España se sitúa en el puesto 23 por competitividad tecnológica
La infraestructura y la falta de I+D juegan en detrimento del desarrollo español
España ha alcanzado el puesto 23 del ranking mundial de Competitividad Tecnológica 2008 y gana un puesto con relación al ranking de 2007, en el que ocupaba el puesto 24. Además de adelantar a Italia en dicho ranking, España obtiene un leve incremento de dos décimas (46,3 sobre un máximo de 100) con respecto a 2007 en el conjunto de las distintas variables que determina el nivel de competitividad tecnológica de los países. Son datos revelados en un estudio publicado por The Economist Intelligence Unit (EIU) y patrocinado por Business Software Alliance (BSA).
En esta su segunda edición, el estudio evalúa y compara la situación de la industrias de la Tecnología de la Información en 66 países para determinar en qué medida están potenciando la competitividad tecnológica en el sector. Si bien los veinte primeros países se mantienen con respecto al año anterior, se producen variaciones entre ellos, de manera que nueve ganan posiciones y 11 las pierden. Estados Unidos vuelve a ocupar el primer lugar del ranking, pero Japón desciende de la segunda a la duodécima posición; tres se incorporan al top 5: Taiwan, Suecia y Dinamarca; y en cuanto a Europa, el top 5 lo conforman, por este orden, Reino Unido, Suecia, Dinamarca, Holanda y Suiza, mientras que España queda en la vigésimo tercera posición.
El estudio revela que España mantiene una buena posición en lo que se refiere a entorno global de negocio (81 puntos sobre 100), capital humano (61,2 sobre 100) y marco legal adecuado (74,5 sobre 100). En estos tres aspectos, nuestro país figura entre los 20 primeros de los 66 analizados; sin embargo, obtiene sus peores registros en los capítulos de infraestructura tecnológica (31,2 sobre 100) y, especialmente, como entorno favorable al I+D (3,9 sobre 100).
Según el estudio hay varios factores que contribuyen a la creación de un entorno para el sector de las Tecnologías de la Información: una amplia oferta de actitudes y conocimientos, innovación, una buena infraestructura tecnológica, un marco legal que proteja la propiedad intelectual, a través de patentes y copyrights o una eficiente economía. Este tipo de sectores tecnológicos contribuyen directamente en más de un 5% al PIB de las naciones más avanzadas. Y además, repercuten positivamente en el conjunto de la economía por el hecho de ayudar a las organizaciones a ser más eficientes y productivas.
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