Humor inédito de Vonnegut
Kurt Vonnegut empezó a publicar sus novelas en el decenio de los sesenta, en un momento en que la relación entre Historia y Ficción tenía ocupados a buena parte de los escritores norteamericanos del momento, pero él tomó un camino particular: el de la ciencia-ficción. De hecho, ha utilizado este género para ampliar la perspectiva con que se enfrenta al sentido de su tiempo histórico. Como hiciera Joseph Heller en su prodigiosa Trampa 22, la distorsión de la realidad para hablar de la realidad descubre nuevas formas de expresión de notable contundencia: en Heller, el absurdo de la guerra se manifiesta por medio de un humor descoyuntado y desolador; en Vonnegut la aplicación es casi apocalíptica y la tensión entre lo real y lo fantástico es lo que otorga toda su fuerza expresiva a su visión de lo histórico contemporáneo. Ahora se acaba de publicar un volumen que contiene una serie de cuentos inéditos de Vonnegut con el título de uno de ellos: Mire al pajarito. Son relatos escritos de manera clara y eficiente, sin otra complicación estilística que la de un preciso y feliz empleo de la expresión directa. En ellos predomina el humor sobre el drama, hay variadas dosis de fantasía y una muy dura crítica social de fondo bajo su aparente ligereza. La suya es una crítica que aparece a veces casi como una broma o un malentendido que lleva a una situación límite (El Key club de Ed Luby, donde el lector empieza a inquietarse pensando que lo han metido sin advertirle en un thriller seco como un trallazo) o en auténticas historias tan divertidas como Confido, donde la ciencia-ficción asoma la oreja (también en Las personillas simpáticas o en la fábula antitotalitaria Las hormigas petrificadas). Si el humor es una constante, lo es casi siempre con un toque de exageración o dislate: así lo encontraremos en la historia de la autora feroz y su marido despedido tratando con un vendedor de contraventanas: una estupenda visión de la burguesía norteamericana; también en una divertidísima vuelta de tuerca al chantaje de un granuja y el descubrimiento de un nuevo modo de asesinar en el titulado Mire al pajarito. En otras ocasiones tensa directamente la cuerda dramática, como en el relato Hola, Red, donde cuenta una historia de paternidad con una intensidad notable manejando unos mínimos medios. Mi favorito es El honor de un repartidor de periódicos, una historia de dignidad concebida y ejecutada con emoción y ejemplaridad. En fin, aunque podamos considerarlos textos menores con respecto a su obra central (recordemos esa obra maestra que es Matadero cinco), son cuentos de un gran escritor que se leen con verdadera felicidad por su inteligencia, su preciosa escritura, su lúcida visión de la sociedad norteamericana, su permanente actualidad y su estupenda variedad. No se lo pierdan.
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