Fe en la palabra misma
Los poetas dignifican a las lenguas porque las usan para devolverles una de sus razones de ser más profundas, las que el uso cotidiano e instrumental ignora. Joan Vinyoli ha dignificado sobremanera la lengua catalana puesto que ha hecho de ella no solo una forma de ser sino, también, una forma de celebrar el mundo y una forma de abordar la debilidad de su esfumada grandeza ("¡Eh, de la vida, ¿quién responde?"). Toda una obra entregada a esa tarea, desde Vida y sueño (1948) hasta Paseo de aniversario (1984), por no retrotraernos a Primer desenllaç (1937) (del que no se recoge ningún poema en el volumen que comentamos). Al principio su poesía se propone afirmar el sentido del ser, encarnado muchas veces en las pequeñas cosas: "Sé enteramente fiel / a las pequeñas cosas; / no te es dado volar / sobre el callado abismo. / Por este frágil puente / del canto humilde ensaya / la incierta, oscura senda / que lleva a la otra orilla" (a la orilla del sentido, diríamos nosotros). Es evidente en esos poemas que este mundo contiene otros mundos, y hacia su descubrimiento se dirige la exploración poética. Y es evidente, también, que el amor juega en ellos un papel afirmativo esencial: "Amábamos las cosas /...Y las hicimos nuestras en razón / del amor que nos hizo hacerlas nuestras". Pero, poco a poco, la celebración, el entusiasmo y el sentido dejan paso a su reverso: la negación, el apagamiento, la negra fe en la nada: "La vida, / es poco más que eso: / cien brazadas junto al cable / que conduce a la boya para hacer allí el muerto, / sin poder nunca más volver hasta la playa". En medio de ese panorama sombrío, La Elegía de Vallvidriera, su último gran poema, contenido en su último libro, Paseo de aniversario, recupera -a ráfagas- esa clase de fe en la palabra misma, heredada de Hölderlin y de Rilke, siempre resonantes en su poesía: "Que aquello que perdura / lo fundan los poetas. / Tanto es así que el árido / invierno del poema, / en su comienzo, / se ha vuelto, al escribirlo, fértil junio / feliz, afirmativo, ilimitado, / y todo el trigo es hoy un pan de vida". A pesar de que la traducción en general es buena, no comparto algunas de las decisiones de los traductores -adiciones, supresiones, desplazamientos, transmutaciones y otras- porque, en mi opinión, no hay nada -ni desde dentro (interpretación) ni desde fuera (resultados)- que las justifique.
Y que el silencio queme por los muertos
Joan Vinyoli
Traducción de Carlos Marzal y Enric Soria
Edición bilingüe
Pre-Textos. Valencia, 2010
407 páginas. 25 euros
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