Moratinos anuncia en La Habana el inicio de una "nueva etapa" de entendimiento con Cuba

El ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, afirmo ayer en La Habana que su visita abre "una nueva etapa" en las relaciones entre Cuba y España, caracterizada por un "diálogo firme y abierto" con las autoridades. "Expresaremos nuestras opiniones, no siempre coincidentes, pero siempre buscando el entendimiento y avanzar juntos", señaló Moratinos, al comenzar las conversaciones oficiales con su homólogo cubano, Felipe Pérez Roque, en la sede la cancillería. Esta noche, será recibido por Raúl Castro, quien ha asumido provisionalmente los poderes de su hermano.

"Es absolutamente impensable que el Gobierno de España no pueda mantener, defender y desarrollar toda un política intensa, constructiva, dialogante con las autoridades cubanas", agregó el ministro, por si alguien albergaba dudas de que el objetivo principal de su viaje es el acercamiento al Ejecutivo de La Habana, pese a las críticas que puedan hacerle en España y Europa.

En momentos en que Cuba atraviesa por una situación delicada, con un Gobierno provisional encabezado por Raúl Castro debido a la enfermedad del líder cubano, la apuesta de Moratinos no puede ser más decidida: España tiene la responsabilidad de "construir, ayudar, acompañar a nuestros amigos del pueblo cubano, a las autoridades cubanas, en todo lo que es la nueva etapa, los nuevos desafíos de futuro", dijo.

El espaldarazo, que podría arrastrar a otros países a seguir la política española, es importante para Cuba. La apreciación que merece la visita llegó ayer en el diario oficial Granma, que la consideró una "muestra" de "la vía por la que pueden conducirse las relaciones entre Cuba y la UE, así como de la capacidad de resolver las diferencias mediante el diálogo". El mensaje es diáfano: la única forma de conseguir cosas de Cuba es sumarse a la política de acercamiento que promueve España.

"Interlocutor privilegiado"

El canciller cubano afirmó, tras la entrevista con Moratinos, que "España vuelve a ser un interlocutor privilegiado" para Cuba, e indicó que esta visita es una "clara señal de rectificación, de apertura de caminos necesarios", tras "las profundas heridas abiertas con la gestión del anterior Gobierno español", en referencia al Ejecutivo de José María Aznar. Con relación a la Unión Europea, Pérez Roque dijo que "España juega un papel insustituible" en estas relaciones, y expresó su confianza en que el bloque europeo "pueda tener una política propia hacia Cuba, no segunda de nadie", en alusión a EE UU.

La dimensión europea del viaje estuvo presente desde las primeras declaraciones de Moratinos. El ministro destacó la importancia de la visita casi 10 años después del último viaje de un titular de Exteriores español a la isla, en 1998. Pero más allá de su "dimensión bilateral", dijo, "desearíamos abordar también lo que debe ser una relación entre la UE y Cuba".

La complejidad europea y los delicados equilibrios de España en Bruselas se pusieron a prueba en la misma sede de la cancillería momentos después: a la recepción ofrecida por el ministro cubano de Relaciones Exteriores no fue invitado el encargado de negocios de la República Checa, Vit Korselt. Habitualmente, Cuba no invita a los representantes checos a ningún acto oficial debido a sus malas relaciones.

Ayer Moratinos no tuvo un segundo libre. Tras las conversaciones con Pérez Roque, la delegación española se entrevistó con el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, y con el vicepresidente José Ramón Fernández, quien le ofreció un almuerzo. Por la tarde se reunió con el ministro de Cultura, Abel Prieto, durante una visita a la exposición permanente del pintor español Joaquín Sorolla en La Habana.

Esta tarde Moratinos y Pérez Roque darán a conocer una serie de acuerdos que serán el mejor termómetro para medir el éxito de la visita, y que podrían incluir el restablecimiento de la cooperación intergubernamental, la negociación de la deuda o el diálogo sobre derechos humanos. Esta noche Raúl Castro le recibirá en el Palacio de la Revolución, poco antes de su regreso a España. Será la guinda de la visita.