Reformar la Constitución
Propone Rodríguez Zapatero reflejar en la Constitución el límite del gasto público, esto es, establecer el déficit que el Estado puede alcanzar. Una decisión que va encaminada de todas todas a limitar el gasto social y en infraestructuras que las Administraciones puedan desarrollar. En definitiva, una medida que va dirigida a la línea de flotación del Estado del bienestar, si es que algo queda ya de él. Eso sí, sin contar con la opinión de los ciudadanos. Total, ¿para qué?
Si ya estamos en una democracia representativa y son los representantes quienes se lo comen y se lo guisan. Ya puestos, podrían incorporar un límite constitucional de desempleados, pobres y sin techo; así como límites a la usura bancaria, a la especulación, a las ayudas descaradas a los bancos, al fraude fiscal, así como al salario máximo de ejecutivos y directivos de grandes empresas. Ya puestos...- Javier Gutiérrez Herrador. Laredo, Cantabria.
Se dice que la limitación del déficit representa la muerte del Estado de bienestar. Se dice que es un elemento fundamental en las políticas sociales "anticíclicas". Y no sé cuantas cosas más.
Pero ¿quién pagará ese déficit? Porque lo que se está viendo es que la deuda pública de los Estados, esa que todos, parece ser, tienen, no es algo que se reduzca, sino que solo sabe aumentar. Cuando vencen los pagos de deuda, lo que se hace es emitir más, para, con los nuevos ingresos, poder pagar la vencida y vuelta a empezar.
Pero ¿qué pasa cuando no consigues colocar más deuda para pagar la que vence? Pues justo lo que está pasando ahora: te tienes que endeudar mucho más caro, cayendo en manos de auténticos tiburones financieros.
¿Quién de nosotros, ante la imposibilidad de hacer frente a los pagos de la hipoteca iría a un mafioso a pedir dinero? ¿Quién, estando en paro, iría a pedir préstamos para poder mantener el seguro médico? Y, sobre todo, ¿quién concedería estos créditos?
Se me antoja mucho más racional y razonable limitar el gasto. No gastar lo que no se tiene y no hipotecar el futuro de las siguientes generaciones, embarcándolas en una deuda que deberán acarrear les guste o no.
A lo mejor es que estamos viviendo por encima de nuestras posibilidades, que no somos la octava economía del mundo y que hemos caído en una trampa -los mercados-, de la que ya no podremos salir. Todo en nombre de las políticas sociales. Curioso, ¿no? -Juan Casanova. Badalona, Barcelona
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.