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El debate sobre la coalición nacionalista

EA exige al PNV siete escaños, tres consejeros y claridad soberanista

Unai Ziarreta será el candidato a 'lehendakari' si no se cierra un acuerdo

Las mismas posiciones de 2001 y 2005 en las tres listas electorales, con la garantía de tener siete escaños, y el mismo reparto posterior de poder, con tres consejeros si logran el Gobierno, además de una apuesta soberanista escrita y exenta de cualquier ambigüedad. Ésas son las condiciones que ha marcado Eusko Alkartasuna (EA) para reconsiderar su decisión congresual de 2007 de romper la coalición que le unía al PNV desde 1999 y volver a concurrir aliados en las elecciones autonómicas de marzo próximo.

La ejecutiva que preside Unai Ziarreta tiene sobre su mesa la decisión sobre esa variable determinante de las próximas elecciones y un enorme poder sobre el PNV, en una decisisón que deberá dilucidar entre la segunda y la tercera semana de este mes. "No seremos bastón electoral de ningún candidato", advirtió el viernes Ziarreta.

Los partidarios de la coalición están en Guipúzcoa y en los cargos del Gobierno
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El presidente de EA estaba contestando así a la única razón que el PNV les ha dado para justificar la repetición de la coalición: que Ibarretxe sea el candidato a lehendakari más votado, al menos en Vizcaya y Guipúzcoa, ya que la derrota en su propia circunscripción, Álava, parece inevitable. En este último territorio el objetivo de la alianza no pasa de intentar saltar del tercer puesto actual al segundo, superando al PP.

La breve reunión que mantuvieron representantes de ambos partidos el lunes pasado no sirvió para mucho. La cuestión de la representatividad no se llegó a plantear, aunque el PNV había sugerido su revisión en conversaciones informales anteriores. "Nosotros, de eso, ni hablamos", afirman sus dirigentes, que lo consideran una cuestión intocable. "Sin esa garantía previa, nada puede prosperar. Ni entramos a hablar, porque nuestra Asamblea Nacional nunca daría el visto bueno".

En EA no vale el argumento de que los cuatro escaños perdidos por la coalición en 2005 los puso el PNV, que bajó a 22, mientras ellos mantuvieron intacto su grupo de siete parlamentarios. "En 2001 fuimos nosotros los perjudicados, y los escaños ganados fueron para el PNV", aducen sus dirigentes.

La otra condición es que el PNV aclare "por escrito" el "para qué" de la coalición, con un compromiso de poner en marcha una nueva propuesta "concreta" de avance a la autodeterminación. La reciente propuesta de "Concierto político" y "pase foral en positivo" que lanzó el jueves el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, no cubre esa exigencia, considera EA, cuyos dirigentes ven en ella "ambigüedad" y "ramalazos del discurso de Josu Jon Imaz", mientras afirman que la ceelbración de la consulta el pasado 25 de octubre pese a la prohibición del Tribunal Constitucional habría supuesto una ocasión inmejorable de poner en práctica el "se acata, pero no se cumple".

En la reunión, el PNV emplazó a EA a aclarar si quiere o no la coalición y el partido de Ziarreta le devolvió la pelota de concretar para qué proyecto la desean los peneuvistas. "Ellos hablaron de números y de garantizar que se sobrepasa al PSE y nosotros, de proyecto y compromiso soberanista", tal y como resumió un alto dirigente de EA a EL PAÍS lo tratado en la cita.

La asamblea nacional de EA del jueves anterior sí sirvió a los miembros de su ejecutiva. Querían "tomar la temperatura", dicen, y constataron que la representación de sus bases está mayoritariamente por ir en solitario e intentar arrastrar con una apuesta claramente independentista el voto abertzale.

De ese tenor fueron 19 de las 21 intervenciones registradas. Los otros dos participantes, partidarios de la coalición, mostraron sus dudas sobre la oportunidad de abrir de nuevo, en vísperas electorales, un debate interno que divide. Y esta vez se quiere una decisión unánime.

Si no hay acuerdo, el candidato a lehendakari de EA será su presidente, Unai Ziarreta, aseguran fuentes de la formación. La cuestión encierra su peligro: Ziarreta competiría con un Ibarretxe a quien EA ha encumbrado y que estará sentado en el banquillo de los acusados por dialogar con la ilegalizada Batasuna. Sus votantes podrían dudar.

