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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La carretera siempre es la misma

Maximiliano Barrientos (Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 1979) es el escogido por editorial Periférica para incrementar un catálogo que aúna la recuperación de clásicos con la difusión de voces poco conocidas de la narrativa latinoamericana, como, entre otros, el venezolano Israel Centeno, el colombiano Octavio Escobar Giraldo o el chileno Carlos Labbé. Voces distintas y nuevas, en algunos casos, voces que recién están iniciando la andadura de sus carreras literarias, cuestión que se hace notar en los dos libros de Barrientos lanzados por Periférica: los cuentos de Fotos tuyas cuando empiezas a envejecer y la novela Hoteles. Los cuentos denotan a un autor que señaló, en una entrevista, que sus principales referentes son Carver, Faulkner y otros escritores estadounidenses. Barrientos pone en escena a personajes mínimos en historias casi sin anécdota, en su mayoría jóvenes que se enfrentan ya al hastío y al sinsentido de existencias privadas de épica y condenadas a ritos tan cotidianos como vacíos. Lo interesante es que Barrientos, más que otros escritores latinoamericanos que han escogido la misma veta de desarrollo, muestra una encomiable voluntad de estilo que se suma a su autoconciencia como escritor. En sus cuentos, siempre queda claro que se trata de literatura y no de una mala imitación de la vida.

Fotos tuyas cuando comienzas a envejecer / Hoteles

Maximiliano Barrientos

Periférica. Cáceres, 2011

136 páginas. 16,5 euros cada uno

Mucho más interesante, por sus innovaciones formales y la escala de su desarraigo, es Hoteles, una novela -o nouvelle- de camino donde "la carretera era siempre la misma. Había sol y parajes inhóspitos, paisajes de países pobres", que relata la fuga hacia adelante de una pareja de actores de películas porno y la hija de ella, una fuga sin destino ni objetivo. "Todas las fugas son quiebres de identidad", se dice, y de los fragmentos que resultan de ese quiebre está hecha Hoteles. Cada uno de los personajes toma la palabra en capítulos puntuados a su vez por otra voz, la del director de un documental que quiere reconstruir esa fuga, en un desarrollo donde la multiplicidad de voces devuelve -otra vez- a la inanidad de la existencia. Tal parece ser, entonces, el punto de mira de la búsqueda de Barrientos, esas vidas truncadas casi desde el inicio por la simple fatalidad de lo cotidiano. Es llamativa la ruptura con el contexto de origen y la búsqueda de universalidad, aunque en este caso no se remita a hablar de su aldea, sino a dejar hablar a los hoteles anónimos de piscinas cuadradas que jalonan las carreteras de un país cualquiera, entre cervezas, películas viejas en el cable y un caballo atropellado al borde del camino.

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