Un amigo de Bryan abre unos archivos que muestran varias fotos de la matanza de Tivoli. El último archivo que abre guarda un vídeo grabado con un teléfono en el que se ven varios cadáveres con agujeros de bala en la cabeza. Se escuchan llantos y una mujer grita todo el tiempo: "¡Jesucristo, Jesucristo!".

La historia de Tivoli Gardens, la pasada y la presente, está ligada a la de la Shower Posse. El barrio no puede entenderse sin la banda y sin sus conexiones con los Gobiernos de Kingston y con los dos partidos principales: el Partido Nacional del Pueblo (PNP), socialdemócrata, y el Partido Laborista Jamaicano (JLP, en sus siglas en inglés), que a pesar de llamarse así, es de centroderecha.

Aunque las fechas no están claras, todo debió empezar a finales de 1970. El lema del JLP era shower (ducha), expresión que se contraponía al power (poder) en la frase "power for the people" (poder para la gente), acuñada por el PNP. En un discurso de la campaña para las elecciones de 1980, el líder del JLP, Edward Seaga, dijo: "Las bendiciones os ducharán desde el cielo y el dinero sonará en vuestros bolsillos". Las elecciones estuvieron marcadas por la violencia de las bandas, que condicionaban el voto para que saliera el candidato que más les favoreciera. La Shower Posse demostró pronto que las únicas duchas que daba eran de balazos.

La victoria de Seaga sirvió para que los dos jefes de la Shower Posse, Lester Jim Brown Coke y Vivian Blake Dave, hicieran negocio con la droga. "Jim Brown era hijo de un tipo que hacía llaves, pero durante su adolescencia había hecho más caso a los capos Claudius Massop y Carl Byah Mitchell", asegura John White, alias Callhim John (llamado John), un hombre de 64 años que trapichea con marihuana y que creció junto a Jim Brown. Por su parte, Vivian Blake había salido de la pobreza de Kingston Oeste, pero se le daban bien los estudios y obtuvo una beca para una escuela privada. Solo le sirvió para desear los coches de los padres de sus amigos. Había decidido que no quería ser un pobre toda la vida.

Tras la muerte de los jefes -Massop fue frito a tiros por la policía en 1979 y Mitchell murió de una hemorragia cerebral tras una sobredosis en 1978, según el Jamaica Observer-, los jóvenes Jim Brown y Vivian Blake tomaron el control en el oeste y se dedicaron al narcotráfico a gran escala, primero de marihuana y después de cocaína. Blake emigró a Estados Unidos y abrió allí sedes de su particular multinacional. Pronto se hizo fuerte en Nueva York, Chicago, Los Ángeles y Miami. Al mismo tiempo que las armas automáticas de la banda escupían balas en las calles de Estados Unidos contra las bandas rivales (las autoridades estadounidenses les atribuyeron mil asesinatos entre 1980 y 1990), los dos jefes de la Shower Posse mantenían una actitud de benefactores en Kingston Oeste. Prestaban dinero, compraban uniformes para los niños y construían escuelas.

Su violencia, sin embargo, llegó a sorprender a la policía de Miami en 1984. Miembros de la banda, dirigida en esa ciudad por el sanguinario Charles Little Nut (pequeña nuez) Miller, dispararon a bocajarro contra cinco personas que habitaban una casa donde se consumía crack. A los agentes les impactó la posición rígida del cadáver de una mujer embarazada; tenía las manos juntas como si estuviera implorando a su asesino que tuviera compasión por su vida.

El imperio de la Shower Band fue cayendo a medida que avanzaban los ochenta y se sucedían las detenciones de sus miembros. En 1993, Jim Brown moría abrasado en una celda de la Penitenciaría General de Kingston, mientras esperaba la orden de ser extraditado a Estados Unidos. Nunca se supo qué fue lo que pasó. Blake fue detenido y extraditado a Miami en 1999. Pasó allí nueve años en prisión y al volver mostró su arrepentimiento. Se puso a escribir guiones, regentó varios negocios y murió de problemas respiratorios a los 54 años. Había sido un gánster, había gozado de mucho dinero y de las amistades de famosos como Bob Marley, pero algunos de sus últimos escritos, publicados en un episodio de la serie American Gangster: The Shower Posse sólo proponían sabios consejos a la gente joven: "Me gustaría decirles que lo más importante en la vida es una sólida educación. Manténganse alejados de los narcotraficantes".