Casi ningún observador externo pone en duda que la entente se repetirá. Lo contrario surtiría el efecto, salvando todas las distancias, que causó en 1987 la escisión de la familia nacionalista. Se abriría el riesgo cierto de que el PSE volviese a batir al PNV en Guipúzcoa y Álava, como ya ocurrió en las municipales y forales de 2007, que los socialistas consideran sus auténticas primarias de estas autonómicas. Con ello se beneficiarían de los decisivos escaños que los restos otorgan al primer partido por la Ley D'Hont.

Los partidarios de la coalición están en Guipúzcoa y también en los cargos del Gobierno, con el consejero de Justicia y hombre fuerte de EA en el tripartito, Joseba Azkarraga, plenamente convencido tras la nominación de Ibarretxe. Pero tanto a Ziarreta como a su secretario de Organización, Rafael Larreina, les tienta mucho el ensayo de convertirse en el referente de todo el espacio soberanista. Ambos entienden que EA es hoy por hoy el único partido con capacidad para darle forma y liderarlo, subrayando a la vez su perfil socialdemócrata, ante las oscilaciones del PNV, la escasa implantación de Aralar y la desarticulación de la izquierda abertzale.

[Ziarreta inicia mañana una visita al Parlamento europeo en Bruselas con la intención de criticar "la nula calidad democrática del Gobierno español, que pretende callar al pueblo vasco y le impide decidir libremente su futuro" realizando una consulta, según señaló ayer el partido. El presidente de EA se reunirá con diferentes interlocutores europeos].

El partido cree garantizados cinco puestos en solitario

Un estudio realizado por EA con los resultados de las últimas elecciones forales como referencia le sirve de base para su reflexión antes de decidir si recupera la coalición con el PNV. La extrapolación de aquellos resultados por territorios garantizaría al partido cinco escaños, dos por debajo de los que logró en 2005 en las listas conjuntas con el PNV, y dejaría cerca a la formación de Ziarreta de conseguir un sexto puesto, aseguran las fuentes consultadas.

EA obtendría, siempre según ese estudio propio, tres escaños en Guipúzcoa, uno en Vizcaya y otro en Álava. El resultado coincide con el de algunas encuestas realizadas ya hace meses por otras fuerzas políticas. Unos 600 votos le separarían del cuarto parlamentario en Guipúzcoa, dicen fuentes internas. Para igualar su representación actual necesitaría 1.200 votos más y un segundo escaño en Álava.

Mientras, el PNV obtendría 25 escaños, tres más que ahora. Sumados los de ambos partidos, alcanzarían 30, uno más de los 29 actuales. La misma extrapolación, pero con ambos partidos en coalición, mejoraría ese resultado en un parlamentario hasta llegar a 31.

En ninguno de ambos casos resultarían suficientes para neutralizar por sí solos una eventual investidura de Patxi López como lehendakari, ya que el estudio de EA adjudica a los socialistas 22 escaños y otros 14 al PP, es decir, una suma de 36.

La proyección de EA, basada en unas elecciones en las que la izquierda abertzale pudo presentarse bajo las siglas de ANV en un territorio y en los otros dos no, deja sin atribuir ocho escaños, pero suponiendo incluso que EB mantuviese sus tres puestos y Aralar el suyo, a la coalición cuatripartita le faltarían todavía dos para superar los apoyos que el estudio asigna a López.

La decisión se tomará según aumente el vértigo electoral de ambos partidos, prevé el profesor de la Universidad del País Vasco Alfredo Retortillo, sin una apuesta clara por el desenlace. "Curiosamente, EA, que venía de un desgaste incesante en los años noventa, es quien aparenta que no necesita la coalición". Ese partido, que aporta poco en votos, actúa después "de espaldas a esa realidad suya" y no sólo rompe la coalición, sino que "juega a la contra de sus socios en ayuntamientos y flirtea con el PSE en Guipúzcoa". Pero el PNV sigue necesitando su ayuda porque la aportación, aunque exigua, es también decisiva.

Retortillo encuentra ventajas para ambos en la alianza y un solo pero: que su existencia resta margen de maniobra posterior al PNV y da por hecha la continuidad de la actual fórmula de gobierno, pese a su desgaste.

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