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Un metal muy goloso

F. Javier Barroso

El cobre se ha convertido en los últimos años en un metal muy cotizado para los ladrones. No es raro ver tramos de carretera a oscuras, pese a ser de la red principal, o zonas enteras -en especial pequeños municipios- que se han quedado sin suministro eléctrico o de teléfono durante días. El motivo es que un kilo de este preciado elemento se llega a pagar entre cinco y seis euros, dependiendo del precio de cotización en el mercado.

Solo la M-40 tiene 22 de sus 63 kilómetros sin iluminación nocturna. El Ayuntamiento se ha negado a reponer el cable de cobre porque es robado de forma sistemática. Eso hace que puntos conflictivos estén a oscuras. Como ocurre en la zona de Mercamadrid, donde cruzan a veces por esta vía drogadictos en busca de su dosis. Más de uno ha acabado atropellado por conductores que no han podido esquivarlos a tiempo. En algunas ocasiones han robado el mismo tramo hasta en tres ocasiones, según reconocía el pasado mes de octubre el director de Espacios Públicos, Pablo Usán.

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En los últimos años estos ladrones del tendido eléctrico se han cebado con los pequeños municipios. Los habitantes de Buitrago de Lozoya, Torremocha del Jarama, Ribatejada y Alalpardo se han quedado incomunicados durante horas e incluso durante días. El problema también afecta a la telefonía móvil, ya que la señal es transmitida por los cables de las antenas.

Para acabar con este mercado que va creciendo mes a mes, el Ministerio del Interior lanzó a principios de este mes una ofensiva policial con la intención de intentar atajar el repunte de los robos. Este plan incluye colaboración directa con las empresas afectadas (eléctricas, telecomunicaciones y Renfe, entre otras) para que tomen medidas preventivas que dificulten los robos.

Interior dio órdenes precisas a todas las unidades de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado para que extremen la vigilancia y el control de las chatarrerías y fundiciones donde se procesa el metal robado. Muchas veces ese material, una vez fundido, es enviado a través de contenedores a China, donde tiene una gran demanda, según fuentes de la Guardia Civil. "Si acabamos con los receptadores [compradores de material robado] podremos acabar con la venta porque no tendrán quien les compre el cobre. Pasa lo mismo que con los ladrones de joyas", destacaron fuentes del Cuerpo Nacional de Policía.

Una prueba de esas instrucciones fue una macrorredada desarrollada en toda España a principios de mes en la que 12.600 agentes de la policía y la Guardia Civil lograron recuperar 103 toneladas de cobre robado, tras inspeccionar más de 1.000 chatarrerías. Fueron detenidas 24 personas, en su mayoría acusadas de receptación.

Algunas empresas, como el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), están optando por utilizar cables de aluminio en lugar de reponer el cable de cobre sustraído. El material resulta más barato y es menos atrayente para los ladrones. Al menos de momento. El problema es que las conducciones son mucho más gruesas para poder transportar la misma cantidad de energía. "Lo malo es que si abandonamos el cobre y empezamos a poner aluminio subirá el precio de este metal en origen y tendremos el mismo problema que con el cobre", reconocen fuentes de Adif.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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