¿Un 'night club' frente al Teatro Real?
Un ambiguo cartel hace temer a los vecinos de un edificio en Ópera que el local que albergaba una tienda de música se convierta en un club de alterne
Un aforismo de Richard Strauss: "Puedo expresar con música el movimiento de un lápiz". Otro de Beethoven: "La música es, realmente, la mediadora entre la vida espiritual y la de los sentidos". Las frases se pueden leer en el cristal del antiguo escaparate de Musical Ópera, una tienda de instrumentos musicales frente del Teatro Real de Madrid que, con la crisis, se ha trasladado a una calle paralela. El local que se ha quedado libre, situado en Ópera, el centro histórico de la ciudad, tiene un alquiler muy alto.
Pero ya hay una empresa que ha dado una señal y que prevé abrir ahí un negocio bien distinto al anterior: un night club, tal y como revela un cartel colgado en la puerta. El misterioso anuncio hace temer a los vecinos que se trate de un club de alterne. "Nos hubiera gustado una caja, un banco o un museo, pero esta es la empresa que se ha interesado más seriamente por el local", cuenta por teléfono el propietario, José Ramón Jiménez. El Ayuntamiento de Madrid ha confirmado que se está tramitando una consulta mediante la cual los técnicos deben determinar a qué tipo de licencias puede optar este local.
Los vecinos se opusieron a la apertura de un restaurante de lujo
Musical Ópera ocupó durante 40 años, y hasta hace un mes, toda la manzana
Jiménez, el dueño del bajo, mantiene desde hace tiempo una disputa con los vecinos que viven en el edificio, situado en la confluencia de la calle de Carlos III con Vergara. Los vecinos han estado muy tranquilos albergando bajo sus casas una tienda de música durante 40 años, pero una vez que la esquina ha quedado libre en abril de este año están llegando los problemas. Jiménez propuso a la comunidad de vecinos abrir en su lugar un restaurante de lujo, uno de los tantos que hay en la zona. Pero los vecinos se negaron: no querían que el olor de la cocina pudiese molestarles. El dueño debía pedir permiso a la comunidad de propietarios porque necesitaba su consentimiento para instalar una salida de humos.
Jiménez, un empresario con varios negocios, llegó a ofrecer a los vecinos dinero para que desistiesen de su actitud. No lo hicieron. Por la esquina se han interesado desde una famosa cadena de cafeterías, hasta bancos o una fundación que pretendía abrir un museo sobre la Inquisición. Pero nadie había dado hasta el momento una señal, tal y como ha hecho una empresa llamada Royalty, en cuyo logo las dos yes tienen forma de vaso de cóctel: "Reservado cocktail bar. Royalty Night Club", se ha podido leer estos días en la fachada. El nombre utilizado suele asociarse a club de alterne. "Un night club, como una whiskería, en España es lo que es", opina José Luis Roberto, hasta ahora presidente de la patronal de clubes de alterne.
El anuncio no ha gustado a la comunidad de propietarios, pero el presidente de la misma se muestra cauto: "Llevamos meses con que ahí se va a abrir tal o cual negocio, pero nunca nada llegaba a concretarse. Hasta que no se sepa realmente qué nos van a poner debajo no queremos decir mucho más". El vecino de la segunda planta cree incluso que se trata de un órdago del dueño que, anunciando un night club, está presionándoles para que finalmente consientan la apertura de un restaurante.
Musical Ópera, ubicada ahí desde hace 40 años, ocupaba hasta hace un mes toda la manzana. Vende pianos, guitarras, partituras. Debido al descenso de ventas en los últimos años y al alquiler tan alto que pagaban, el gerente de la tienda de música, José Luis García, propuso al dueño de local liberar una parte del negocio (tenía 1.500 metros cuadrados y con la reestructuración pierde unos 400) para que otra empresa se pudiese instalar ahí. Con lo que no contaba García es que su posible vecino fuese este. "En este entorno no tiene mucho sentido que se instale un negocio de estas características. Dudo mucho que finalmente vaya a abrir", sostiene García en su despacho. Si se concreta, lo que es seguro es que seguirá habiendo música, pero no precisamente la que hacían Strauss o Beethoven.
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