La huella de tu ausencia
Narrativa. Decía Stendhal que hay cuatro tipos de amor: el amor-pasión ("el de Eloísa por Abelardo"), el amor-gusto ("un cuadro donde hasta las sombras deben ser rosas"), el amor-físico ("se inicia siempre a los 16 años") y el amor de vanidad (en el que el amante equivale a "un bonito caballo"). La novela de la canadiense Kim Echlin habla del primero, del amor-pasión, eje sobre el que gira la vida de los protagonistas y sin el cual nada tiene sentido. De este sentimiento se alimentan las más hermosas historias de amor, que son siempre, a su vez, grandes tragedias: Romeo y Julieta, Tristán e Isolda... Así ocurre en La huella de tu ausencia. Anne tiene 16 años cuando conoce a Serey, un profesor de matemáticas y músico camboyano, cinco años mayor que ella y exiliado en Canadá, tras la toma de poder de Pol Pot. La pareja se vuelve inseparable hasta que Serey regresa a su país para averiguar el paradero de su familia, aprovechando que Camboya ha abierto de nuevo las fronteras tras ser invadida por Vietnam. Once años después, es Anne quien parte a Camboya para averiguar el paradero de su amante. En el relato resuenan ecos de Marguerite Duras (El amante, El amante de la China del Norte...), si bien la prosa de Kim Echlin es más sentimental y su historia ambiciona además un alcance político que, curiosamente, se convierte en su mayor debilidad. Echlin aprovecha la llegada de Anne a Camboya para narrar la situación del país asiático a través de sus ojos. Así, el destino de Serey se convierte en trasunto de la desgraciada historia de Camboya, mientras Anne se convierte en un recurso para denunciar las atrocidades y la indiferencia internacional. Y sucede que, al supeditar el amor a la historia, la historia emborrona el amor.
La huella de tu ausencia
Kim Echlin
Traducción de Sonia Tapia Sánchez Salamandra. Barcelona, 2011
256 páginas. 16 euros
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