La cuenta atrás de El Gallinero
Los vecinos del gueto chabolista de la Cañada Real empiezan a emigrar por la presión policial y el completo empobrecimiento del poblado
Hace dos meses, el poblado de El Gallinero era un lugar plateado. Los vecinos que robaban cable de cobre en carreteras y vías de tren de Madrid, para venderlo a seis euros el kilo a chatarreros, pelaban los conductos para quedarse con el metal y tiraban los restos en torno al poblado, rodeando el lugar de montañas de conductos de plástico y tiras de aluminio. Ahora el gueto es de color marrón, el tono de los caminos de barro, los chamizos de madera húmeda y las ratas que se apoderan del terreno palmo a palmo. No queda aluminio.
La Guardia Civil frenó el negocio del cobre en El Gallinero el 23 de noviembre. Entró en el poblado y detuvo a 37 hombres (25 están en prisión, acusados de robo con fuerza y asociación ilícita, según un portavoz del instituto armado). Desde entonces ocurre algo inédito. Los vecinos (rumanos de etnia gitana) están abandonando el lugar. En las últimas semanas se han ido 20 familias, una quinta parte de los habitantes de El Gallinero (según cálculos de voluntarios de las parroquias de la zona).
"Sabemos que esto se está destruyendo poco a poco", dice Ión, un poblador
El gueto se creó en 2007 y desde entonces la población fue aumentando. Esta es la primera vez que hay una estampida similar. Detrás hay una escalera de causas que ayer explicaba un joven que continúa en el poblado, Ión (nombre ficticio): "Unos se van porque tienen órdenes de expulsión, por delitos; y otros porque tienen miedo a que les pegue la policía".
En el poblado se van quedando chabolas vacías (este periódico localizó 10 abandonadas buscando entre el desorden de casetas). Por lo que cuentan los vecinos, se trata de familias vinculadas con el robo de cobre, de ahí que hayan desaparecido los montículos plateados de aluminio.
¿Quiénes son los que quedan? En principio, inmigrantes en la miseria sin manera de subsistir. La Guardia Civil afirma que los delincuentes del cable eran solo una parte del poblado, y no tiene sospechas del resto, gente que se dedica a la chatarra (con ganancias menores a los 100 euros al mes), a pedir por la calle (básicamente, las mujeres) o a hacer chapuzas para los gitanos españoles de la Cañada Real.
Muchos de estos vecinos, sin problemas con la justicia, también quieren irse. En su caso, la razón es el supuesto acoso de la Policía Nacional, todos dicen lo mismo. Desde hace semanas cuentan que cada pocos días reciben visitas de agentes, de día o de madrugada, que les piden la documentación (la mayoría son ciudadanos europeos y tienen los papeles en regla) y los hostigan: dicen que tiran piedras a sus casas, que han llegado a romper las ventanillas de sus coches, que incluso los amenazan con seguir yendo hasta que todos se vayan del poblado. La Policía Nacional admite que acude habitualmente al lugar (para identificaciones rutinarias), pero niega cualquier clase de desmán.
Los voluntarios, gente que acude a El Gallinero para ayudar a los vecinos, afirman que hay un plan policial contra ellos. "Están presionando todo lo que pueden para echarlos", dijo ayer Jorge Fernández, de la parroquia de Santo Domingo de la Calzada. El párroco de la iglesia de San Carlos Borromeo, Javier Baeza, afirma que han puesto una denuncia en un juzgado "por entrar en las casas sin autorización judicial y por maltrato".
Los vecinos lo repiten. Daniel Vasili, 27 años, seis hijos: "Yo no quiero ver a mis niños llorar por la policía". Oprisan Stan, 28 años, dos hijos: "Nos tiran petras [piedras]". Cierta o no, esta es la razón que aduce la mayoría para dejar El Gallinero. Otra es que son más pobres que nunca. La crisis les ha cerrado la opción de hacer de peones en obras a los hombres, que pasan el día mano sobre mano. Las mujeres cocinan a la puerta de la casa, bien cerca de decenas de ratas que roen cualquier rastro orgánico tirado por el suelo.
La opción de huir de El Gallinero ronda por el poblado. Alguno matiza que habrá que ver, que otros países como Francia están persiguiendo a los gitanos rumanos, que su país es mucho más pobre y frío que Madrid. Pero nadie descarta marcharse pronto. "Sabemos que esto se está destruyendo poco a poco", reflexiona Ión. "Esto está acabado. Es un museo oscuro para periodistas".
Una isla de miseria
- El Gallinero se encuentra a 15 kilómetros de la Puerta del Sol, a un paso del nido de narcotráfico de la Cañada Real (sur de Madrid).
- Se formó en 2007, tras el cierre de un campo cercano para sin papeles rumanos cuando su país entró en la Unión Europea.
- Viven unas 5.000 personas. Al menos un centenar han abandonado el poblado en las últimas semanas debido al aumento de la presión policial.
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