"El asesino es el sistema"
Por Malasaña y Lavapiés transcurre la última novela de Carlos Salem, un argentino al que el reciente éxito no le impide seguir sintiéndose perdedor "un rato cada día". Hablará de crímenes y letras en Getafe Negro
Carlos Salem bien podría ser un personaje de una de sus novelas: aparece con su pañuelo negro atado la cabeza a modo de bucanero y luciendo el aguardentoso verbo del que ha pasado más tiempo del recomendable en los bajos fondos, al menos literariamente. Conserva un leve acento argentino, aunque él ya se considera "argeñol": nació en Buenos Aires en 1959, pero en 1988 desembarcó en España como periodista en paro y, como dicen que deben hacer los buenos escritores, desempeñó una retahíla de oficios de lo más diverso: conserje, publicista, taxista... hasta dirigió dos periódicos locales. Este perfil es precisamente el del protagonista de su última novela Un jamón calibre 45 (RBA), un argentino recién llegado a España al borde de la treintena y algo confuso: "Los argentinos de antes del corralito venían sacando pecho, con mucho que enseñar, los que vinieron después vinieron más humildes, a aprender". Un perdedor, al fin y al cabo, como los que transitan gran parte de su obra.
"Todos somos perdedores al menos media hora al día, pero si no nos ven los vecinos nos creemos ganadores", dice Salem. "Me fascinan los perdedores que lo son casi por voluntad, que no encajan porque no quieren". En efecto, Salem no puede quejarse: en cuatro años y medio, sobrepasando ligeramente la cincuentena, ha pasado de cero a 100, publicando ¡11 libros! entre novelas, poemarios y una obra de teatro. Ha sido multipremiado y en Francia se está haciendo su público con su novela anterior Matar y guardar la ropa (Salto de Página).
-¿Cómo se lleva eso de escribir de perdedores cuando se empieza a ganar?
-Sigo siendo perdedor un rato diario, explica. Pero la escritura es la historia de nunca acabar: estoy encantado con el libro nuevo, pero mi preocupación es el que estoy escribiendo ahora, una nueva novela es siempre un nuevo amor. Si viviera en un castillo en Centroeuropa te invitaría a dar un paseo en limusina, pero hoy he venido en metro, ya ves.
Hoy nos ha citado en Los Diablos Azules (Apodaca, 6), un bar malasañero, nido de poetas y letraheridos en el que Salem dirige unas jam sessions poéticas los martes y de microrrelato los miércoles. La capital está muy presente en su obra. "Amo Madrid, es un maravilloso escenario para novela negra. Creo que Barcelona ha tenido un despliegue grande por grandes autores y por el puerto, que siempre trae muchas cosas, pero Madrid es el gran escenario de la novela negra española actual", asegura mientras se enciende otro de esos cigarrillos finos. "El Madrid de los últimos 10 años es multicultural hasta en lo delictivo. Madrid es también una ONU del delito. Es una capital más pequeña que otras, pero cuando la recorres es raro que des dos vueltas a la misma manzana sin que cambie algo. Eso se presta mucho para el género negro".
Dos territorios
Tiene dos territorios, tanto en su vida como en la novela. Uno, Malasaña. "Me gusta porque nunca se termina de rendir. La famosa cuna de la Movida que no sabemos si existió de verdad. A pesar de cierres de bares y restricciones, sigue siendo el corazón de la marcha, ves escuchando blues o rock and roll a gente de 20 años y disfrutándolo. Me gusta esa persistencia, aunque se va empijeciendo, se va enchuequeciendo (por Chueca) por la zona baja, pero no está mal que entres a una bodega de toda la vida como Bodegas Camacho y haya al lado un sitio de chill out que sea genuino". Su otro territorio, Lavapiés. "Lo tienes que amar y odiar al mismo tiempo. Solo amarlo es pensar que es una República de Artistas, y eso son gilipolleces. Hay que quererlo como se quiere a un familiar, con lo bueno y lo malo. Es un barrio que tiene mucho que dar".
En el festival Getafe Negro, que empezó ayer, Salem participará en dos mesas redondas. "Hay dos tipos de lectores de novela negra: el fiel y el que la lee por moda. Se lee mucho a Stieg Larsson y me parece muy bien, gracias a eso la gente se involucra en la lectura... ¿Qué tiene que tener una novela negra? Alguien que mire alrededor y se haga una pregunta. Por lo demás, en la novela negra, el asesino siempre es el sistema".
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