Jean fantástica
Una vida sin ti cuenta en cuatro novelas la vida de una joven que lleva nombres distintos en cada una pero siempre es la misma. Son novelas breves y dislocadas, como intenso y fraccionado es el tiempo, que uno calcula no superior a tres lustros, en que la autora llegó a Europa desde las Antillas, viajó sin parar, amó casi tanto como sufrió, tuvo un aborto y fue también muy feliz. En todos esos años de adolescencia y juventud, Rhys no escribió; bastante tenía con divertirse, con enamorarse, mientras, eso sí, miraba el mundo a su alrededor con un ansia de apoderamiento que es propia de los grandes artistas. Fruto de ese periodo frenético y de esa atenta mirada posesiva fue su primer libro (de cuentos), aparecido en 1927, cuando ella ya tenía los 37, y prologado por Ford Madox Ford, quien resaltó el "singular sentido de la forma" que aquella debutante aportaba a la literatura inglesa. Un año después apareció su magistral Cuarteto, primera de cuatro novelas claramente autobiográficas, todas muy estimadas por los connoisseurs pero poco atendidas por el gran público. Después vino el silencio. Cuando iba camino de los ochenta años, Rhys, hallada casi por azar en su retiro de Cornualles, reapareció con otra obra maestra, Ancho mar de los Sargazos, y el resto de su vida, que aún duró hasta 1979, pertenece al ámbito del culto legendario.
Una vida sin ti
Jean Rhys
Traducción de Catalina Martínez Muñoz
Lumen. Barcelona, 2011
621 páginas. 24 euros
Una vida sin ti recoge, en muy buena traducción, esas cuatro novelas centrales de la no muy extensa obra (ocho títulos) de la autora, que Lumen ofrece juiciosamente no según el orden de su publicación original sino siguiendo la cronología vital de la(s) protagonista(s). En Viaje a la oscuridad (aparecida en 1934) se narra la llegada a Londres de Anna, una antillana blanca y adolescente que siempre ha querido ser negra y a la que el frío de las Islas Británicas maltrata, casi tanto como los hombres. Su trabajo de corista, el ambiente de los teatritos provinciales, de los bares a punto de cerrar, de las pensiones sórdidas, marca un relato que, en Cuarteto (1928), nos presenta en París a la misma joven más crecida y ahora bajo el nombre de Marya, enredada en un triángulo amoroso con historia, pues está basado en el que Rhys mantuvo con el gran escritor Ford Madox Ford, descubridor, protector y manipulador -asistido por su propia esposa- del juego de seducción, sofisticado abuso y cruel desdén que la novela describe de modo fascinante.
Leída en el orden de esta edición o al aire de cada lector, Una vida sin ti es una sinfonía de cámara en cuatro movimientos y para una orquesta reducida, que interpreta, con un pequeño elenco de voces y en escenarios recurrentes, la peripecia vital de la narradora en sus agitadas variaciones, en sus gozosos crescendos y sus ayes de dolor. Si destaco Cuarteto es porque en el descenso infernal que en ella se cuenta, la ciudad, en este caso París y Cannes, adquiere una ultrarrealidad subyugante: el episodio del despertar con la melodía del pastor de cabras que pasa bajo las ventanas de la muchacha es característico del impresionismo lírico de la escritura de Rhys, atemperado a menudo por la visión prismática de las cosas. ¿Prosa cubista? No creo que a la autora le gustara el calificativo. Se trata más bien de su fenomenal capacidad de ver en la realidad lo que está debajo de la realidad, descomponiendo el componente superficial de las apariencias. Con ese don visionario, Jean Rhys se muestra siempre como una fantaseadora desbordada, y de manera acusada en Buenos días, medianoche, última de las cuatro en esta edición y en la fecha de composición, 1939. Es la más amarga y caleidoscópica, quizá porque, escrita a punto de cumplir cincuenta años, Rhys, con su agudeza intacta, empezaba a serenarse.
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