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Reportaje:Día de la Comunidad

El año más difícil de Aguirre

La presidenta regional afronta los casos de espionaje y de corrupcióny su fracasado asalto a Génova

Jesús Sérvulo González

Lo que a unos consume a Aguirre la hace más fuerte. Sus rivales políticos han aprendido a no darla nunca por muerta. Su historial político está repleto de descensos a los que ha sabido sobreponerse, y este curso es uno de ellos. Los últimos 12 meses han sido uno de los periodos más duros para la presidenta regional. Su Gobierno ha tenido que lidiar con espías, corrupción, luchas internas y una crisis económica sin precedentes, y la propia presidenta vivió la aventura del ataque terrorista en Bombay.

Hace un año, la recepción del Dos de Mayo estuvo marcada por los amagos de Aguirre de presentar una candidatura alternativa a Mariano Rajoy para liderar el PP nacional. Sus críticas indisimuladas al líder del partido la marginaron durante el congreso nacional del PP celebrado en Valencia a mediados del junio pasado. La escena no le gustó, y una semana después, el 25 de junio, remodeló su Gobierno para deshacerse de los marianistas. Los ex consejeros Alfredo Prada (Justicia) y Manuel Lamela (Sanidad) fueron laminados fulminantemente.

Madrid ha vivido huelgas en Metro, Telemadrid, Justicia y Sanidad
La tasa de paro se ha duplicado; ya hay 459.000 desempleados

Precisamente, la consejería que dirigía Prada fue el epicentro de uno de los episodios más oscuros de la Comunidad. Un mes después de la destitución del ex consejero, varios funcionarios de área de Interior registraron el despacho de un estrecho colaborador de Prada. Requisaron un ordenador y varios documentos. El asunto nunca fue esclarecido, pero seis meses más tarde miembros de ese grupo de funcionarios de Interior fueron acusados de hacer seguimientos a altos cargos del PP. El asunto de los espías de Madrid destapado por este diario descubrió seguimientos al propio Prada, al vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, y hasta al mismo vicepresidente regional, Ignacio González.

Aguirre se enfrentó a una investigación interna de su partido, que no confiaba en los métodos del Ejecutivo regional de la dirigente popular para esclarecer el asunto. Tras unas semanas de tira y afloja con la dirección nacional del PP, Aguirre accedió a que se celebrase una comisión de investigación en la Asamblea de Madrid para aclarar los hechos. Pero la comisión resultó un fiasco: la mitad de los comparecientes no declararon, por las prisas del grupo popular en la Asamblea de pegar cerrojazo al asunto.

El presidente de la comisión que iba a investigar el asunto de los espías, el diputado popular Benjamín Martín Vasco, dimitió la víspera del inicio por su presunta implicación en el caso Gürtel. La trama de corrupción en administraciones gobernadas por el PP tenía su núcleo de operaciones en Madrid y ha afectado a cuatro municipios gobernados por los populares: Boadilla, Majadahonda, Pozuelo y Arganda del Rey. Aguirre, como presidenta del PP regional, tuvo que lidiar con mano firme a los alcaldes de estos municipios a los que obligó a dimitir. Esa firmeza se tornó en indecisión cuando el asunto alcanzó a tres diputados regionales: además, de Martín Vasco y Alfonso Bosch, también resultó implicado el consejero de Deportes, Alberto López Viejo. La presidencia no dudó un instante en deponer a López Viejo, pero mantuvo a los tres como diputados. El acta es personal y Aguirre no puede obligarles a entregarla, pero sí les puede suspender de militancia, y no lo hace.

El Ejecutivo regional también ha hecho frente a las acusaciones contra el consejero de Presidencia, Justicia e Interior, Francisco Granados. Éste denunció la elaboración de dossiers sobre su patrimonio y anunció su intención de llevar el asunto a los tribunales para aclarar quién estaba detrás de los informes.

En este escenario de espías y corrupción, la presidenta regional se enfrenta a una crisis económica que ha afectado seriamente al desempleo en Madrid. La tasa de paro se ha duplicado hasta las 459.000 personas sin trabajo. El colapso financiero internacional también ha afectado a las pequeñas y medianas empresas, el tejido productivo regional, que han reducido drásticamente su actividad.

