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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ganando tiempo

La cumbre de Durban aplaza de nuevo un compromiso global contra el cambio climático

Las negociaciones en el seno de la ONU para alcanzar compromisos globales contra el cambio climático han vuelto a encallar. Esta es la mala, aunque esperada, noticia, consecuencia de la cual queda algo a lo que aferrarse: el proceso no se ha roto, las negociaciones continúan y, mientras sea así, siempre habrá una esperanza para ese nuevo acuerdo mundial que se persigue, el único capaz de frenar mínimamente los devastadores efectos de un calentamiento excesivo de la atmósfera debido a la actividad humana.

Lamentablemente, las dos semanas de negociaciones que se han vivido en la cumbre de Durban (Sudáfrica) han ofrecido un parco resultado: intentar llegar a un acuerdo en 2015 que entre en vigor en 2020. De esta manera, todos ganan tiempo. Lo ganan los negociadores, a los que esta vez no arropaban los máximos dirigentes políticos como ocurrió en la fallida cumbre de Copenhague de 2009. No se rompe la baraja y todos los países disponen ahora de un plazo aceptable para asumir que en el mundo del siglo XXI no hay perversos contaminadores -EE UU, UE, Japón- frente a países en desarrollo -China, India, Brasil- que quieren tener las mismas opciones de que dispusieron los ricos. Ahora ya son importantes emisores de gases de efecto invernadero y estos tienen también, por tanto, similar responsabilidad en el cambio climático. El mapa geoestratégico del clima, como el económico y el comercial, es hoy bien distinto al que dio lugar al Protocolo de Kioto en 1997 para frenar el calentamiento global. En tal sentido tienen razón los que valoran el nivel de los debates de la cumbre de Durban, los asuntos tratados y la aceptación implícita, aunque sin compromiso alguno, de que hay que buscar mecanismos que ayuden a frenar las emisiones.

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El problema es que en esta decepcionante cumbre también ganan tiempo las posiciones más recalcitrantes contra cualquier acción coordinada, a la cabeza de las cuales permanece Estados Unidos, que no se adhirió a Kioto y, como el perro del hortelano, torpedea una cumbre tras otra. Junto a Estados Unidos, primer contaminador del planeta en emisiones per capita, se ha destacado en esta reunión la resistencia de India, temerosa de reducir su competitividad y su desarrollo. Cambiar los modelos productivos y desarrollar energías alternativas sin perjudicar la competitividad es una tarea titánica, pero la ONU debe seguir intentándolo.

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