Reconversión bancaria
La escalada de la morosidad hace pensar quela fusión de CCM y Unicaja no será la última
El sistema financiero español no va a sortear la crisis de las entidades de crédito, tan aguda y persistente que en Estados Unidos y Reino Unido ha obligado a intervenciones directas en el capital de los bancos y en Alemania ha impulsado la aprobación de medidas legales que permiten la expropiación de bancos en crisis. Hasta ahora no ha sido necesaria intervención alguna, dada la mejor situación de las entidades españolas. Pero si la recesión continúa, los efectos se dejarán notar en el deterioro de los recursos propios, variable clave en la medida de la salud financiera.
Ahora, la Caja Castilla-La Mancha (CCM) y Unicaja están en negociaciones, al parecer avanzadas, para fusionarse. No lo hacen en condiciones de normalidad, sino como consecuencia de la muy significativa elevación de la morosidad del sector inmobiliario en la primera de ellas. De concretarse sería una operación relevante por no pocas razones. Hay demasiadas cajas (45) en un sector que hace un producto muy poco diferenciado y en un momento en el que la actividad está por los suelos. Además, las operaciones de fusión entre entidades financieras de distintas comunidades autónomas contribuyen a vertebrar la economía española y evitan redundancias de oficinas. Recordemos que en España hay más de 43.000. Por estas razones, parece una operación conveniente que las autoridades económicas deben cuidar y el PP no debería rechazar.
La fusión CCM-Unicaja no será probablemente la única. La duración de la recesión y el aumento del paro van a elevar la morosidad mucho más en las familias y en las empresas. El resultado previsible será una erosión de los recursos propios que ya no podrá ser compensada con el valor de otros activos. La Bolsa ha sufrido el mayor descalabro de la historia y ya no quedan plusvalías latentes en los balances con las que hacer frente a eventuales pérdidas extraordinarias como consecuencia del impago de los créditos.
La reestructuración bancaria, que no se hizo en tiempos de bonanza, ahora es obligada. Hay que recordar los excesos cometidos por bancos y cajas en la concesión de créditos, que explican parte de las dificultades actuales; y que las fusiones solucionan el problema financiero, pero enmascaran las responsabilidades de tales excesos. En cualquier caso, los Gobiernos regionales deben asumir que las fusiones deben hacerse en estrecha coordinación con los consejos de las cajas.
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