El libro electrónico se resiste a dejar de ser la estrella
El impacto de cada anuncio de Apple obliga a moverse a sus competidores
Apple sabe muy bien cómo presentar un producto: intrigando a los clientes e inquietando a la competencia. En las semanas anteriores a la presentación de su nueva tableta, la empresa sólo había emitido una sucinta convocatoria al evento de ayer en San Francisco. "Ven a ver nuestra última creación", es lo único que la empresa dijo en una invitación enviada a mediados de este mes. Y aun así, pocas presentaciones comerciales han generado tantas expectativas como la de ayer.
Las televisiones informaron del acto todo el día. Los diarios en Internet lo retransmitieron en tiempo real. Se han publicado páginas y páginas en los diarios sobre el nuevo artilugio. Y la única pieza de información con la que contaban para ello era aquella escueta frase, tan del estilo hermético de Apple.
Tan reiterativos e insistentes han sido los rumores que los nervios han cundido entre la competencia. Amazon copa, de momento, el 70% del mercado de los lectores digitales en Estados Unidos con su producto Kindle. Esa empresa pensó que la mejor defensa era un ataque preventivo e introdujo la semana pasada una plataforma de aplicaciones digitales para ese lector, imitando vagamente al iPhone. A pesar del esfuerzo, el Kindle parece ya cosa del pasado, con su teclado físico y su pantalla en blanco y negro. El mismo efecto envejecedor tiene la nueva tableta sobre lectores de otras empresas como Sony o Barnes & Noble.
No sólo las empresas que comercializan hardware han modificado sus estrategias comerciales para anticiparse a la presentación de ayer. Las proveedoras de contenido han colocado también su bloque de piedra en la gran pirámide de expectativas construida para adorar a esta célebre tableta. The New York Times publicó un reportaje en la primera plana de su suplemento económico el pasado lunes, en el que anunciaba que su propio cuadro directivo "está preparando una versión del diario para la tableta".
Hay dos productos de Apple que han permitido semejante campaña, que seguramente se estudiará en los libros de mercadotecnia del futuro: la tienda iTunes y el teléfono iPhone. La tienda de canciones ha revolucionado el mundo de la música, no siempre al gusto de los artistas. Apple vende canciones por un precio que no supera los 1'29 dólares y se queda, siempre, en torno al 30% de las ventas. Hasta la fecha, ha vendido 6.000 millones de canciones y copa el 90% de las ventas digitales en Norteamérica.
El mismo modelo se aplicó para el iPhone y su App Store, una plataforma en la que otras empresas pueden ofrecer todo tipo de programas para el célebre teléfono, sin límite de precio. Algunas aplicaciones, como el asistente de gestión financiera de SAP BusinessOne, cuestan hasta 450 dólares. La mayoría o son gratuitas o se venden por un solo dólar. La App Store generará este año unos ingresos de 1.400 millones de dólares, según estimaciones de la consultora Piper Jaffray.
Ante cifras como estas, y las de ventas del iPhone (32 millones hasta la fecha) Apple ha estimado que es posible aplicar su modelo de negocio a otros ámbitos: los diarios, las revistas, los libros, los programas de televisión y las películas, entre otros. De los consumidores depende ahora darle la razón o convertir éste en un asunto de demasiada autoconfianza.
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