El peso moral del pasado
A la autoficción la va a matar el éxito o se va a morir de sobredosis imitativa, pero mientras tanto lo mejor que puede hacerse es disfrutar intensamente de sus mejores resultados. El último y espléndido está en esta novela de fragmentos atada con los hilos de la intención literaria y de algo más difuso: una suerte de sintonía con la mejor literatura actual no sólo en torno a las modulaciones de la ficción y la veracidad autobiográfica sino en torno a la búsqueda inquisitiva hacia el pasado del padre, los padres y las raíces de hoy (es la música literaria que ata al último Marías, a Cercas y a Martínez de Pisón, a Abad Faciolince, Juan Gabriel Vásquez o Jordi Soler). Pero el impulso no es escudriñar: el impulso es comprender el peso moral del pasado. Es lo que sucede al hijo de esta novela que tras ocho años en Alemania regresa a Argentina, a casa de su padre, descubre una carpeta de recortes y papeles, y en el fondo descubre el modo en el que funciona la culpa y la madurez moral, las ilusiones arruinadas y la digestión de nuestras responsabilidades. Por eso querer entender hoy el pasado aún fresco es querer entender nuestro presente y saber también qué podemos nosotros poner "a la altura de la desesperación gozosa y del afán de justicia de la generación" de nuestros padres. En el caso de Pron, ese pasado remite a la militancia política en la izquierda peronista de sus padres, pero no exactamente para contar la del periodista Chacho Pron sino para contar las secuelas de la dictadura que acabó con ellos fusilándolos o tirándolos al vacío. El hilo del regreso por supuesto está en el presente en forma de muerte violenta que Pron narra tomándola de las páginas web de periódicos reales y periodistas reales como La Capital y Claudio Berón en Rosario (o *osario, que es como sale en la novela) y hasta periódicos digitales como El Trébol Digital. Pero el nudo detectivesco no es de novela policiaca: es de afán moral, tal como se explica en los fragmentos que funden mejor la lección de la alta literatura y la intensidad del relato. En ellos se destilan las pesquisas y esa desembocadura sólo puede ser un rompecabezas genuino y no ninguna forma convencional de novela. Félix de Azúa ha hecho saber formalmente y en varios artículos el valor de clásico nuevo de Patricio Pron: háganle caso.
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