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Reportaje:TEATRO

Los ociosos de Gorki siguen entre nosotros

Rocío García

Abrigo de cuero sobre camiseta blanca y guitarra eléctrica colgada. Es un hombre joven, se llama Miquel y, solo en el escenario, comienza a tocar unos primeros acordes, más bien suaves. De repente, la música estalla y Miquel anuncia, con voz potente, la canción del verano. En ese momento, los diez personajes que esperaban silenciosos alrededor de los límites de ese escenario cuadrado comienzan a despojarse de sus largos abrigos negros y botas de agua. Enloquecen, bailan y cantan a los sones de los acordes de Miquel. "Iluminados por el sol, enterremos la tristeza...", habla la letra de la canción. Todo es buen humor y alegría. Se acabó el triste invierno y llegan los calores. Ese ansiado verano que explota repleto de chancletas, toallas de playa, cestos de paja, gin-tonics al sol, uñas pintadas de rojo, los amigos, pero también de ansiedades, insatisfacciones, celos, amores y anhelos de cambio. Es Veraneantes, una de las obras cumbre que Máximo Gorki (1868-1936) escribió a principios del siglo XX y que ahora Miguel del Arco ha reescrito para representar en el teatro de La Abadía de Madrid, donde se estrenará el próximo miércoles, día 13.

"Miguel tiene un sentido muy agudo de la situación dramática", señala José Luis Gómez

Está claro que a Miguel del Arco (Madrid, 1965) le gustan las reescrituras. Lo hizo con La función por hacer, a partir de Seis personajes en busca de autor, de Pirandello, que se convirtió en el éxito de la temporada teatral del año pasado. Ahora lo ha vuelto a hacer con Veraneantes. Del Arco ha ajustado el texto de Gorki y lo ha trasladado a la España de hoy, situando la historia en un pueblo costero de moda en el Mediterráneo, alrededor de un porche de madera, muy minimalista, con sencillos y pocos muebles blancos. Allí, en la casa de Bárbara, se reúnen 11 amigos (en la obra de Gorki eran 20) para pasar unos días de verano.

La función, una producción de La Abadía en coproducción con la compañía Kamikaze, se estructura en cuatro actos, tres en el porche de la vivienda y uno de ellos en el campo, alrededor de un pic-nic. A los seis actores que protagonizaron La función por hacer -Bárbara Lennie, Israel Elejalde, Raúl Prieto, Miriam Montilla, Manuela Paso y Cristóbal Suárez- se han unido en esta obra otros vinculados a La Abadía: Ernesto Arias, Elisabet Gelabert y Lidia Otón, además de Chema Muñoz y Miquel Fernández.

"Gorki escribió la obra en un momento de cambios, en la necesidad y deseo por parte de las personas de cambiar el mundo. El texto que he escrito es una versión muy libre sobre la obra original del autor ruso. No es ni siquiera una versión. Hoy no hay fe en los cambios, pero vivimos una época incierta, con necesidades espirituales nuevas que se abren. Gorki fue un adelantado a su época. Él vivió ese anhelo de las revoluciones que cambian las cosas. Ahora, hay una incapacidad para el cambio, pero se vive con una gran insatisfacción. Cada vez estamos más solos y necesitamos más tranquilizantes. Me interesaba mucho más la atmósfera que retrató Gorki que el propio texto. Esos personajes marcados, empujados a ser felices pero con una incapacidad absoluta para conseguirlo. La verdad es que no he tenido que hacer mucho esfuerzo para traérmela a la actualidad". Cuando Miguel del Arco se pone a hablar es lo más parecido a una metralleta. Está atento a tantas cosas, pero al mismo tiempo tan concentrado en todas ellas y hablando tan rápido, que uno no deja de asombrarse.

Nunca, nunca Miguel del Arco podrá olvidar La función por hacer. Le debe tanto y tan bonito. "Todo. Hay sin duda un antes y un después en mi carrera. Ya me ha marcado", dice este director, curtido en series, películas para televisión y cortometrajes, además de adaptador de textos teatrales, al que siguen calificando de joven -"para gran satisfacción de mi madre"- . "No es fácil saber el porqué de ese éxito, pero sí tengo algunas teorías. Creo que el punto de emoción que remueve al espectador a lo largo de la obra es una de las claves, así como las diferentes capas que mostraron los actores, desde el silencio hasta el humor".

La función por hacer no solo llenó los teatros, tuvo excelentes críticas y se convirtió en la gran revelación de la temporada pasada -tiene nueve candidaturas a los premios Max que se darán a conocer el próximo mes de mayo en Córdoba-, también consiguió abrir a Del Arco unas puertas que hasta entonces parecían casi infranqueables. Nuria Espert, la gran dama del teatro en España, eligió a Del Arco para que le dirigiera en La violación de Lucrecia. Fue ella la que le buscó. "Trabajar con Nuria es una de las experiencias más fabulosas que me han pasado a nivel personal y profesional. Yo estaba atemorizado. Le habían hablado de mí gracias a La función por hacer. Después de salvar mis propios prejuicios, he comprobado que dirigirla a ella es igual que hacerlo con otros actores. Jamás dice que no a nada. Siempre, siempre prueba. Tiene una cabeza tan joven...".

Dicen los que conocen bien a Del Arco que no ha cambiado. Que busca la sorpresa, pero también la tranquilidad. No sabe lo que va a pasar con esta nueva obra, Veraneantes. "El lunes me fui a casa con un ataque de pánico y, en cambio, ayer, salí bien relajado. Quiero respirar siempre al límite", confesaba el director un jueves de mediados del pasado mes de marzo.

