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EL RINCÓN

El sueño alemán

Amelia Castilla

¿Un rincón donde poder escribir medianamente fresco, en un ático durante el caluroso mes de julio en Madrid? Eugenia Rico (Oviedo, 1972) cambia de espacio varias veces a lo largo del día, huyendo del sol que cae a plomo sobre el barrio de Malasaña. Refugiada en un cuarto piso sin ascensor y con vistas al Pentagrama, el bar popularizado por Antonio Vega en su ya clásica canción La chica de ayer, la escritora dedica al menos seis horas diarias a la trama de su nueva novela. Su superstición le impide aventurar muchas ideas sobre el proyecto en el que trabaja. Confía en ponerle el punto final al manuscrito en unos meses y que el texto llegue a la imprenta antes de concluir este año. La acción transcurre en Venecia, en el curso de una cena con un personaje histórico fallecido. Será una mezcla de pasado y presente, como su anterior trabajo. "Venecia está fuera del mundo, escribir sobre ella es como opinar sobre el amor", dice la escritora, sentada en una chaise longue, bajo un cuadro, formado por un puzle construido con un lenguaje de signos inventado en el que se lee: "En el principio fue la palabra".

La autora de Aunque seamos malditas (Suma de Letras) presume de vivir de la literatura. Todavía no se ha repuesto del susto de su extraordinaria aventura alemana que le ha reportado unas ventas "de más de cien mil copias" en ese país y un conocimiento de los lectores del que antes carecía. "Un buen día recibí un correo electrónico del escritor y crítico Daniel Kehlmann que, fascinado con esta novela, la recomendó a una editorial alemana", cuenta. "A partir de ahí todo ha sido como un sueño; primero el paso por la Feria de Fráncfort, un evento profesional, pero quizás el más importante del panorama literario, y después la participación en otros festivales europeos donde he contactado con escritores de toda Europa". A la vuelta del verano, preparará las maletas para viajar a Estados Unidos, becada por una universidad norteamericana para trabajar durante tres meses.

No le asustan ni los nuevos formatos del libro ni las descargas en la Red. Su idea es que "la verdadera literatura seguirá llegando a los lectores". Si mira hacia atrás sonríe al recordar las cartas de rechazo de algunos editores, un auténtico género literario, en su opinión: "La historia de la literatura está hecha de grandes errores, espero que este sea uno de ellos", le contestó uno de ellos.

En el lenguaje de signos, que conforma el cuadro de la sala de Eugenia Rico, se lee: "En el principio fue la palabra".
En el lenguaje de signos, que conforma el cuadro de la sala de Eugenia Rico, se lee: "En el principio fue la palabra".ÁLVARO GARCÍA

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