Las declaraciones del Papa

Si un jefe de Estado extranjero criticara a España, el PP pediría al Gobierno que respondiera contundentemente, que retirara de inmediato a nuestro embajador, que llamara a consultas al embajador del otro país... Salvo que se trate del jefe del Estado vaticano, que se ha despachado criticando nuestras leyes y nuestra sociedad. Aquí el PP dice que el Papa tiene razón y que el Gobierno debería tomar nota y rectificar. A esto queda reducido el patriotismo y la valentía del PP: poner a España, a su ciudadanía y a su Gobierno en sumisa genuflexión ante el dogma y la intolerancia que representa el hoy Papa. Pero, ¿cómo alguien puede querer que este partido gobierne España?- Javier López. Bruselas, Bélgica.

¿Ser laico es ser anticlerical, tal como se desprende de algunas afirmaciones de Ratzinger? En España, muchísimas personas que en los años cuarenta éramos católicos, en los cincuenta dejamos de serlo por la actitud de aquella Iglesia tan servil al poder, siendo la propia Iglesia con su actitud y con su falta de sensibilidad la que se convirtió en la mayor fabricante de laicismo.

Un laicismo que hoy es muy respetuoso con el clero, que le da una libertad que no tuvo en la dictadura, que intervenía en el nombramiento de los obispos. Nuestro Gobierno actual es ejemplar en su respeto a la Iglesia católica. Claro que esta Iglesia, tan autoritaria siempre, lo que necesita para su supervivencia son enemigos, por eso confunde ser laico con ser anticlerical.- Julián Sanz. Segovia.

Ratzinger ha venido a gritarnos en nuestra casa contra el "laicismo agresivo". Si embargo, la verdad es que ese famoso "laicismo agresivo" ni existe, ni puede existir, como tampoco una "democracia agresiva", ya que la laicidad no es sino la igualdad ideológica propia de la democracia. Lo que sí existe es un "ateísmo agresivo", y un mucho más frecuente "deísmo agresivo" que todos los días mata en el mundo, directamente o perjudicando su salud, a miles de personas.

Por otra parte, según la Real Academia, el clericalismo en la intromisión ilegítima, con excusa de religión en la vida política. Ratzinger acaba de darnos una tristemente antológica prueba de ello?