El plan se queda corto

La gestión de la política económica del Gobierno se enfrenta a dos problemas de gran envergadura con resultados que, hasta el momento, son manifiestamente mejorables. El más inmediato, por la carga de tensión social que está produciendo ya y que sin duda se enconará durante 2009, es crear con carácter de urgencia puestos de trabajo que frenen la incontenible escalada del paro. La Encuesta de Población Activa (EPA) contabiliza más de 3.200.000 parados, con una tasa de paro que roza el 14%; y, lo que es peor, las proyecciones para este año dan como probable que aparezcan 850.000 parados más, debido a la incontenible hemorragia laboral abierta por la herida de la recesión.

El Gobierno ya debería haber caído en la cuenta de que el plan de infraestructuras municipales, dotado con 8.000 millones de euros y que debe generar 300.000 puestos de trabajo este año, es una medida adecuada pero insuficiente. Se trata de un plan limitado en el tiempo, circunscrito prácticamente al ejercicio de 2009, cuando es notoria la elevada probabilidad de que la recesión se prolongue durante 2010. Por la propia naturaleza del plan, pensado como estímulo urgente del mercado laboral, también parece evidente que los empleos creados serán de corta duración y se van a ocupar en sectores de poca rentabilidad económica para el futuro.

Por estas razones, parece razonable que el Gobierno complemente el parche del plan de inversiones municipalizadas con otro de más aliento y proyección que se proponga dinamizar sectores y mercados capaces de sostener el empleo a medio plazo. Tal plan podría orientar inversión o estímulos públicos hacia la energía -acelerar los planes de infraestructuras de gas y electricidad, incentivar el mallado de la red de distribución cuyos fallos tantos apagones causan, reducir la dependencia energética y las emisiones de CO2-, las tecnologías informáticas, la comunicación, la educación y la sanidad. Tiene el Gobierno el referente de los planes de Barack Obama y la certeza de que los déficit en capital humano y tecnológico de la sociedad española justifican el esfuerzo.

El segundo problema de la gestión económica, relacionado con el primero, es la contracción del crédito. Sabe el Gobierno que la sequía crediticia está asfixiando a empresas que no tienen problemas de solvencia; y que bancos y cajas se han beneficiado de los mecanismos compensatorios -avales para emitir deuda, subastas de liquidez- articulados por la Administración. Hoy se reúne de nuevo el presidente Rodríguez Zapatero con los banqueros. Además de exhortarles a que filtren parte de los casi 20.000 millones percibidos por estas vías, el presidente también puede recurrir a métodos más drásticos si la sequía se prolonga. Por ejemplo, la Administración también puede descontar papel directamente a empresas y particulares. En situaciones de emergencia, cualquier método debe considerarse antes que permitir un cierre masivo de empresas viables damnificadas por la falta de liquidez.