Ojos sobre España
En algún lugar del cajón de las numerosas deudas de la cultura española está todavía parte de la contraída con el hispanismo. Hay bastantes cosas que lo distinguen de otros movimientos internacionales de interés por una cultura foránea. La más llamativa es la carencia de reciprocidad: a una atención masiva de extranjeros por nuestras cosas corresponde una manifiesta anemia del interés académico español por lo ajeno. Por eso, en los términos muy ciertos de J. F. Botrel, ha dominado un "hispanismo de sustitución" (que hacía el trabajo que no se emprendía aquí) y es relativamente reciente el "hispanismo de colaboración". De añadidura, el hispanismo ha sido a menudo una respuesta a la percepción de los caracteres de la cultura española -exotismo, tradicionalidad, pasión, predominio de la estética sobre el pensamiento- que facilitaban la vinculación emocional y afectiva. En francés, se dijo hispanisant antes que hispaniste y a comienzos del pasado siglo, Rafael Altamira ya distinguía entre hispanólogos e hispanófilos, que han sido una feliz mayoría. ¿Lo siguen siendo a la fecha? A esta pregunta y a esas anomalías -que señaló hace tiempo Francisco Murillo Ferrol- responden en Memoria del hispanismo su compilador, Joaquín Álvarez Barrientos, que proporciona los antecedentes necesarios, y Antonio Morales Moya, que lo cierra con un balance muy perspicaz; también lo hacen en sus colaboraciones María Cruz García de Enterría, española residente largo tiempo en Italia, y Álvaro Ruiz de la Peña, que ha visto la convergencia de hispanistas y nacionales en el fecundo marco de los estudios dieciochistas.
Memoria de hispanismo. Miradas sobre la cultura española
Joaquín Álvarez Barrientos
Siglo XXI de España. Madrid, 2011
198 páginas. 20 euros
Por lo demás, el compilador ha querido que hable sin intermediarios la memoria viva de los hispanistas. En fecha reciente, ya lo han hecho algunos a título personal -Gabriel Jakson, Carlos Blanco Aguinaga y Donald L. Shaw han escrito sus recuerdos- y otro libro reciente, Exilio, memoria personal y memoria crítica: el hispanismo francés de raíz española, coordinado por R. García Cárcel y E. Serrano, ha justificado muy bien su estimulante título. Aquí dan su testimonio un alemán al que le gustaban Sarita Montiel y los boleros (Hans-Joachim Lope), un británico que lo sabe todo sobre Goya (Nigel Glendinning), un francés que puede decir lo mismo de Cervantes (Jean Canavaggio), un norteamericano que presume con razón de escribir sus libros en un excelente español (Rusell P. Sebold), otro que cambió Nueva York por Madrid (Edward Baker), una mexicana y una argentina que comparten origen hebreo y formación norteamericana (Margit Frenk y Clara Lida), un italiano interesado en la historia del presente (Alfonso Botti), que es el más joven de todos, y hasta un español que se exilió de niño, se formó en México y Estados Unidos y acabó su carrera profesional en España: Carlos Blanco Aguinaga. Como recuerda el prólogo del compilador se trata de "mirar las miradas"; también lo dijo Machado en unos versos pintiparados para la ocasión: "El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas; / es ojo porque te ve".
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