Han pasado dos semanas y los ensayos se suceden sin parar. Escenario, luces y música están ya en su apogeo. También la escenografía, obra de Eduardo Moreno, y la sala grande de La Abadía, que ha cambiado su aspecto habitual poniendo asientos alrededor de ese cuadrado donde se desarrolla la acción. "Quiero tener al público muy cerca, que rodee a los actores. Es verdad que plantea alguna dificultad, pero también me facilita el hecho de que no quiero mostrar solo un plano", confiesa Del Arco.

Ese día aparece un espectador de excepción. Nada menos que José Luis Gómez, el gran actor de teatro y director de La Abadía. Ha entrado en silencio, como de tapadillo, con un café en la mano, y se ha sentado en una de las sillas de primera fila protegidas todavía con fundas de plástico. Como aquella noche de diciembre del año pasado, en la que Gómez presenció, también en primera fila, en el off del teatro Lara de Madrid, La función por hacer. Ese día, mágico por la gran nevada que sorprendió a los espectadores a la salida, nació la admiración de Gómez por su colega. "Ofrecí acoger el siguiente proyecto de Miguel del Arco", explica el director de La Abadía. "Miguel tiene un sentido muy agudo de la situación dramática, una enorme vitalidad, desparpajo y sencillez. Y todo ello sin ser banal", añade un admirado Gómez, con una generosidad solo a la altura de los muy grandes. "La Abadía no tiene por qué acoger una única manera de hacer teatro. Aquí caben todos si lo que ofrecen es bueno. Uno de nuestros objetivos es incidir en los modos poéticos del teatro y la realidad. Miguel ha tenido la visión de traer a la actualidad esta obra extraordinaria de Gorki y lo ha hecho sin banalizarla, con rigor pero sin pretenciosidad. Aporta vitalidad. Su versión de Veraneantes es muy particular. Creo que más que una adaptación de la obra lo que ha hecho es un ajuste y ha demostrado que esos ociosos de Gorki están aquí, ahora, todavía, entre nosotros".

Desperdigados por las butacas de la sala, cada uno en un frente, están ese día del ensayo su director, por supuesto, muy concentrado, pero también su ayudante y productor de Kamikaze, Aitor Tejada, atento al guión que tiene entre las manos, el músico Arnau Vilá y la coreógrafa Carlota Ferrer. "Estamos ya todos, vamos a empezar, móviles apagados". Ha sido fácil aprenderse el nombre de los personajes. Del Arco ha optado por los mismos de cada uno de los 11 actores. "Es muy bonito", ha advertido José Luis Gómez sobre esta idea, "los intérpretes encuentran otra puerta, buscan la realidad interna de cada personaje sin teatralidad aparente". Así, Bárbara Lennie es Bárbara, el personaje sobre el que pivota de alguna manera la obra. Es una mujer colapsada, que no encuentra la felicidad, casada con un político en ciernes, al que ha ido detestando poco a poco, una olla a presión que estalla en el cuarto acto. La verdadera Bárbara la ha ido descubriendo poco a poco en un viaje que, confiesa, le está costando. "Habla poco y escucha y lee mucho. Lleva una vida muy acomodada que arrastra una profunda tristeza. Todos sus amigos y familiares vuelcan su desesperación en ella. Vive en un estado de permanente desasosiego, está bloqueada, varada, es una mujer calmada que bulle por dentro, es la muñeca a la que se le empiezan a caer las piezas", explica en un descanso la actriz.

Y si no falta el político en Veraneantes, tampoco el constructor, ni el escritor de éxito, la mujer espiritual, amante del pilates y el yoga, o la más lúdica y sexual, también la reflexiva o el joven irresponsable. A lo largo de las más de dos horas, el espectador se topará con una obra muy enérgica, con números musicales en directo, mucho contacto físico y situaciones amargas pero también hilarantes, además de un texto brillante muy elaborado. "Hay muchas cosas al límite, borracheras, bailes, sexo a raudales. Lo mismo que aparece en Gorki pero menos sutiles, más directas", explica su director, mientras contempla arrobado a los actores que han empezado a calentar con la ayuda de Carlota Ferrer. Aquí no hay sitio para la improvisación. Los actores lo saben bien. "Yo necesito mucho tiempo para cocinar la obra, para pensar, para que el texto sea creíble, todo tiene que estar medido hasta límites insospechados. A los actores a priori no les pido nada, solo entusiasmo por el texto y mucha disciplina. Les propongo que lleguen con el texto bien aprendido. Los ensayos sirven para conjugar esa partitura que es el texto. Para trabajar necesito a gente relajada y feliz. Es muy complicado subirse al escenario en otras condiciones. Me gusta la gente que está dispuesta a jugar y solo se puede subir a un escenario con ganas de jugar", añade Del Arco.

Pues todos a jugar. Con Gorki y con Miguel del Arco. Con bailes y risas, pero también con situaciones amargas y trágicas, como la vida misma. En definitiva, Veraneantes es el perfecto ejemplo de un grupo de personas esforzándose por vivir, por ser felices. ¡Qué mejor manera de jugar!

Veraneantes, a partir de la obra de Máximo Gorki. Texto y dirección de Miguel del Arco. Teatro de La Abadía, Madrid. Del 13 de abril al 29 de mayo.www.teatroabadia.com.

Un ensayo de Veraneantes, de Miguel del Arco.
Un ensayo de Veraneantes, de Miguel del Arco.Bernardo Pérez

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