Si los dos hijos de Blake hicieron caso de las palabras de su padre, los de Jim Brown demostraron que habían nacido para continuar la estirpe. Tras la muerte de su padre y de su hermano mayor, Cristopher Dudus Coke copió paso a paso la vida de su padre. No sólo por enfrentarse a una extradición a Estados Unidos sino por su carácter, poco dado a la ostentación y sí a mezclarse con la gente de Tivoli. "A veces lo ves sin camiseta, reparando un coche o jugando con los niños", comenta un hombre de negocios que trabajó en el estudio de grabación de la Presidential Click, en la plaza principal del barrio.

El hombre de negocios, que tampoco quiere dar su nombre, explica así el funcionamiento de la Shower Posse en el gueto: "Los políticos tienen un papel muy importante. Dejan hacer lo que sea siempre que reciban los votos de los habitantes del gueto. En un día de elecciones, la Shower Posse paga 18 euros si votas al candidato del JLM. Dudus es el hombre más poderoso del Caribe, pero el primer ministro Golding le ha fallado. Nadie acabará con la Shower Posse. Pueden matar a Dudus, pero alguno de sus hermanos o Justin, de la Presidential Click, tomarán el relevo. Así es el juego".

¿Qué ha pasado para que el primer ministro, Bruce Goldwin, haya cambiado de opinión tras un año oponiéndose a la extradición e incluso pagando a abogados americanos para parar por todos los medios la salida de Dudus? "La presión de la clase alta jamaicana, muy conectada con Estados Unidos ha sido muy fuerte", relata la misma fuente. "Golding empezó a ver que para mantenerse en el poder tenía que dejar de lado a Dudus, y eso es lo que ha hecho", concluye.

Hasta ahora, Bruce Golding ha sabido maniobrar para mantenerse como un hombre importante en Jamaica. A mediados de los noventa lideró el JLP, después fundó un partido propio y regresó al JLP en 2002 para volver a capitanearlo en 2003. En 2007 fue elegido primer ministro, en gran parte con los votos de Kingston Oeste, circunscripción en la que obtuvo su escaño en el Parlamento. No parece que los habitantes de Tivoli Gardens vayan a volver a votarle. "Estamos hartos de él. Nos ha traicionado", asegura Star Smith, una joven de 18 años que se queja de que las escuelas estén cerradas desde los acontecimientos de la semana pasada. Bruce Golding no escapa a los motes jamaicanos. El suyo es un ingenioso juego de palabras. En lugar de prime minister (primer ministro) le llaman Crime Minister (ministro del crimen). A veces, a los jamaicanos les gusta llamar a las cosas por su nombre.

El Ejército vigila el barrio de Tivoli Gardens, base de los capos jamaicanos.
El Ejército vigila el barrio de Tivoli Gardens, base de los capos jamaicanos.AP
Lunes, 26 de mayo. Sobre las diez de la mañana en Kingston. La policía y el ejército de Jamaica entran en el barrio de Tivoli Gardens para detener al que supuestamente es descrito como uno de los narcotraficantes más peligrosos del mundo, Chistopher Dudus Coke, también llamado El Presidente y jefe de la Shower Posse (Banda de la Ducha). Lo que iba a ser una actuación rápida se convierte en una matanza. Según la policía de la capital, los lugartenenientes de Dudus atacan una comisaría y responden a balazos a los intentos de detener al capo. Según los habitantes del gueto, la policía dispara indiscriminadamente a todo lo que se mueve. 73 personas mueren, entre ellos tres policías. En este vídeo, grabado por la televisión jamaicana TVJ, se ve el comienzo del asalto al barrio. Mientras un helicóptero sobrevuela la zona, los carros blindados avanzan por la principal calle que da acceso a Tivoli. Lo siguiente es el caos.Vídeo: ÁLVARO DE CÓZAR | Kingston

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