En medio de toda la tormenta económica, la presidenta decidió librar una batalla con su archienemigo político, el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, por el control de Caja Madrid. Modificó la Ley de Cajas para trastocar el proceso electoral. Pero se ha topado con la decisión del Gobierno nacional de llevar el asunto al Tribunal Constitucional, que ha suspendido cautelarmente la ley de Aguirre.

El Gobierno regional ha mantenido una lucha a cara de perro con los sindicatos. Ha vivido huelgas de trabajadores de Metro, de Telemadrid, de funcionarios de Justicia, y protestas de trabajadores de la sanidad pública madrileña por la privatización de varios servicios. La inauguración de los nuevos hospitales y el traslado del Puerta de Hierro a Majadahonda han estado repletos de incidencias que han puesto la cara colorada a la presidenta regional.

En su peor año, Aguirre ha vivido como testigo de excepción el ataque terrorista en India. La presidenta fue evacuada precipitadamente cuando varios terroristas asaltaron hoteles ocupados por occidentales en Bombay. Tras estos meses difíciles habrá que comprobar si Aguirre ha convertido el sufrimiento en fuerza.

Momentos de dudas

Tomás Gómez se presentó hace doce meses en Sol con la sonrisa reluciente. Este año no ha ido. El último ejercicio ha estado sembrado de dudas en el mandato de Gómez, el hombre elegido por José Luis Rodríguez Zapatero para devolver Madrid a los socialistas.

El secretario general del PSM revalidó sin dificultad su cargo en el congreso ordinario celebrado en septiembre. Durante tres días, detalló a los afiliados su programa con mucho más detalle de lo que ha explicado algunas decisiones a lo largo de este año. Porque Gómez, que llegó con la vitola de ser el alcalde más votado de España, no ha sabido justificar su postura en temas como su apoyo a Esperanza Aguirre en su batalla en Caja Madrid. Ni que su partido no se opusiera a los presupuestos presentados por la presidenta, sobre todo cuando iban acompañados por una ley con la que el Gobierno regional del PP pretende privatizar el Canal de Isabel II. Tampoco fue entendido el boicoteo del PSM a los actos institucionales del 11-M. Así como tampoco ha sabido explicar su ausencia de la recepción oficial en Sol.

Gómez ha logrado concentrar el partido en Madrid tras años de luchas intestinas, pero no ha sabido trasladar su mensaje. Su ausencia de la Asamblea ha diluido la fuerza de su grupo. Maru Menéndez, portavoz del grupo socialista en el Parlamento, ha padecido el rodillo popular que ha dificultado el control al Gobierno. El papel de los socialistas ante los escándalos de los espías y los casos de corrupción ha estado adelgazado por la maquinaria popular.

Los meses de la paz

Izquierda Unida (IU) ha vivido los últimos meses un proceso de búsqueda del equilibrio. La lucha fraternal que se desencadenó para elaborar las listas electorales en 2007 dejó muchas heridas abiertas y el reto en este curso ha sido cerrarlas. Había que buscar la paz porque el año pasado el partido vivía uno de sus momentos más duros. Los guarismos electorales dejaron a IU con sólo un diputado en el Congreso. La representación parlamentaria era exigua y por eso había que reforzar las federaciones más fuertes. Madrid es una de ellas.

Hace tres meses, se produjo un hecho insólito en la coalición de izquierdas en Madrid. Celebró un congreso regional para elegir a un nuevo secretario general. Sólo hubo una candidatura, la de Gregorio Gordo, que fue escogida de forma unánime con el 94% de los votos. Se convirtió en el primer coordinador de la federación madrileña elegido por consenso.

En el parlamento regional, Inés Sabanés, mentalizada por este nuevo rumbo en su partido, ha encabezado algunas de las críticas de la oposición contra el Gobierno de Aguirre. En su haber está el llevar hasta el Congreso de los Diputados la privatización sanitaria de la Comunidad de Madrid.

Además, Sabanés ha sido de los pocos diputados de la oposición que se ha enfrentado a Aguirre con éxito en algunos de los debates parlamentarios. "Cuando era mejor persona, era también mejor política", le espetó a Aguirre durante una acalorada discusión parlamentaria.

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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