El viejo Fritz es un criminal impune
Diez ex miembros de las SS condenados por un tribunal italiano por la matanza de 770 civiles en 1944 siguen en libertad en Alemania
Diez antiguos integrantes de la 16ª división de infantería acorazada de la Waffen-SS, condenados el 13 de enero pasado a cadena perpetua por un tribunal militar de La Spezia (Italia), siguen en libertad en Alemania. La resolución judicial considera probada la relación de los hoy octogenarios con la matanza de 770 civiles perpetrada en 1944 por la SS en la región adyacente a la localidad italiana de Marzabotto, en el norte del país, pero el valor del fallo no ha pasado de simbólico.
El 29 de septiembre de 1944, la 16ª división comenzó una operación contra una brigada de guerrilleros que operaba en los montes cercanos a Marzabotto. Tras un enfrentamiento con partisanos armados en la localidad de Cadotto, los hombres de la 16ª emprendieron una matanza que duró dos días. El historiador de la Universidad de Colonia Carlo Gentile explica que "la de Cadotto fue la única escaramuza militar en la región, el resto fue una masacre indiscriminada de civiles". Gentile, que presentó informes periciales en el proceso, calcula que la división 16ª asesinó a unos 2.000 civiles en Italia. El testimonio de los supervivientes hiela la sangre: cuerpos de niños seccionados por ráfagas de ametralladora, granadas de mano arrojadas contra mujeres y niños, empalamientos. Su víctima más joven, Anna Pardini, contaba 20 días de vida.
Heinz Fritz Träger, uno de los condenados por la matanza, aseguró desconocer las causas de la sentencia. Antiguo suboficial de la SS, asegura haberse enterado de la condena por los periódicos. "El nombre Marzabotto no me dice nada, para mí la cosa está resuelta, yo no maté a nadie; al contrario, a mí me hirieron los partisanos en agosto", argumenta. Lo mismo había explicado Träger en los interrogatorios conjuntos de la policía alemana e italiana, hasta que los funcionarios le mostraron pruebas documentales de que fue herido durante las operaciones en el área.
Los demás condenados tampoco reconocen culpa alguna. La mayoría se niega a hablar del veredicto. La esposa de Paul Albers explicó que todavía no le han notificado la sentencia y, como la de Josef Baumann, alegó la avanzada edad de su marido para impedir el contacto con él. Otro de los condenados, Helmut Wulf, también negó su paso por la SS. Según el fiscal Marco de Paolis, que llevó la acusación en La Spezia, existen contra Wulf testimonios sobre su participación activa en los crímenes de guerra de Marzabotto, que siguen impunes para los 10 condenados el 13 de enero.
Walter Redel, el máximo responsable de la matanza de Marzabotto, fue condenado a cadena perpetua por un tribunal de Bolonia en 1951, pero liberado en 1985 por razones humanitarias. Falleció en 1991.
Los tribunales italianos han dictado en los últimos años varias condenas contra veteranos de la SS implicados en las matanzas durante la ocupación alemana que siguió a la caída de Mussolini. En junio de 2005, también en La Spezia, fueron sentenciados a cadena perpetua otros 10 miembros de la misma división de la SS, por el asesinato de 560 civiles, la mayoría mujeres y niños, en Sant'Anna di Stazzema el 12 de agosto de 1944. Ninguno ha pisado la cárcel.
Los condenados se benefician de que la Constitución alemana prohíbe la extradición de sus ciudadanos. Además, en Alemania no pueden celebrarse juicios por asesinato sin la presencia del acusado, lo que dificulta las acciones legales basadas en condenas "en rebeldía", como las dictadas en Italia. El letrado de la acusación particular, Andrea Speranzoni, explica que la combinación de ambas normas produce un círculo vicioso, que la fiscalía italiana podría romper pidiendo una orden de captura conforme al derecho comunitario, para que los condenados en La Spezia cumplan la pena arrestados en sus domicilios.
Otra posibilidad de castigarlos sería la apertura de un proceso en Alemania. También presenta problemas. Caso ejemplar es el de Friedrich Engel, condenado a cadena perpetua en rebeldía por el tribunal de Turín en 1999, por el asesinato de 246 civiles en 1944. En 2002, un tribunal de Hamburgo lo condenó por 59 de esas muertes a siete años de cárcel, donde no pasó un día. El Tribunal Federal alemán anuló la sentencia en 2004, alegando que no estaban comprobadas las "condiciones subjetivas de crueldad" necesarias para reconocer que se trató de asesinatos. Engel murió en libertad en 2006.
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