La grandeza de Ursula K. Le Guin
Adónde me llevará el estudio de la astronomía?", le pregunta un personaje a otro en la novela La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin. Y la contestación es: "A la grandeza". Es una respuesta que define con exactitud el tono del libro, porque leyendo esta y otras novelas de Le Guin sientes que, en efecto, te estás asomando a la vastedad del Universo, al secreto mismo de la vida, a la belleza pura. Dentro de una cáscara de nuez cabe el infinito, pero sólo los escritores verdaderamente buenos son capaces de atisbar esa vibrante enormidad.
Creo que la norteamericana Ursula K. Le Guin (1929) es uno de los mejores novelistas vivos del mundo. Para mí, sin lugar a dudas, una maestra. Su obra está catalogada como ciencia ficción, y en ese territorio ha ganado todos los premios posibles: cinco Hugos, seis Nébulas y diversos galardones más. Pero la etiqueta del género, y más aún de un género tan injustamente menospreciado como éste, le ha dificultado el reconocimiento mayoritario que merece y la aprobación de los pretenciosos mandarines de la cultura oficial. España es, precisamente, uno de los países en donde la ciencia ficción es más desdeñada, sobre todo por puro desconocimiento: la mayoría de las personas que dicen que no les gusta nada no han leído jamás un solo texto de este tipo. Es una pena; sé que, si fueran capaces de levantarse de la poltrona de sus prejuicios y se asomaran a los libros de Le Guin, se darían cuenta de que son reconocibles y espléndidos relatos sobre la condición humana, exactamente igual que cualquier gran novela.
Cada novela es una obra completa en sí misma, compuesta de innumerables, sutiles, poderosas capas expresivas
Lo que hace única a Le Guin es la magnitud y complejidad de su mirada: a esta mujer le cabe literalmente el Cosmos en la cabeza. Varias de sus novelas suceden en distintos mundos de Ekumen, una especie de federación humana compuesta por más de ochenta planetas. Son relatos que, más allá de ese marco común, no tienen que ver unos con otros; cada novela es una obra completa en sí misma, compuesta de innumerables, sutiles, poderosas capas expresivas. Porque los libros de esta autora son, en primer lugar, narraciones absorbentes que no puedes dejar de leer, como si te llevaran anillada de las narices. Pero además contienen estupendos retratos psicológicos, densos trasfondos políticos y filosóficos, gran fuerza simbólica. Y todo en un lenguaje limpio y bello.
Le Guin posee una imaginación y una inteligencia excepcionales, y la mezcla de ambas cosas (razón y visión) consigue unos resultados maravillosos; las sociedades que inventa son coherentes, sólidas, están construidas hasta su más pequeño detalle, y en su veracidad abrumadora son un revelador espejo de lo que somos. De la mediocridad humana pero también de la posibilidad de lo sublime; de nuestras incoherencias, nuestros anhelos y nuestras necesidades. Por ejemplo, La mano izquierda de la oscuridad habla de un mundo habitado por individuos hermafroditas, lo cual nos sumerge en una vertiginosa, deslumbrante indagación sobre los géneros sexuales y el modo en que condicionan nuestras vidas. Y Los desposeídos, que es una de las novelas que más me gustan, traza un colosal fresco de las ambiciones sociales, de los sueños de justicia, de las ansias de poder y las formas posibles de gobierno. La amplia, serena mirada de la novelista nos permite atisbar un confuso pataleo de hormigas, un afán siempre traicionado de grandeza, el conmovedor esfuerzo de los humanos por ser un poco mejores. Ursula contempla la vida con perspectiva de águila.
Voy a mencionar sólo otro título más dentro de la extensa obra de Le Guin: Lavinia, su última novela, publicada en 2008 y que, curiosamente, no es de ciencia ficción. Lavinia es una libérrima versión de la Eneida pero contada por la esposa de Eneas, de quien Virgilio sólo proporciona el nombre y apenas nada más, un personaje mudo que aquí adquiere espléndida elocuencia. De manera que es, digamos, una novela histórica. Y, sin embargo, para mí es exactamente igual que sus otros libros: la misma capacidad mítica, idéntica mezcla de brillantez intelectual y emoción turbadora, y, sobre todo, esa visión telescópica capaz de apreciar a la vez lo diminuto y lo grandioso, el infinito encerrado en la nuez. A medida que avanza Lavinia, el relato se va elevando a cotas épicas. Escuchamos el eterno quejido de la humanidad, el metálico entrechocar de los ejércitos, el retumbar de los imperios que se colapsan. Pero, también, el casi inaudible, glorioso suspiro de los enamorados cuando el amor se consuma. Son los mismos elementos que podemos encontrar en sus novelas de ciencia ficción: toda esa pasión, toda esa alegría y esa tristeza brillan como joyas en sus páginas. ¿Qué importa que la acción transcurra, como en Lavinia, en un pasado impreciso y legendario, o que suceda en un futuro igualmente incierto e ilusorio? La distancia temporal no es más que una herramienta para poder atrapar la sustancia de lo que somos, para retratar mejor la realidad.
Y es que la realidad no es sólo lo tangible, lo visible, lo matemáticamente mensurable. La realidad está compuesta también por los mitos, por los arquetipos esenciales heredados desde nuestro pasado más oscuro, por nuestros sueños y también por nuestros delirios: por ejemplo, el nazismo fue un delirio pero cambió la realidad del siglo XX. "Voy a presentar mi informe como si contara un relato, porque me enseñaron de niño, en mi mundo de origen, que la Verdad es un asunto de la imaginación", dice el comienzo de La mano izquierda de la oscuridad. Y de eso trata la obra de Le Guin: de una Verdad fabulosa y hermosa que parece ser capaz de abarcarlo todo.
La mano izquierda de la oscuridad. Ursula K. Le Guin. Traducción de Francisco Abelenda. Minotauro. Barcelona, 2009. 304 páginas. 17,95 euros (bolsillo: 8,95). Los desposeídos. Ursula K. Le Guin. Traducción de Matilde Horne. Minotauro. Barcelona, 1999. 382 páginas. 9,95 euros. Lavinia. Ursula K. Le Guin. Traducción de Manuel Mata Álvarez-Santullano. Minotauro. Barcelona, 2009. 384 páginas. 19,50 euros. Los mundos de Ursula K. Le Guin. Edición recopilatoria con tres novelas: La mano izquierda de la oscuridad, Los desposeídos y El nombre del mundo es Bosque. Traducción de Matilde Horne y Francisco Abelenda. Minotauro. Barcelona, 2008. 832 páginas. 29 euros.
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